La fotografía se veía vieja y algo desgastada. Las tres personas en ella lucían demasiado formales: Una mujer con vestido largo, un chico con traje y una niña con una elegante falda gris de olanes.
¿Quién era esa mujer? ¿Qué relación tenía con Antonio? ¿Qué relación tenía conmigo?
Su cabello era negro y lacio, le llegaba hasta los codos; igual que el mío. Hasta nuestros flecos eran idénticos. Sus ojos eran de un color verde pasto y miraban discretamente al chico junto a ella. El vestido rosa pálido le sentaba muy bien. La diferencia más notable entre nosotras era su sobrepeso. Sin poder evitarlo, la palabra "gorda" llegó a mi mente. Cosa que me recriminé pensar. Me parecía una mujer bonita. Su pequeña sonrisa me dio la impresión de ser totalmente honesta y alegre.
El chico de en medio, por otro lado, tenía el semblante serio y sus ojos claros miraban directamente a la cámara. Era un muchacho tan falco que el traje parecía quedarle grande. Eso no le quitaba el gesto de prepotencia tan marcado con su cabello castaño perfectamente peinado.
—Antonio... —reconocí.
La niña a su lado, aunque alejada en comparación, tenía un par de coletas que la hacían ver tierna. Su miraba oliva clavada en algún punto en la nada y su gran nariz me hicieron reconocerla de inmediato: Era Beth.
De fondo pude distinguir un paisaje verde lleno de plantas azules y un par de mesas blancas con elegantes sillas de madera. Una fiesta, seguramente.
No creí que fuesen familiares, no se parecían físicamente. Aquella mujer, ¿habrá sido pareja de Antonio? Si fuese así, se verían más cariñosos y avergonzados; además de que no hubieran metido a Beth en la foto. ¿Amigos, entonces?
Tal vez, Antonio se le declaró a la mujer, pero ésta lo rechazó (al igual que yo). Él se enojo demasiado y desde entonces busca mujeres con alguna característica idéntica a la de ella para ligar y ¿desahogarse? Entonces llegué yo y le recordé su rechazo. Se enfado, me secuestró y me matará.
O tal vez no y pasó algo completamente diferente.
Además, esto no respondía a algunas preguntas: ¿Por qué le pagó a alguien para criarme? ¿Cómo llegue a él? ¿Buscó en orfanatos una bebé de de pelo negro para criarla bajo sus parámetros? ¿Busco una mujer parecida a su amor no correspondido, la embarazó y luego le quitó a la bebé?
Dejando de lado lo improbable que suena eso, eso haría que Antonio fuera mi padre. Mierda, que asco.
¡Esta foto no me dice nada! ¡Gracias, Beth, me dejaste más dudas que respuestas! ¡¿Se suponía que debía deducir todo por arte de magia?! ¡Carajo!
Comencé a reír a carcajada limpia. Sin proponerselo, Beth me había levantado el ánimo. Me sentí fuerte, capaz, invencible. Lo suficientemente confiada para plantarle cara a ese maldito. Por un instante de felicidad, creí que podría ser libre, que podría salir de aquí. La esperanza que me abrumó era hermosa. No me creía lo bien que me hizo ver a mi madre una vez más. Cuando mire por la ventana, no me enfoque en las rejas negras que me impedían salir, más bien vislumbre el precioso cielo azul y sus esponjosas nubes blancas.
Antonio entró en el momento que admiraba el cielo. Torpemente, escondí la foto bajo mis muslos, deseando que no lo haya notado.
—Hoy saldrás un rato. Si intentas escapar, te mataré —dijo seriamente. Mi voluntad flaqueó un poco cuando le oí, pero mis ganas de escapar seguían ahí, alentándome. Antonio tenia la vista posada en algún punto encima de mí, me di cuenta de que él nunca me miraba directamente a los ojos. No desde la primera vez que nos vimos.
—Hazme un funeral bonito, ¿quieres? —declaré con descaro. Los ojos de Antonio se abrieron de par en par.
—Veo que estás más animada —expresó con el ceño fruncido.
—Bueno, esto no es tan malo... Digo, en la televisión ponen al secuestro como una cosa horrible donde la victima es mantenida en un espacio reducido y sucio. Siempre está atada y amordazada y tiene que defecar en un balde. Sin mencionar que generalmente es custodiada por hombres apestosos que no tienen escrúpulos en golpearla y jugar con ella; mientras no muera, todo está permitido. Un verdadero trauma...
—¿A donde quieres llegar con esto...?
—¡Esto es un estúpido paraíso comparado con eso! No sé en que trabajas, pero es obvio que no eres mafioso.
—¿Qué te sucede? —cuestionó. Antonio colocó una mano en su frente y suspiró—. Sabía que no debí dejar que una vagabunda te educara...
—¿Hablas de Beth? Buena persona, muy en el fondo. Ahora mismo estoy planeando ser tan desagradable contigo que no querrás casarte conmigo.
El entendimiento pareció caer en Antonio. La cara se le iluminó y me sonrió con ironía.
—Veamos que puedes hacer.
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Me Perteneces
قصص عامةToda mi vida fue una mentira. Una mentira cuidadosamente planificada por un sociópata. Un sociópata que quiere casarse conmigo. ¿Por qué yo? ¡Yo no pedí nada de esto! Ahora solo puedo gritar en mi interior.