Capítulo 8

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Sonó mi despertador.

Me levanté de un salto de la cama y me apresuré para salir corriendo a la escuela.

—Tikki ¿por qué no me levantaste? —dije poniéndome mi playera

—Perdón Marinette, pero soy por mucho más pequeña y ligera que tú, así que no te iba a despertar ni aunque quisiera —me miraba moviéndome de un lado al otro —por cierto —ya había acabado de vestirme, solo me faltaba peinarme —ayer con Chat las cosas se pusieron interesantes ¿no? —me quedé helada, pero me sonrojé como un tomate

—Y-yo... quizá puede que... mmm... hayamos hecho... más tiempo del necesario —traté de seguir peinándome

—Marinette, seamos honestas te gusta Chat Noir, y mucho

—Cla-claro que n-no Tikki no seas boba... es solo que... —dije tratando de negar lo que ella decía

—A mí no me engañas, pero bueno deberías correr a la escuela, o llegarás tarde —miró mi reloj

Tomé mi bolsa y Tikki se metió en ella, también tome mi mochila y corrí hacia la escuela.

Cuando llegué, con una increíble falta de aire, vi que todos estaban susurrando cosas.

Vi a Alya en una esquina con su teléfono, cuando llegué hasta ella la salude.

—Alya, ayer no llegaste a mi casa ¿que pasó? —dije tocándole el hombro

Ella me sonrió.

—Mi madre dijo que tenía que ayudarla con mis hermanas, así que di la media vuelta y regrese a casa, perdón por no avisarte —dijo guardando su teléfono

—Oye cambiando de tema, ¿tú sabes que es lo que está murmurando todo el mundo? —señalé a una chica que estaba susurrándole algo a su amiga

—A si, es del chico nuevo, todas dicen que es muy guapo pero que como no habla mucho y es un poco engreído no se le iban a acercar —Alya se encogió de hombros

—Ah, así que es sobre Adrian —hice el mismo gesto

—Si, sobre él, oí también que lo sentaron al lado tuyo amiga, vaya suerte que tienes —me dio unas poco reconfortantes palmadas en la espalda

—Si, la verdad es que puede llegar a ser incómodo, peor nada que no pueda controlar —sonreí

Sonó el timbre. Genial.

—Ups, deberíamos irnos a clase

—Si claro, vamos —caminamos hasta el salón, cuando entramos solo estábamos: Nino, Alya, Adrian y yo

Alya se fue con Nino, esos dos estaban juntos desde hacía más o menos un año, a veces podían ser un verdadero fastidio juntos pero eran buenos chicos.

Miré a Adrian de reojo y me pareció ver que me sonreía, pero para cuando voltee tenía su lista expresión de siempre.

Sacudí la cabeza y me senté a su lado.

—¿Pudiste con la tarea? —dijo mirando al frente

—Si, recibí un poco de ayuda, pero logré terminar a tiempo —lo miré sonriente

—Que bueno

Y así de rápido cortó nuestra conversación.

Adrian parecía un buen chico, solo que por algo se ponía tan a la defensiva y yo iba a averiguar sin lugar a dudas el por qué.

Llegó la maestra al salón y todos los demás llegaron corriendo detrás de ella con sus cuadernos.

—Por favor chicos déjenme respirar —decía la maestra obviamente sofocada —siéntense o les pongo cero a todos

Los chicos se quedaron helados y luego fueron rápidamente a sentarse.

—Bien, así está mejor —se alisó su chaqueta —ahora, pasaré uno por uno para recoger sus cuadernos y se los daré en ese momento

Como Adrian y yo éramos los primeros, la maestra le entregó su cuaderno a Adrian con una sonrisa inmensa en la cara, luego me miró fríamente y tomó, o más bien me arrebató el cuaderno.

Cuando lo miro abrió mucho los ojos, pero luego solo me calificó, no podía creerlo, había un inmenso 10 en la parte superior de mi cuaderno.

Sonreí y saqué un sonido de mi boca.

—Espero su mejor esfuerzo siempre señorita Dupaing Cheng.

—O más bien señorita Kurtzberg —una chica rubia entró por la puerta, la señorita Chloe Burgoise

Chloe, era una espina en mi vida desde que la conocía.

Cuando me hice famosa, inmediatamente cambio su actitud y se portaba linda conmigo, así que entonces me quedo más claro que si bajaba de nuevo de categoría volvería a actuar como siempre, así que decidí que iba a ignorarla, famosa o no, Chloe me iba a hacer la vida imposible.

—¿De que hablas Chloe? —la maestra la miró confundida

—Hablo de esto —sacó su teléfono.

Me empecé a asustar.

—Escuchamos cerca de la casa de los Dupaing Cheng hace unas noches el arreglo del compromiso entre Nathaniel Kurtzberg y Marinette Dupaing, y hace menos de 24 horas tomamos unas fotos de los dos chicos comprometidos besándose en la cocina de los Dupaing Cheng —dijo y nos volteó su teléfono para que viéramos una Foto de Nath y yo cuando nos besamos anoche

Nath se levantó de su asiento y yo también, ambos nos volteamos a ver mientras Chloe solo sonreía.

¿Y ahora que íbamos a hacer?

Me enamoré de un engreídoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora