Es un bar excelente -aseguró Alí Babá.
Primero nos detuvimos en la acera frente al Ganso de Oro. Luego nos acercamos al bar. Junto a la
puerta había una caja de cristal en donde había un menú.
-Gulasch, repollo con papa, carne, salchicha con mostaza, carne con verdura, queso y cerveza del
barril» -leyó Alí Babá y murmuró-: Típicos precios de bar, no es para hombres decentes.
Yo traté de mirar por la ventana, pero detrás de los vidrios había unas cortinas rojas. Sólo se podía
reconocer un pedazo de mesa o de silla.
-Tengo sed -dijo Alí Babá.
-Yo no -dije. Por nada en el mundo iba a dejar que Alí Babá me metiera en el Ganso de Oro.
Además, yo no tenía dinero. Pero Alí Babá simplemente me empujó hacia adentro; él es
impresionantemente fuerte. Ya con un pie adentro, no me atreví a retroceder. Se hubiera visto
demasiado raro.
La gente que estaba sentada en el bar tomaba cerveza y miraba a Alí Babá, extrañada, quizá por
los pantalones blancos y el sombrero rosa. Lo seguí hacia una mesa.
-¿Desea, madame, quitarse el abrigo? -me preguntó en una voz escandalosamente alta.
-No grites así -susurré y le di mi abrigo.
-¿Puedo acomodarle a, madam,e el asiento? -preguntó en el mismo tono de voz y un par de
personas rieron.Me senté como un rayo en el asiento que Alí Babá había retirado y le di la espalda a la demás
gente. No los quería ver reír. Aparte de la cafetería en donde me encuentro con papá, no voy nunca a
sitios así. Sola, es decir sin mamá o papá o Kurt, nunca había estado en un lugar de ésos y menos en
un bar. Y, sobre todo, nunca con un gordo con jeans pintados y con un sombrero de fieltro rosado en
la cabeza.
-¡Quítate el sombrero! -susurré.
-¿Le molesta a la dama mi casco? -preguntó Alí Babá.
-No grites así y compórtate como alguien normal.
-Entonces compórtate tú también como alguien normal: no susurres como una musaraña, y no te
molestes como un ratón de iglesia y no mires de reojo como un ratón casero -dijo Alí Babá, esta vez sin
que los demás pudieran escuchar.
Luego se quitó el sombrero de fieltro.
Una camarera vino a nuestra mesa y nos tomó el pedido. Yo no sabía qué pedir.
-Lo mismo que tú -le dije a Alí Babá.
-Dos salchichas con mostaza, dos porciones de queso, dos tortas de melocotón y dos botellas de
jugo de manzana -ordenó Alí Babá.
Me asusté. No porque fuera mucho, pues tenía bastante hambre. Me asusté por la cuenta. Pensé
pedirle dinero prestado a Alí Babá. Si comía salchichas, queso, torta de melocotón y jugo de manzana,
no lo podría pagar ni con toda mi mesada.
ESTÁS LEYENDO
Por favor, vuelve a casa
Teen FictionPor favor, vuelve a casa es una novela emblemática de Christine Nöstingler, impacta nuevamente con su emotividad y su potencia narrativa en este relanzamiento. Ilse, una adolescente de 14 años, decide escapar junto a un hombre. Deja atrás a su madre...