Capítulo 15

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  —¿Adrian? —fue todo lo que salió de mi boca, dejé de atacar a la chica y me le quedé viendo al chico que se sentaba a mi lado en clase, al que se portaba tan engreído con todo el mundo

Él y nadie más que él era Chat Noir.

Sacudí la cabeza y volví a lo que era más importante en aquel momento.

*15 minutos después*

Vi a la mariposa irse y luego recordé que no estaba sola.

Aparte de la chica de al menos 16 confundida, estaba Adrian atado de pies y manos mirándome avergonzado.

Sacudí la cabeza, tenía que hacerlo ahora, o nunca.

Desaté a Adrian y bajamos de la torre Effiel.

—Vete, o revelaras tu identidad —me decía Adrian pues mis aretes estaban parpadeando

—No, creo que ya es hora de que sepas quién soy —lo miré y lo tomé de la mano

Corrí hacia un callejón cercano, sí iba a mostrarle quién era yo a Adrian, pero no iba a dejar que las demás personas de París me vieran.

—No deberías de hacer esto —Adrian hablaba, pero no se resistía

Llegamos al callejón y fue en ese momento que mi transformación se terminó.

Lo miré a los ojos, y noté que estaba confundido, así como yo.

—Ma... Marinette -se estaba sonrojando —¿tú eres My Lady?

Asentí.

—Pero entonces... e estado enamorado de la misma chica todo este tiempo —Adrian me soltó la mano y se llevó la suya a la boca, luego empezó a reírse

Lo miré confundida.

—¿Qué es lo gracioso Adrian? —pregunté, porque no entendía de que se reía

—Que no puedo creer que no me di cuenta antes —dijo calmándose —de verdad que estoy ciego

Me reí un poco también.

—Así que... ¿quieres ir a algún lado Princesa? —dijo ofreciéndome su mano

Se la tomé muy fuerte.

—Bueno, dijiste que ibas a ir a mi casa a las 7, pero ya que estamos aquí... ¿vamos por un helado? —le sonreí

Asintió.

—Claro, pero antes —sacó el collar de hace rato del bolsillo de su pantalón —esto es para ti

Miré el collar más a detalle, era un corazón, con la forma de una llave faltante.

Luego miré que en su muñeca tenía la llave, en una pulsera de cuero negro.

—Que lindo Adrian —dije conmovida por su lindo gesto

Adrian se sonrojó.

—Date la vuelta Marinette —hizo un círculo con su dedo

Me voltee y me quité el cabello del cuello, como siempre lo llevaba suelto desde la secundaria, ahora estaba más largo.

Sentí sus manos en mi cuello cuando abrochaba el collar.

Me sonrojé y sentí un escalofrío.

Cuando terminó, me voltee y como Adrian estaba viendo a otro lado aproveché para robarle un beso fugaz.

—Te lo mereces —le sonreí a Adrian, que me miraba sorprendido —ahora vamos por ese helado

Asintió y me tomó de la mano.

Fuimos con un viejo amigo de mis padres por los helados.

—Hola Louis, ¿aún no es tarde o si? —dije saludando a el dueño con la mano

—Oh Marinette, qué sorpresa me has dado, creía que ya te habías olvidado de mí, y para tu buena suerte aún me queda un poco de todos los sabores —decía Lou desde detrás del mostrador sonriente

Adrian parecía un niño perdido, miraba a todos lados asustado.

—Calma, es un viejo amigo de la familia, vamos

Asintió.

—Marinette ¿quien es él? —me pregunto Lou viendo a Adrian con una sonrisa —creí que tu prometido era Nathaniel

—Bueno Lou, ya sabes que no sigo las reglas, y que siempre sigo a mi corazón —dije viendo a Adrian, dándome cuenta de que aparte de haberse sonrojado con mi comentario, me miraba a mí también

—Si, eso lo sé muy bien, y por eso mi hijo se quedó solo —decía Lou divertido –bueno en fin, si te enamoras debes luchar por ello, eres un chico afortunado hijo, pero vamos a lo importante y a lo que me deja comer todos los días ¿de qué les voy a dar los helados?

Voltee a ver a Lou, y Adrian también.

—Dame uno de chocolate para mi Lou, ¿y tú gatito?

Adrian me miró sonriente y habló por primera vez desde que habíamos llegado.

—A mi uno de menta —dijo tomándome de la mano y sin dejar de verme a los ojos

—Bien —Lou se volteó y nos sirvió los helados —tomen tortolitos, cortesía de la casa

Adrian y yo vimos a Lou que nos sonreía.

Tomamos los helados.

—Gracias Lou, prometo que vendré más seguido —dije sonriente

—Más te vale cumplir eso Marinette, y trae a este jovencito también, me a caído bien

Reí ante el comentario de Lou, aunque Adrian solo se sonrojó.

Salimos de la heladería sonrientes.

Caminamos por las calles de París con nuestros helados, éramos como una pareja normal; nos terminamos nuestros helados en un abrir y cerrar de ojos.

Todo iba bien hasta que en mi campo de visión apareció Nathaniel.

Me paré en seco.

—¿Estás bien Princesa? —Adrian me volteó a ver preocupado

—Nathaniel... —fue todo lo que pude decir, porque noté que no estaba solo, había una chica al lado de él, y yo bien sabía quién era esa chica.

Me enamoré de un engreídoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora