CAPÍTULO 9

64 9 14
                                    

El muchacho que es egoísta y prepotente, incluso más que su hermano mayor, al igual que lo era el individuo del cual descienden, el esclavista El Demonio apodado así por su imitada crueldad y maldad, no se toma demasiado en serio la amenaza recibida pues cree que es algo que ese hombre tan solo dice por odio y rabia pero que no tiene intención de llevar a cabo de modo que se despreocupa. ¿A él quién va a tocarle? Nadie se atrevería y menos perteneciendo a la familia a la que pertenece. Los O'Sullivan son gente respetada tanto en Irlanda como en Estados Unidos. Y muy poderosos, unas personas con las que todo el mundo quiere hacer negocios. Todo el que se asocia en ellos sale, en principio beneficiado, al comprobar como su dinero crece al unirse a ellos. Los O'Sullivan son habilidosos para los negocios y hacen ricos o más ricos a aquellos que se alían con ellos. Sin embargo, no todos los miembros de la familia poseen esa capacidad para oler buenos negocios y generar tantos millones de ganancia. Finn no tiene esa habilidad, ese olfato y aunque durante un tiempo las finanzas familiares parecen haber ido bien, ha sido más la suerte que un verdadero don.

Lejos de allí, Anna sigue disfrutando de su noche de amor con el mestizo que la trata como si fuera lo más valioso del mundo. La delicadeza y ternura con la que la trata hace llorar a la madre de Brianna.

—¿Qué pasa amor? ¿Te hice daño? —le pregunta ese hombre al que tanto ama acariciando su cara mientras sus cuerpos siguen uniéndose en una danza delicada y sensual.

—No me pasa nada, es que hacía tanto tiempo que un hombre no me regalaba dulces caricias mientras... —responde ella recordando las veces que su marido ha poseído su cuerpo para saciar sus deseos más básicos y primitivos.

Él se sorprende y sus movimientos cesan para escuchar lo que la mujer que ama tiene que decirle.

—Pero tu marido...Él...

—Es el hombre con el que me casaron, yo no lo elegí. Nunca lo he querido, pero si al menos hubiera sido un buen marido...Ya que debía cumplir con él con mis obligaciones conyugales, si por lo menos hubiera sido un hombre considerado, si me hubiese mostrado un mínimo respeto, si no me hubiese tratado de la manera que lo ha hecho, al menos podría haberle tomado aprecio. —se sincera ella.

—¿De qué estás hablando? —
pregunta él.

—No importa, vamos a dejarlo ahí. Lo importante es que estamos juntos aunque sean unas horas. —sonríe Anna.

—No, a mi si me importa y no voy a parar hasta que me lo cuentes todo. —le dice John con ternura. —¿Qué te ha hecho ese sinvergüenza?

—Tomar mi cuerpo sin ningún tipo de consideración, ni delicadeza, de manera brusca y sucia, sin importar lo que yo pudiera estar sintiendo en ese momento o si me apetecía tener sexo con él. Realmente nunca me apetecía, apretaba los dientes y los puños esperando que todo acabara lo antes posible. En algunas ocasiones después de...terminar, se levantaba, tomaba un fajo de billetes entre sus manos y los tiraba con desprecio encima de mi cuerpo. Luego se iba a duchar y salía de la habitación sin ni siquiera girarse para ver si me encontraba bien. No contento con eso, me era infiel con otras mujeres. —se lamenta la dama con el mestizo. —No es que eso me importara, ni me doliera porque nunca he sentido nada por él, pero el muy descarado se acostaba con otras mujeres en la misma cama que ambos compartíamos. Un día le sorprendí con dos mujeres No le bastó con estar solo con una, se trajo dos mujeres. Y cuando se dio cuenta que le había descubierto ni siquiera se molestó en cubrirse y parar. Por el contrario, parecía complacido de que le hubiese descubierto y siguió con lo que estaba haciendo. Y mientras tenía sexo con esas dos mujeres me miraba para provocarme. Y luego me llama golfa el día que me niego a estar con él.

—¡Tu marido es un impresentable! —dice el mestizo acariciando el cabello de Anna. —Y violento además. Si vuelve a insultarte... —dice John molesto.

—No me sorprende, aunque conmigo nunca ha sido violento en ese sentido, todavía, aunque si bastante desconsiderado. Físicamente no ha sido violento, pero si psicológicamente. Y brusco cuando... —se sincera la mujer cerrando los ojos y poniendo cara de asco al recordar los momentos en los que su esposo tomaba su cuerpo sin importarle en lo más mínimo su opinión.

Lejos de allí, alguien espía a la futura esposa del mestizo siguiendo cada uno de sus movimientos. La dulce Amy ignora que es el centro de una peligrosa obsesión y que puede estar en peligro. Ignorando este peligro la joven se reúne con su madre para seguir con las últimas compras para su boda.

En el Titanic, Keeva conoce a un joven italiano, un inmigrante que desea llegar a Estados Unidos para comenzar una nueva vida allí, tener un nuevo futuro y reponerse de la muerte de su esposa y sus hijos, ocurrida hace seis meses. La atracción enseguida surge entre ambos aunque la amiga de Brianna tiene miedo de los hombres por culpa de los abusos y violaciones.




DESPUÉS DEL TITANIC (COMPLETADA) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora