Annie bajó del autobús y se dirigió hacia al hotel, envuelta en una nube de seguridad y guardaespaldas.
-¡Rob! ¡Rob!- gritó a su representante.
-¿Qué ocurre, querida?
-¿Hay fans?
-¡Por todas partes! Pero tú tranquila, están en la zona delantera. No te molestaran.
-Quiero ir a saludarles.
-¿Qué? ¿Te has vuelto loca? ¡Tenemos que prepararte para la Premier de esta noche!
-No importa, tenemos tiempo. Ahora quiero ir a saludarles.
Rob bufó.
-Está bien. Pero date prisa, joder. Ahora tengo que llamar a las de maquillaje.
El hombre se alejó; hablando por teléfono.
-Vamos.-dijo un hombre robusto, agarrando del brazo a la joven.
Annie obedeció. Llegaron a la puerta principal del hotel. En la calle, había unas trescientas o cuatrocientas personas esperando.
Annie salió y todo el mundo se dirigió hacia ella en busca de una foto o un autógrafo. Annie se lo concedió, a la mayoría, hasta que la seguridad que estaba a su cargo, le obligaron a entrar de nuevo.
Subió a su habitación, la estaban esperando todas las de maquillaje, vestuario y peluquería. Estuvieron tres horas trabajando en la joven. Tres horas, sin descanso, más tarde, ya estaba lista.
Se quedó pensativa, frente al espejo. No veía a la misma chica que hace un año. La chica que veía ahora, grababa discos. Era más alta. El pelo le tenía más largo y ya no lo tenía tan rizado. Tenía unas leves ondas doradas en su lugar. Había adelgazado mucho. Muchísimo. Estaba en forma. En muy buena forma. El acné había desaparecido por completo y los ojos se le habían aclarado. Eran verdes y deslumbrantes. Se sentía orgullosa de sí misma. Había sufrido mucho hace unos años. Tenía miedo de mirarse al espejo. No quería ver su horrible reflejo.
Ahora, cuando se veía ahí. En el enorme espejo de la habitación más grande del London Palace, se sentía fuerte, preciosa pero, sobre todo, sentía que nada podía con ella.
Recordaba aquellos malvados niños de la escuela de primaria. Se dedicaban a destrozarla por dentro. “Nunca llegarás a nada”, “Cantas fatal” eran las cosas que le repetían sin cesar. Día tras día.
Pero ahora, con toda seguridad, podía subirse a un escenario, disfrutar la sensación de euforia al estar cantando al son de la música, la satisfacción de los aplausos, eso tan extraño e incómodo que sientes cuando suena la primera nota de una canción, la potencia de un foco al alumbrarte… Era lo mejor que la había ocurrido nunca. Estaba viviendo un sueño. Su sueño. Era todo tan perfecto. Pero, por suerte, esto solo estaba comenzando y ya se sentía en la cima del mundo.
Llamada entrante. Número oculto.
-¿Sí?- contestó Annie.
-Hola… ¿Annie?
-¿Sí? ¿Quién es?
-¿Qué? ¿No me recuerdas? ¡Indignante! ¡Decepcionante!
-No me vaciles.-dijo Annie, entre risas.- A juzgar por tus expresiones y tu inconfundible tono de voz… Diría que eres Harry. ¿Me equivoco?
-¿Qué? ¿Harry? ¿Qué es eso? ¿Se come?- dijo Harry, vacilante.
Annie chasqueó la lengua.
-Bueno, está bien, princesita. No te enfades.

ESTÁS LEYENDO
Dreams.
FanfictionNo quería perderle. ¿Pero a caso tenía otra opción? No. ¿Encontraría alguna vez a alguien como él? No. ¿Se volvería a enamorar? No. ¿Volvería a mirar a alguien como le miraba a él? No. ¿Por qué le dejó ir? Sencillo. A veces, "para siempre" no signif...