-¿Puedo ofrecerle algo? -dijo la Trabajadora Social mientras empujaba al mismo tiempo la caja de
cigarrillos y la caja de fósforos por encima del marco de vidrio.
Empujó las cajas hasta que quedaron paralelas y éstas a su vez quedaron paralelas a la esquina de
la mesa.
-No, gracias -dijo la abuela que estaba sentada muy derecha en el sofá. Se veía muy tranquila y
nada alterada. Pero yo la conozco y noté que estaba alterada. Tenía las manos en el regazo, una
encima de la otra y con el pulgar de la mano de abajo se rascaba la mano de arriba. Eso sólo lo hace
cuando está muy nerviosa.
Oliver y Tatiana estaban en la puerta de la sala y miraban con curiosidad.
-Vayan a jugar a su cuarto -dijo la Trabajadora Social.
Oliver movió la cabeza negativamente y Tatiana dijo:
-¡No! -y vino despaciosa y lentamente hacia nosotros. Señaló primero a la Trabajadora Social y
luego a la abuela y dijo:
-¡Ésa es mi abuela y ésa es la abuela de Érika!
La abuela asintió.
La Trabajadora Social empujó la caja de fósforos y la caja de cigarrillos de tal manera que
quedaron paralelas a la otra esquina de la mesa.
Hay otra abuela -gritó Oliver-. ¡La abuela de mamá, pero ella es tonta!-¡Oliver! -gritó la Trabajadora Social.
Oliver desapareció. Lo oí reír en el corredor. Luego oí la puerta del baño y a mamá que decía.
-Pórtate bien, Oliver -y luego mamá vino a la sala. Tenía una bata puesta, su pelo estaba mojado y
no estaba maquillada.
Junto al asiento del televisor estaba la mecedora de flores. Mamá me miró y miró a la abuela;
luego miró a la Trabajadora Social y a la mecedora floreada.
Dudaba. Luego se fue a la mesa del comedor, tomó un asiento y lo trajo hacia nosotros. Puso el
asiento junto a la mesa de cristal y se sentó.
Ahora estaba sentada entre la Trabajadora Social y yo.
-¡Siéntate aquí! -dijo la Trabajadora Social y señaló la mecedora de flores.
Mamá tomó la caja de cigarrillos y la caja de fósforos.
-¿Por qué no estás en el colegio? -me preguntó.
-¿Por qué no estás en el colegio? -gritó Tatiana que se arrastraba por la alfombra.
-Por Ilse -dije yo. Tenía de nuevo la voz de ratón de bosque.
Mamá encendió un cigarrillo. El fósforo temblaba en sus manos.
-¿Qué dijiste? -la Trabajadora Social se inclinó hacia mí.
Ella es un poco sorda. No entendía mi voz de ratón de bosque.
-¡Por su hermana! -dijo fuertemente la abuela.
Habló en el mismo tono en que habla con el abuelo.
ESTÁS LEYENDO
Por favor, vuelve a casa
Teen FictionPor favor, vuelve a casa es una novela emblemática de Christine Nöstingler, impacta nuevamente con su emotividad y su potencia narrativa en este relanzamiento. Ilse, una adolescente de 14 años, decide escapar junto a un hombre. Deja atrás a su madre...