Una guardia una historia

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Dia a dia nuestras historias comienza al iniciar las guardias , el primer llamado del turno fue una consulta a domicilio a una mujer de edad avanzada. La glucosa ocasionada por la enfermedad fe diabetes le jugó una mala pasada y los familiares que llamaron a la ambulancia ante su palidez.

Recuerdo que comentábamos en el trayecto mis compañeros y yo , en el turno no hubo ni muertos ni atropellados.

Ya casi daban las dos de la tarde y estaba a punto de terminar el turno cuando el mi buen amigo valenzuela , responsable de conducir la ambulancia, me preguntarisa si me gustaría concluir mi jornada en saldo blanco, ya casi a la hora de salida había salido de última hora un servicio. No pude negarme y emprendimos el viaje hacia un pueblo cercano

No recuerdo la calle, pero sí que habia una farmacia en la esquina. Ahí estaba un hombre haciendo señas para abrirnos paso. Ya que se cruzaba la salida de los estudiantes de una primaria. Había mucha gente, niños con sus mochilas, hombres y mujeres mirando a aquel hombre desvanecido en medio de la calle, con el pecho descubierto, recibiendo reanimación cardiopulmonar por las enfermeras de la escuela.

En cuanto llegamos, al lugar rapidamente vajamos de la ambulancia con el aquipo de parada cardiorespiratoria La obesidad de aquel hombre hacía más complicadas las maniobras. Continuamos con la reanimación de : 100 compresiones en el pecho por minuto con los brazos para restablecer las palpitaciones del corazón de manera natural. Luego administraron una inyección de adrenalina y no hubo respuesta. Pasaron cinco minutos y la escena seguía siendo la misma, el cuerpo no respondía.

Los intentos continuaban, tratabamos de reanimar al hombre sin éxito. Vino la segunda dosis de adrenalina y nada. en ese momento valenzuela sugiere tratar la emergencia con el desfibrilador para aplicar descargas eléctricas con esta máquina porque el paciente estaba en estado critico

En esos momentos, decidi Apoyar la sugerencia de valenzuela con la aplicación del DAE desfibrilador automatico externo

Sentía como si estuviera viendo una escena de esas series televisión de médicos salvando vidas, a pesar de que ha diario vivimos situaciones de este tipo no nos acostumbrábamos a esto al ver a un hombre en una situación en la que yo, por algún motivo, o causa de destino yo lo queria salvar y luchar por su vida.

Por unos instantes, mientras mi compañero valenzuela dotaba de la maleta las jeringas y la adrenalina, sentí por primera vez la fragilidad a la que estamos expuestos todos los seres humanos y que en cualquier momento podría sucederme algo así y mi familia tal vez no se enteraría de mi paradero.

Fueron tres descargas las indicadas por el desfibrilador Ya no quedaba más tiempo, este hombre todavia tenia una segunda oportunidad se tenía que realizar una intervención mucho mayor, pero esta maniobra se tenía qué hacer en la sala de emergencias a si que rápidamente pedí apoyo a ocho hombres para subir a este hombre a la ambulancia recuerdo que tardamos pocos minutos para trasladar al paciente a la unida de emergencias

Dentro de la ambulancia el escenario fue el mismo: descargas eléctricas y otra inyección de adrenalina, y parecía que todo intento no provocaría ninguna reacción.

El movimiento de la ambulancia, la sirena y el ruido del tránsito eran ajenos a nosotros; los nervios, la adrenalina por llegar a tiempo al hospital eran más fuertes que eso. Tras varios intentos, la reanimación cardiopulmonar dio resultados: el corazón de ese hombre comenzó a reaccionar. Ya tenía pulso.

Hubieran visto la cara de todos mis compañeros dentro de la ambulancia. Yo como paramédico, el conductor, una enfermera y yo brincamos de gusto, creo que sólo nos faltó abrazarnos de la emoción. Aquel corazón latía y era todo un acontecimiento, un motivo para festejar, como cuando tu equipo de fútbol anota gol. Así nos sentíamos todos, contentos de haber sido un instrumento para auxiliar a un humano que estaba en ese hilo delgado entre la vida y la muerte, y que por lo visto la había librado.

Todo estaba bajo control, aquel hombre ya respiraba. Yo sólo pensaba en su familia que al verlo en el hospital dirían ¡que susto nos metiste! Y también en lo que pasaría después: la recuperación en el hospita

Faltaban cuatro minutos para llegar a la sala de urgencias de la ciudad más cercana . El siguiente paso era dejar al paciente con los médicos y ellos ya se encargarían de lo demás. Al cerrar las puertas todo terminaba para nosotros con una gran sonrisa: ayudamos a un hombre.

Sólo me tomo unos minutos para dar el reporte del hecho por escrito en el hospital y de paso ver en qué terminaba la historia. Ese siempre es un procedimiento de rutina que realiza esta institución.

Minutos de salir del hospital, con el rostro desencajado. Aquel hombre al que festejamos antes porque se lo arrebatamos a la muerte, aquel corazón que tuvo la suficiente fuerza para regresar después de quedar inerte unos momentos a si es como dia a dia vivimos los bomberos de la ciudad -------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------

Mi segunda oportunidadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora