DESPUÉS DEL TITANIC (COMPLETADA)

CAPÍTULO 4

—¿No te parece un poco atrevido decir esas cosas a una mujer a la que acabas de conocer? —responde ella fingiendo ser una mujer desagradable que detesta esa clase de actitudes, pero con el corazón aún algo agitado por la proximidad del muchacho.

A pesar que es una rebelde para algunas cosas, también es muy romántica. Y aunque anhela encontrar el amor sabe que estar atada a un desconocido por un compromiso matrimonial impuesto lo dificulta mucho. Es una romántica a pesar que trata de mostrarse más cerebral y mantener la cabeza fría. Puedes amar mucho a alguien pero hay cosas que no se pueden ni se deben aguantar por amor.

Siempre ha estado convencida que el amor se da poco a poco, de manera gradual. Se burlaba un poco de esas mujeres que se casaron enamoradas, o eso decían ellas, que aseguraban que supieron que se casarían con el que ahora era su esposo desde el primer instante en el que le vieron. Hablaban de corazones agitados y amores a primera vista desde que sus miradas se cruzaron por primera vez. Cada vez que las escuchaba hablar así, la joven negaba con la cabeza. No podían ser tan tontas como para creer en cosas así. Se creían lo que decían. En ese entonces las hubiera golpeado para que dejaran de ser tan bobas y crédulas, que dejaran de tragarse todo lo que las novelas rosas contaban. Estaban enamoradas del amor.

Y sin embargo, ahora ella está en una situación peculiar que no podría, ni sabría explicar. Desde que ese hombre que tiene enfrente la tomó por la cintura para evitar su caída no sabe lo que le ocurre, su paz se ve alterada cuando le tiene cerca. Y cada vez de esos dos ojos marrones de mirada profunda se posan sobre ella, Brianna siente como le penetran hasta el alma. Su mirada la hechiza de tal manera que queda enganchada a ella sin poder reaccionar. Además a esa mirada que embruja la acompaña una sonrisa perfectamente blanca y alineada, con la que podría iluminar el barco entero. Ese hombre tiene una sonrisa como no había visto jamás. Fascinante.

En el lugar donde se lleva a cabo la fiesta, ambos parecen ser el centro de atención pero no por sus atuendos. No tiene nada que ver con eso. Lo que llama la atención es que un hombre negro y una mujer blanca, aunque de piel tostada, no sólo compartan un rato juntos, sino también un baile. Es algo que las personas de ese estrato social no están muy acostumbradas a ver, pues aunque Michael posee tanto o incluso más dinero que varias de las personas que se encuentran allí, esa escena llama demasiado la atención y no es visto con buenos ojos.

A pesar que la esclavitud se abolió hace tiempo ya, el racismo sigue presente y latente en la sociedad. Además que la muchacha no haya establecido un mínimo contacto con las personas de su misma clase social desde que subió al trasatlántico, ni muestre interés en ello, no ha sentado muy bien entre los pasajeros de primera clase.

La joven no siente ningún interés en relacionarse con ellos, ni de participar en sus insustanciales conversaciones que tanto la aburren.

—Sí, quizás suene un tanto atrevido y te pido mil disculpas si algo de lo que dije te molestó, pero por otra parte solo he dicho lo opino. Si algo me caracteriza es decir lo que pienso guste o no. —le sonríe él. —Solo comenté lo evidente. Eres una mujer hermosa. Todos los hombres de este lugar te miran desde que apareciste aunque no deberían ya que algunos de ellos están aquí con sus esposas y otros con sus "amiguitas". —le explica él mientras ambos comienzan a bailar.

—¿Amiguitas? —se sorprende ella. —¿Quieres decir amantes? —responde ella.

—Veo que eres una chica lista además de bella. —contesta rozando con delicadeza su cuerpo mientras danzan.

—Ya veo. Y supongo que puesto que eres hombre piensas que esa clase de mujeres son todas unas...sin embargo, seguro que alguna de esas mujeres será tu amante y engañas a tu esposa con ella. –comenta ella decepcionada del chico del guante blanco.