Despierto del sueño gracias a unas manitas que me tocan la cara. Me encuentro con unos ojitos verdes muy conocidos... ¡Es mi hermanito!
-Hola Marien- me sonríe- te cuento que ya desayuné, don Lalo me compró comida... ¡huevitos con jamón, Marien! Nunca había comido jamón, es... ¡de-li-cio-so!. El señor de ropa blanca dice que cuando puedas levantarte podrás desayunar. ¡Así que apurate para que tú también pruebes el jamón!
Lentamente, me levantó. Quisiera seguir durmiendo porque me siento cansada todavía, pero necesito darme cuenta de qué clase de personas son éstas. Cuando llega el señor de bata blanca y me ve sentada sonríe: -Me alegra que estés despierta, necesitas alimentarte, Marien. El señor Eduardo quiere invitarte a desayunar, ¿qué se te antoja?- su sonrisa expectante me confunde.
-¿Quién es el señor Eduardo?- pregunto primero
-Se llama señor Eduardo, pero le gusta que le llamen don Lalo, él me lo dijo.- me responde Manuel
-¿Po... Por qué quiere darnos de desayunar? ¿a cambio de qué, señor?- le pregunto al de la bata blanca. A estas alturas de mi vida había aprendido a desconfiar de todos.
-Tranquila, el señor Eduardo sólo quiere que estén bien. Es necesario saber qué hacen solos en este pueblo y por qué llegaron. Pero es evidente que alguien los ha dañado, soy el doctor del pueblo y voy a ayudarles. No tengas miedo, Marien.-
Él habla muy calmado y eso me tranquiliza un poco, no me grita como Maria, Roberto o Damian.
-¿Por qué usas esa bata blanca?- pregunto, pues me parece gracioso ver a un hombre así.
-Porque los médicos usamos estas batas, curamos muchas enfermedades y ayudamos a la gente, ¿nunca habías conocido a un médico?-
-No, jamás habíamos conocido a uno. Cuando nos enfermamos nos curamos con té.- Respondí sincera.
-Bueno, Marien, yo soy el médico Ángel, como ya te dije, soy el doctor del pueblo y voy a ayudarles a ti y tu hermanito, al igual que el señor Eduardo. Él es una buena persona, trabaja conmigo en mi casa, es mi capataz, tiene una hija pero la madre se la llevó lejos. Le hará bien su compañía también. No queremos nada a cambio, excepto que estén bien. Confíen en nosotros. ¿Ya quieres desayunar?- Lo veo muy amable, pero sigo pensando que quieren algo de nosotros. Aún así, decido tratar de creerle. Asiento con la cabeza y el doctor Ángel sale a llamar a don Lalo. Estas personas ya tienen nombre, ya no son el señor de sombrero y el hombre de bata blanca.Abrazo a manuelito y le digo que todo estará bien, mientras cierro los ojos porque también quiero convencerme a mí misma de que así será. Él me mira con sus enormes ojos verdes y me besa la mejilla. -Creo que aquí estaremos bien, Marien-
Se abre la puerta y vemos entrar al doctor Angel y a don Lalo con una charola en las manos. Me acercan una mesa y don Lalo pone encima la charola, no puedo creerlo, mis ojos se deleitan viendo toda esa comida, se ve deliciosa, como dijo Manuelito. Frutas, jugo de naranja y huevos con jamón. Jamás hemos probado el jamón, pero huele exquisito.
Agradezco a Dios por esta comida y me dispongo a comer.
ESTÁS LEYENDO
BUSCANDO LA LIBERTAD
Historical FictionSinopsis Un par de niños sufre la muerte de su padre, a quien Marien, nuestra pequeña protagonista, considera el mejor hombre del mundo. A partir de ahí es cuando su vida y la de su hermanito da un giro de 180 grados, cuando su madre empieza una vi...