Sorpresas

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—A punto estaban sus cuerpecitos de fundirse, cuando acertó a pasar por allí el niño. Al ver a las dos estatuillas entre las llamas, las empujó con el pie lejos del fuego —Minho pasó la página y con una sonrisa quitó un mechón de cabello que tapaba la visión de Key— Desde entonces, el soldadito y la bailarina estuvieron siempre juntos, tal y como el destino los había unido: sobre una sola peana en forma de corazón.

Cerró el libro y Key de inmediato levantó la cabeza del hombro de Minho.

—Esa fue una historia muy bonita —Key y Minho se veían a los ojos acercándose un poco más para escuchar sus respiraciones pero fueron interrumpidos.

—Se ven muy bien los dos ahí —el Doctor se encontraba en la puerta de la habitación con los brazos cruzados —¿En qué momento llegaste? Olvida eso, tengo una mejor pregunta para ti, ¿Cómo fue que entraste a la habitación de Key?

Jinkinstein se adentró mirando con los ojos entrecerrados a Minho.

—Una ventana estaba abierta y yo salté por ahí —Se puso de pie arreglando su ropa mientras trataba de conservar la calma con una sonrisa nerviosa.

—Voy a tener que ponerle seguro a todos los agujeros que tenga el castillo.

—¿Ya no quiere que venga? —entonces Key se puso de pie y caminó hasta dónde estaba Minho poniéndose adelante de él. Su padre suspiró.

—Necesito que nos hagas llegar un mensaje. Key estuvo muy inquieto y no quería que nadie se acercara a ese libro que le trajiste.

—Supongo que le ha gustado tanto que si se acercan mucho piensa que se lo van a quitar.

—Si... De todos modos ya te pasaste de tiempo.

Ese era el momento que menos le gustaba a Minho, cuando tenía que decirle adiós a Key. Ninguno de los dos quería estar lejos del otro, deseaban que el tiempo se detuviera aunque fuera solo por un segundo para seguir estando cerca, querían sentir la piel fría uno del otro cuando Minho le alborotaba el cabello o accidentalmente sus manos se rozaban.

El vampiro soportaría la luz del sol por permanecer aunque fuera un solo segundo al lado de Key, y el muñeco recibiría todos los choques eléctricos que pudiera soportar como castigo por retener a Minho para seguir observando sus ojos.

—¡No, no, no! ¡Lo estás haciendo mal! —Bacon pisó con fuerza los dedos de Minho haciendo que él sacudiera su mano porque la suela de sus zapatos tenía clavos que se le enterraban en la piel— ¡Concéntrate!

—Lo lamento, es sólo que... —Minho se levantó del asiento del piano y se dejó caer en su ataúd— En mi mente sólo está...

—Key —lo interrumpió el duendecillo diciendo el nombre en tono muy agudo y haciendo una mueca— Lo sé, lo sé, lo sé. No es necesario que me lo vuelvas a repetir por millonésima vez, ya me dejaste en claro que hoy fue muy especial para ustedes dos y bla, bla, bla... ¡Ahora quiero ver a tus dedos tocando las teclas del piano!

—Jamás pensé que él se comportara de esa manera —Minho hablaba mirando al techo con una sonrisa ya que recordaba el momento en que lo vio desde el techo del cuarto.

—Yo jamás pensé que terminaría dándole clases de piano a un chupasangre que no aprecia mi esfuerzo, tiempo y dedicación.

—Es que... Yo he notado su cambio y creo que verdaderamente estamos acercándonos un poco más —Bacon se golpeó el rostro con la palma de la mano e intentó no desesperarse.

—Pues si quieres que ese lindo rayo de luna siga "acercándose a ti", ¡Ponte a practicar de una maldita vez! ¡Por Sleepy Hollow! Parece que estoy hablando con un querubín —en ese instante el duendecillo reaccionó abriendo los ojos por lo que había dicho, ¿Era posible que Minho hubiera caído antes que Key? Imposible.

—¿Un qué? —el vampiro se levantó mirando confundido a su amigo.

—¡Nada! Lo que digo es que debes de concentrarte en memorizar las notas para que pronto puedas hacer que el muñeco escuche un poco de música, estoy bastante seguro de que eso le gustaría y es una muy buena forma de acercarte a alguien. —Minho asintió y de nuevo se puso de pie sentándose en el asiento para empezar a presionar sus dedos sobre las teclas.

—Claro, solo tengo una duda más... ¿De dónde sacaste este piano de mi tamaño? —Bacon sonrió y se encogió de hombros recargándose en el atril del piano.

—Parte de las ventajas de ser duende es que pude andar a mi gusto por el bosque prohibido, ya desde entonces me gustaban las apuestas y juegos de azar. Sólo te diré que varios fantasmas me debían deudas y la tarántula aceptó utilizar su hilo para hacer las cuerdas, a cambio le debo una cena hoy.

En ese momento Minho vio como la tarántula salía de la caja del piano y lo saludaba con una de sus patitas.

—Nos veremos más en la noche, preciosa —Bacon sonrió y le guiño un ojo. La peluda araña soltó una risita y se fue caminando muy feliz con sus diez patitas.

—Se ve que ustedes son muy cercanos, al parecer le agradas mucho.

—¿Nosotros? Nah, algo así, es una buena amiga. Deberías probar su sopa de gusanos, es exquisita. Basta de charla, quiero ver que muevas esos dedos.

Do, Re, Mi, Fa, Sol, La, Si; repetía en su mente cada madrugada antes de dormir y durante el camino a casa de Key, en realidad se lo repetía a sí mismo a cada hora del día. Ya se encontraba completamente dispuesto a tocar una pieza musical, decidido a que Key después de escucharlo tocar el instrumento finalmente pudiera decir algo, fue una completa suerte que la momia llegara la noche siguiente con un paquete entre las vendas.

Querido Minho, lamento no haberme despedido como se debía pero quiero hacerte saber que me encuentro muy bien, estoy en San Valentín trabajando como ayudante personal de Cupido, aquí tienen cosas verdaderamente hermosas. Espero que lo que te mando sea de ayuda para impresionar a cierto muñeco que visitas del diario. P.D. Dale un beso al duendecillo de mi parte. Gayoung —el vampiro volvió a sentir el ardor en sus mejillas cuando Bacon se rio a carcajadas y pataleó agarrándose el estómago.

—No es gracioso —dijo arrebatándole de las pequeñas manos la carta— No deberías de ir por ahí contando todo lo que hago, mucho menos los monstruos que me interesan.

—Ah... Pero ella es tu amiga, ¿No? Sería muy imprudente que se lo hubiera comunicado a todos los habitantes de Halloween, además —el duendecillo dio un brinco de la mesa al interior de la caja que ya habían abierto— ahora que Key ya ha escuchado todos esos cuentos de la Aldea Navideña, es tiempo que demos un paso adelante en el camino al Amor.

—Pero no tengo idea de qué son todas estas cosas —el vampiro tomó una cajita con un gran moño y leyó lo que decía— "Besos de chocolate", ¡No sé qué es un beso! —Minho suspiró y se dejó caer en el piso.

Ahora que sus manos ya eran capaces de recordar las teclas y notas, solo necesitaba que sus movimientos fueran más fluidos, pero nuestro querido Asesino Sangriento estaba desesperado.

—Hay un libro que todavía no le llevas a Key —dijo Bacon levantando uno de los parpados de Minho— La primera vez que la bruja mandó regalos yo tomé uno para pasar el rato. Ahí podrás encontrar el misterio del beso.

—Te odio...

—Y yo a ti.

Envenéname el Corazón - MinKeyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora