Idea

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La noche estaba siendo pesada y los ojos de Minho ardían, ya habían pasado varios días en los que permanecía despierto, a duras penas la poca sangre que bebía lo hacía no darse por vencido. Ya ni siquiera sabía cuántas noches se la pasó en la biblioteca de la ciudad, era una fortuna que Bacon lo fuera ver para darle una botella con un poco de sangre. El lugar dónde estaba acomodado era un completo desastre, pero nadie decía ni hacía nada por temor a que el Asesino Silencioso se enfadara, incluso el duendecillo se le unió en la búsqueda de algún remedio para el mal de Key.

-No creo que podamos encontrar algo -Bacon cerró el libro que estaba leyendo, "Pociones y Hechizos VII". A él lo vencía muy rápido el sueño, se sentía casi obligado por Minho para no cerrar los ojos, incluso una vez se cayó del librero por su cansancio ya que su cuerpecito no lo soportaba -Ya hemos buscado en todos los libros que existen.

-Debe de haber algo que no hemos encontrado -el vampiro caminaba de un lado a otro con un gran libro en las manos, ni siquiera se daba cuenta de que estaba en el techo yendo en círculos alrededor del lúgubre candelabro.

-¡Pero ya revisamos todo lo que hay aquí más de tres veces! -Bacon resopló y fue a sentarse al lado de la tarántula, ella también los acompañó en su búsqueda por una respuesta. Era una suerte que ese lindo arácnido los animara y distrajera al menos un poco al duendecillo.

-Ni siquiera sé con exactitud lo que estamos buscando. Sé que intentas ayudar -entonces le susurró a su peluda acompañante- y que yo fui quién te dio cuerda para que lo hicieras... ¡Pero no podemos seguir así el resto de nuestras miserables vidas! Puede que incluso estemos buscando en la sección equivocada.

-Tienes razón.

Bacon abrió los ojos con sorpresa y vio como el vampiro daba un salto del techo y caía de pie en el piso sin arruinar alguno de sus cabellos.

-He sido un poco injusto contigo. Deberíamos de volver a casa y tomar un descanso, tal vez así tengamos más energía para regresar a buscar.

Aunque la idea no le agradaba a Bacon, le sonrió a su amigo y se levantó estirándose un poco, los huesos le dolían.

-Tú eres el que más necesita dormir, ¡Y deja algunos libros para la biblioteca! Ni siquiera has podido regresar todos los que te llevaste de las Fiestas sin fin. -Minho sonrió.

Era cierto que todavía le faltaban dos libros por regresar, pero no era del todo su culpa, el duendecillo también se la pasaba revisando las páginas de esos gigantes bien decorados.

Ambos recogieron todo su alboroto e intentaron dejarlo como estaba en un principio, ahora Minho había aprendido algo, es más difícil acomodar que deshacer. Cuando llegaron a la gran puerta notaron que el sol estaba a punto de salir, ¿Tanto tiempo se había quedado encerrado? Por el olor de su ropa y la sensación polvosa de su cuerpo le contestaban a la perfección. El vampiro sacó sus lentes de sol y abrió la sombrilla que cargaba consigo, entonces se dispuso a abrir la puerta y caminar lo más rápido posible a su casa.

Estaba casi corriendo entre las calles cuando pudo distinguir a cierto monstruo arrastrando un carrito con varias partes de diferentes cuerpos de la tienda de Dodo, iba a seguir su camino pero le llamó la atención ver algo demasiado fuera de lo común en las tierras tenebrosas.

-¡Taemin! -el nombrado dio un pequeño brinco y se puso justo enfrente de su propio carrito, intentando cubrir lo que llevaba consigo -Es una novedad verte por aquí.

-Eso debería decirte a ti, hace mucho que ya nadie te ve en los alrededores de la ciudad. Se murmura que incluso te estas volviendo como uno de los zombies.

-No tengo tanta suerte como para eso, créeme -fue ahí cuando aprovechó para hacer la pregunta que en realidad lo había orillado a hablarle -¿Qué es lo llevas contigo?

Eso tomó un poco de sorpresa al payaso puesto que ya estaba dando sus primeros pasos para irse. Pero ya había pensado mucho antes en la respuesta que daría si cualquiera se le llegaba a acercar por curiosidad.

-Son para mi padre, me ha pedido conseguir algunos brazos y piernas porque los suyos le comienzan a doler... Cree que al igual que nuestra casa, se está pudriendo. Aunque no he podido conseguir todo -el payaso entrecerró los ojos y se le acercó unos centímetros- No hay un solo corazón que pueda llevarme, Dodo dice que el Doctor Jinkinstein se los lleva en cuanto llegan a la tienda, sus sirvientes los buscan con urgencia. Ya llevo dos meses sin conseguir uno... ¿Qué es lo que está haciendo ahora ese científico loco?

-¿Y por qué me lo preguntas a mí? -Minho se mantuvo serio, sin mostrar alguna señal de pánico o ansiedad.

-Eres muy cercano a él. Sé que has estado viéndolo estos últimos días, ¿Qué es lo que traman?

-Mejor dime las razones por las cuales llevas esos juguetes y ropas de niños humanos.

-A diferencia de ti, me la he pasado estudiando para que el próximo año pueda ser el mejor monstruo de ciudad y finalmente arrebatarte el título que me corresponde. Voy sembrar el temor en aquello que los llena de alegría y felicidad para que jamás se sientan seguros, seré la nueva sombra que los atemorice y su principal pesadilla.

El Payaso Tenebroso caminó empujando al vampiro y se fue muy enojado arrastrando su carrito. A Minho no terminaba de convencerle aquello, pero no tenía ninguna otra explicación y no quería pensar más porque pronto la cabeza le comenzaría a doler.

Llegando a su casa pudo respirar un poco mejor, sentía que en cualquier momento caería al piso si no se apresuraba a llegar al ataúd, dio unos cuantos pasos y finalmente pudo sentir nuevamente un poco de tranquilidad.

-Descansa un poco, murciélago. Te tienes ganado dormir hasta que vuelva a salir el sol.

El duendecillo se acomodó a un lado suyo cerrando sus ojos. A Minho le pareció algo gracioso y se dio la vuelta para tener algo de privacidad en su propia cama.

-Espera sólo un poco más...

Minho dio un bostezo y fue cerrando sus ojos lentamente percibiendo que el sueño lo abrazaba como la ligera brisa que crea el otoño cuando las calabazas tiene el mejor sabor de todos, fueron tal vez dos o tres segundos los que sus parpados se cerraron para luego abrirse. El vampiro se levantó con fuerza haciendo que el duendecillo saliera volando del ataúd.

-¡Qué rayos te pasa! -dijo Bacon agarrándose de la orilla del ataúd para no caer, su sombrerito puntiagudo casi se le caía de la cabeza. Cuando por fin pudo caminar a dónde se encontraba el vampiro, él se dio la vuelta.

-Tenías razón.

-¿A qué te refieres? -Bacon estaba tan confundido.

-Nos la pasamos buscando en la sección equivocada, todo este tiempo tuvimos la respuesta frente a nuestras narices y no la vimos.

-¿Podrías ser un poco más específico? ¡Ya me quiero dormir!

Minho puso frente a la cara de su amiguito la solución a la búsqueda.

-Oh no...

-Oh sí.

-¡No! ¡Es muy arriesgado, no tenemos ni idea de lo que nos espera por allá!

-Tiene sentido. Si estamos buscando un corazón nuevo, quién mejor para darnos uno que Cupido. Tengo que ir a San Valentín...

-Estando cuatro días de su celebración es muy loco... Te ordenaré un protector solar extra potente.

Envenéname el Corazón - MinKeyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora