DESPUÉS DEL TITANIC (COMPLETADA)

CAPITULO 3

—Sí...sí. —responde ella algo nerviosa incapaz de apartar la mirada de esos ojos y esa sonrisa.

A unos metros de la pareja, su doncella mira la escena con una mezcla de sorpresa y complacencia. Quiere mucho a la sobrina de Finn y la conoce demasiado bien. Conoce sus anhelos y sueños.
Ya que tiene que casarse obligada por sus progenitores espera que al menos disfrute lo que le quede de libertad.

Aunque le prometió a su tío que le mantendría informado de cada paso de la joven y la vigilaría nada le obliga a contar la verdad. Le prometió escribirle contando todo lo que suceda en el viaje aunque no tiene que ser necesariamente cierto lo que decida contarle. Ella desprecia a ese individuo más que su compañera porque es un cerdo degenerado y un mal hombre.

—Me llamo Michael, Michael Jackson. —se presenta el muchacho ayudando a la mujer a incorporarse, besando su mano a continuación.

—Brianna. —responde ella.

—¿Brianna..? —contesta el muchacho esperando que la joven le proporcione más información sobre su identidad.

—Solo Brianna. —dice la joven sonriendo al hombre de piel morena que tiene frente a ella.

—¡Vaya! Una mujer llena de misterio. —interviene él con tono seductor. —Eso me gusta. Me fascinan las mujeres misteriosas. —se sincera el muchacho de piel oscura con tono pícaro. —Espero tener la ocasión de volver a ver de nuevo esos hermosos ojos. —dice él besando de nuevo la mano de la muchacha. —Tengo que retirarme. Con permiso. —sonríe esta vez a ambas mujeres.

Impactada todavía la chica observa a ese hombre de piel achocolatada alejarse del lugar. Cuando gira la cabeza, descubre a su amiga mirándola.

—¿Qué? ¿Por qué me miras así? — pregunta la joven a su doncella.

—No sé. Dímelo tú. Ese hombre te dejó sin palabras. —dice la criada.

—No digas tonterías. —niega ella mirando en la dirección en la que el joven se alejó.

—¿Y ese sí...sí tembloroso cuando te preguntó qué tal te encontrabas? Perdóname el atrevimiento al hablarte así pero es lo que he visto. Ese hombre te impactó, aunque deberías recordar que estás a punto de casarte. A tu tío no le gustaría saber que un hombre como él te removió por dentro. —se sincera Keeva.

—¿Un hombre cómo él? No sé a que te refieres. —dice la chica sin comprender.

—Un hombre negro. —le aclara su criada.

—¡Finn que se vaya al cuerno! —protesta la muchacha molesta. —Con un poco de suerte no le veremos más. —se sincera. —Además, no entiendo que es lo que tiene de malo su color de piel. A mi vuestra tonalidad de piel me parece preciosa. —sonríe Brianna a su amiga acariciando uno de sus brazos con cariño.

La empleada le devuelve la sonrisa.

—Desde la época de la esclavitud somos considerados inferiores por el color de nuestra piel. Sí, la esclavitud se abolió hace mucho tiempo, sin embargo aún somos considerados inferiores.

—La sociedad aún tiene avanzar mucho. Seguro que algún día todo cambia y os tratan de igual a igual. —la consuela su compañera.

—Tú eres una mujer increíble y una persona maravillosa, pero me temo que por mucho que avance la sociedad siempre existirá gente que nos considere inferiores y se encargue de demostrarlo. —se lamenta la doncella apesadumbrada.

—No pienses en eso ahora, Keeva. Sigamos paseando. Tal vez sea la primera y la última vez que viajemos en el Titanic.

El olor a mar inunda cada rincón del trasatlántico, los pasajeros de primera clase transitan por él. Matrimonios de la alta sociedad dejan a sus hijos pequeños con las institutrices que los vigilan mientras corretean por la cubierta jugando con los juguetes típicos de la época.