Capítulo 8

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—¡Atrapenlo, que no escape!–

La gutural voz se oyó por todo el lugar, retumbando en los oídos del joven guerrero, provocando que sintiera un punzante escalofrío, observó por todos lados los árboles empezaban a moverse por causa de las duras pisadas que se acercaban cada vez más, los párpados de su corcel dejaron ver el blanco de sus ojos, relinchando con pavor y retrocediendo a lentos pasos, las hojas húmedas por el rocío cayeron al suelo a montón, esta vez su visión poso en las alturas, captando las sombras que saltaban de rama en rama, dio un fuerte golpe en las costillas del caballo quien reaccionó dando un brinco con sus patas delanteras, para después empezar a galopar a toda velocidad.

La voz grave y rasposa soltó un gran rugido que hizo vibrar la tierra, las sombras de ojos rojos apresuraron sus saltos, estando ya encima de la posición del hombre, fue uno de ellos quien salto primero dejando ver sus filosas garras brillantes, como la espada que desenfundó el temerario para podérselo clavar a la criatura que se lanzó sobre el.

Pero este logro sujetar el arma antes que pudiera tocarlo; no pudiendo liberar la espada por el agarre fuerte, con la otra mano tomo una daga de su cinturón y se lo incrustó en el abdomen de aquel ente y por último con el codo dio un golpe a la criatura haciendo que cayera al suelo rodando.

El resto de esos seres no esperaron más y se lanzaron en picada hacia el bélico; sin otra salida que ver, decidió usar la última alternativa que le quedaba, tomo un pequeño frasco dorado del saco colgado al costado de su montura, lo destapó arrojándolo hacia arriba donde una luz extremadamente cegadora salio de esta, quemando a las oscuras criaturas; se alejaron rápidamente del lugar adentrándose nuevamente en el bosque.

No desaprovechó la oportunidad y escapo de las inmensas tierras de las almas pérdidas, cabalgaba sin parar cansando al pobre animal ya había pasado la frontera de las rocas susurrantes el puente de piedra que conectaba con la provincia del rey, al fin era un lugar seguro, soltó un suspiro profundo e indicó a su corcel que desacelerará la velocidad.

Se dirigió a un pequeño riachuelo descendió de su montura y acarició a su caballo para después dejarlo beber un poco de agua.

—Tengo que advertir al rey lo antes posible–

Después de descansar por algunos momentos y recuperar el aliento, subió nuevamente en el lomo de su caballo y emprendió otra vez el viaje para llegar a la fortaleza de su rey, si nada más se cruzaba en su camino llegaría en poco tiempo.





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—Mi señor disculpe la interrupción con la reina, pero Carson acaba de regresar y con noticias majestad–

—Muy bien, déjenlo pasar–

—Sí señor–

La puerta de la sala de reuniones fue abierta por los guardias del rey, dejando pasar a un hombre castaño y alto con una cicatriz muy notoria en una de sus mejillas.

Carson: Majestad, reina blue Diamond–"Demostró su respeto haciendo una reverencia ante los dos monarcas"–tengo noticias no muy alentadoras.

—Que es lo que sucede–

Carson: Es lord alankaz–"Tan pronto como fue pronunciado aquel nombre todos los presentes en el salón, quedaron estupefactos mirándose unos a otros, incluso el rey tuvo un reflejo de miedo en sus ojos"–Piensa atacar nuevamente, esta reuniendo a los desterrados señor.

B.D: Greg esto es malo.

Greg: No puede ser, es terrible.

B.D: Creo que tendremos que adelantar nuestros planes, necesitamos a los ejércitos unidos.

Bárbaros entre Reyes (CORRIGIENDO) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora