La leyenda del AC Cobra es una de las mejores del mundo del automóvil. A un granjero de pollos de Texas (y piloto de carreras), Carroll Shelby, se le ocurrió elevar a la quinta esencia el coche inglés AC Ace poniéndole con calzador un motor americano V8 y crear así un Cobra que respiraba fuego.
El motor americano fue el entonces nuevo Ford V8 de bloque corto que en principio tenía 2.6 L y luego se le unió otra versión de 4.2 L.
La compañía se quedó tan impresionada con el V8 de Shelby que dió por zanjado el contrato con Ked Rudd, que hasta entonces era el proveedor del motor de seis cilindros Ford.
Pasado un año de fabricación, el motor de 4.2 L se sustituyó por otro de 4.7 L dando como resultado el Cobra 289, el segundo de los modelos más conocidos de la marca en todos los tiempos. Los pasos de rueda no se ensancharon, con lo que el V8 Cobra y el Ace eran casi iguales a excepción, claro está, de su relumbrante transformación.
Los últimos Cobra 289 recibieron el nombre de Sport y tenían los anchos pasos de rueda del anterior modelo 427.