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De nuevo todo cae, como la niebla sobre las montañas en una tipica madrugada de invierno y todo se cubre de un gris ceniza.

Mirar por la ventana sin saber que me depararan los minutos y las horas.
Esperar a que la calma me abrume como cada latido de mi desazonado corazon.


Los rayos del sol comienzan a brotar del basto firmamento... Como si precediesen a la tormenta y a sus rayos que como espinas alaban malos presagios.

Suspirando, alzo mis retinas, dando claridad a mi mente.


- Hoy... Mañana... Y siempre...

Retirandome llego hasta mi tocador, me observo cual leon que visualiza su presa y con las mismas de un solo golpe lo lanzo hacia la puerta.

Ojerosa, el hielo de mis oquedades invade la estancia y como final instante manifiesto:


-Ni hoy... Ni mañana... Ni nunca jamas.






Fdo: Sandra

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