Capítulo 8

984 69 3
                                    

¿Alguna vez habéis estado castigados? Yo nunca, excepto hoy. Un profesor nos ha dejado castigados por no entrar a su clase y encima nos ha pillado. Estamos en el aula de castigo. Sentados cada uno en una mesa, lejos del resto. Somos unos cinco. No podemos hacer nada, salvo esperar a que el profesor no deje marcharnos.
El profesor está leyendo las noticias es su ordenador portátil. Miro a mi alrededor, solo conozco a dos personas del grupo. Una es una chica no muy alta, pelirroja, llamada Steisy, masca chicle como si fuera un caballo comiendo. Me pone de los nervios. El otro que conozco, es Archie.
Archie me mira de vez en cuando y me sonríe. El otro día me derrumbe en sus brazos. Estuvo toda la noche a mi lado, me hizo la cena, me hizo reír, me hizo sentir mejor y por su puesto se lo agradezco muchísimo.
—¿Cuánto queda? -dice mientras masca el chicle de una forma exagerada.
—¿Podías dejar de masticar así? -le pregunta el chico de la última fila. Es que me está dando ganas de vomitar -añade y hace el gesto de dar una arcada.
—Tú, cállate chupapollas -le grita.
—Mejor chupapollas que choni -le espeta la otra chica que hay en la habitación.
—¿Y a ti quién te ha preguntado? -le contesta Steisy.
—El mismo que a ti no te enseño el significado de la palabra educación.
Archie ríe.
—¿Te parece gracioso pelirrojo? -le pregunta Steisy.
—Sí, me ha parecido gracioso. ¿Te molesta?
—Friki -le responde.
—Mejor friki que choni -digo tajante.
—Vaya pero si la pija habla -me mira con asco.
—¡Silencio! -grita el profesor.
Todos nos callamos, no queremos que esto se alargue más.
Me pongo a observar la habitación, no hay nada interesante que comentar, excepto el reloj de la pared y su ruido molesto. En serio, si pudiera lo estamparía contra la pared. Estoy observando el reloj detenidamente cuando una pompa me saca de mi paranoia.
—Tire el chicle señora Ramirez -le dice el profesor.
La chica se levanta y lo escupe a la papelera.
—Por favor que ordinaria -susurra el chico de atrás.
Me giro, le miro y sonrío.
—Ordinaria se queda corto -le susurro y él se ríe.
—Soy Nico -susurra.
—Emma -sonrío.
—Un placer -añade.
—Os escucho susurrar -dice el profesor sin apartar la mirada de la pantalla de su ordenador.
—¿Nos queda mucho aquí? -pregunta la otra chica.
—Señorita Ruiz, queda todo lo que yo quiera, habéis incumplido las normas.
—Señor, tengo un examen importante mañana a primera hora, me gustaría poder estudiar.
—Lástima, la próxima vez piense antes de saltarse las normas.
—Calvo de mierda -susurra pero solo la escucho yo.
Él tiempo parece haberse detenido entre esas cuatro paredes. Ahora que me fijo la habitación es realmente pequeña, creo que me empiezo agobiar.
—Tenéis cinco minutos para ir al baño, coger vuestros teléfonos o lo que queráis hacer.
—¿Podemos fumar? -pregunta el chico del final.
—Cinco minutos.
El chico se levanta y sale al porche de fuera. Me levanto y salgo detrás de él y acompañada por el resto. Steisy saca su teléfono y se sienta al margen de nosotros en un bordillo. La otra chica se apoya en una columna y cierra los ojos, creo que está intentando relajarse por ese examen que le preocupa. Archie se acerca a ella. Nico saca su cigarro y se pone a mi lado.
—¿Fumas? -me pregunta.
—De vez en cuando.
—¿Quieres?
—No me apetece, gracias.
Nico me mira y sonríe.
—¿Por qué sonríes?
—Porque nunca te he visto por aquí. ¿No duermes en las residencias verdad?
—Tengo un piso alquilado con Archie.
—Vaya, quien me iba a decir que esta chica comparte piso con el pivón de todo el centro.
—No me gusta revelar mis secretos.
Nico sonríe.
—Menuda suerte tienes.
—¿Por?
—Por vivir con Archie. Seguro que te envidian muchas chicas y chicos, yo incluido.
—¿Te gusta?
—¿A quién no? Mírale.
—¿Por qué no le hablas?
—Porque los chicos como yo, somos invisibles para el resto de las personas de este mundo.
—Lo dices porque eres gay.
—Lo digo porque soy el bicho raro -tira el cigarro.
—Yo no creo que seas raro, de hecho creo que eres lo menos raro que he visto por aquí.
—Lo dices por cumplir.
—No, para nada. No soy de ese tipo de personas.
—Pues en ese caso, enhorabuena. No quedan personas así.
—Estoy de acuerdo en eso -sonrío.
—Chicos para dentro -dijo el profesor justo cuando pasaron lo cinco minutos.
Otra vez en ese infierno de habitación. El tiempo parado y yo atacada de estar allí hasta que ocurrió lo que ninguno de nosotros se esperaba.
La puerta se abrió y entro el director acompañado por la subdirectora. Nos dieron permiso para irnos pero ellos se quedaron hablando con el profesor.
—¿Qué acaba de pasar? -pregunto.
—No tengo ni idea -susurra Nico.
Ninguno de nosotros sabíamos que acaba de ocurrir. Pero ningún nos quedamos para averiguarlo.

Cuando llegamos al piso, me tiré en el sofá. Por fin estaba en casa. Donde él tiempo fluía como siempre y donde mis problemas me esperaban. Pero esta vez no había problemas, solo silencio. Un enorme silencio que hacía que me sintiera incómoda.
—¿Quieres que pidamos algo para cenar?
—Sushi por favor -le contesto a Archie.
Me levanto del sofá y comienzo a sacar los vasos, mientras Archie llama para que nos traigan la cena.
Mi móvil suena, pero lo ignoro.
—Me encanta compartir piso contigo -le digo Archie.
—¿Estás mejor? -me pregunta.
—Mucho mejor, y todo gracias a ti -le abrazo.

Un nuevo comienzo (Más que hermanos 3)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora