Capítulo 3

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Un mes ha pasado sin que esos animales disfruten de nuestros cuerpos y de nuestra calamidad. Aún así Manuelito y yo no vivimos ni dormimos tranquilos, sabemos que cuando más tranquilos estamos nos desgarran el alma nuevamente.

En los últimos días algunas cosas han cambiado, mi madre ha cambiado de trabajo, así que está más tiempo en la casa... Borracha, pero al menos en cuerpo está. Roberto ha salido de la casa hace una semana y no ha regresado, mi madre lo busca como una estúpida y al delincuente de Damián lo investiga la policía por ser acusado de complicidad en un robo a un anciano. Por lo tanto, ha tenido que irse hace cuatro días a la casa de su tía. Le pido a Dios por que no les haga a sus primitas lo mismo que a nosotros.

Mi madre ha estado furiosa porque Roberto no aparece, piensa que se fue con otra mujer y se desquita conmigo. Ya no sé qué más hacer para que entienda que no es mi culpa, le lloré, le he suplicado que comprenda, he realizado los quehaceres de la casa para que esté contenta conmigo, por las noches le masajeo los pies, pero ni así logro apaciguar su enojo contra mí. No comprendo por qué nos tocó esta suerte a Manuelito y a mí, no le hemos hecho daño a nadie. Él aún está muy pequeño para hacer el mal y yo siempre recuerdo las palabras de papá de ser una niña buena. Cada día le pregunto a Dios por qué permite que nos dañen y le suplico por el bienestar de mi hermanito y por nuestra libertad. Papá me enseñó que Dios está en todos lados, así que espero que me escuche.

Hoy, como cada noche desde hace una semana, mi madre ha llegado alcoholizada a la casa... Me grita pero no entiendo lo que dice. Me acerco a ella para ayudarla a sostenerse en pie, pero es muy pesada. Sigue balbuceando obscenidades contra mí, me siento muy triste. Es mi madre, ella debería cuidar de nosotros, no yo de ella. Me he vuelto su esclava para todo y aún así me maltrata, me golpea y me insulta.
Pensar en todo eso hace que un sollozo se me escape, entonces, se suelta de mi -¿Te encanta llorar? Te voy a dar motivos bastarda malagradecida...
Al momento de sentir su golpe en la cara, sangre escurre de mi nariz. Me la tapo como puedo, pues tengo miedo de que me golpee de nuevo.
No sé qué hacer, deseo que alguien nos ayude, pero no hay quien. En este pueblo nadie se mete en problemas ajenos.
No entiendo por qué ella me llama bastarda, yo la quiero todavía y me duele su desamor. ¿Qué pasa por su cabeza?...

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