Parte 15

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-¿Puedo ofrecerle algo? -dijo la Trabajadora Social mientras empujaba al mismo tiempo la caja de


cigarrillos y la caja de fósforos por encima del marco de vidrio.


Empujó las cajas hasta que quedaron paralelas y éstas a su vez quedaron paralelas a la esquina de


la mesa.


-No, gracias -dijo la abuela que estaba sentada muy derecha en el sofá. Se veía muy tranquila y


nada alterada. Pero yo la conozco y noté que estaba alterada. Tenía las manos en el regazo, una


encima de la otra y con el pulgar de la mano de abajo se rascaba la mano de arriba. Eso sólo lo hace


cuando está muy nerviosa.


Oliver y Tatiana estaban en la puerta de la sala y miraban con curiosidad.


-Vayan a jugar a su cuarto -dijo la Trabajadora Social.


Oliver movió la cabeza negativamente y Tatiana dijo:


-¡No! -y vino despaciosa y lentamente hacia nosotros. Señaló primero a la Trabajadora Social y


luego a la abuela y dijo:


-¡Ésa es mi abuela y ésa es la abuela de Érika!


La abuela asintió.


La Trabajadora Social empujó la caja de fósforos y la caja de cigarrillos de tal manera que


quedaron paralelas a la otra esquina de la mesa.


Hay otra abuela -gritó Oliver-. ¡La abuela de mamá, pero ella es tonta!

-¡Oliver! -gritó la Trabajadora Social.


Oliver desapareció. Lo oí reír en el corredor. Luego oí la puerta del baño y a mamá que decía.


-Pórtate bien, Oliver -y luego mamá vino a la sala. Tenía una bata puesta, su pelo estaba mojado y


no estaba maquillada.


Junto al asiento del televisor estaba la mecedora de flores. Mamá me miró y miró a la abuela;


luego miró a la Trabajadora Social y a la mecedora floreada.


Dudaba. Luego se fue a la mesa del comedor, tomó un asiento y lo trajo hacia nosotros. Puso el


asiento junto a la mesa de cristal y se sentó.


Ahora estaba sentada entre la Trabajadora Social y yo.


-¡Siéntate aquí! -dijo la Trabajadora Social y señaló la mecedora de flores.


Mamá tomó la caja de cigarrillos y la caja de fósforos.


-¿Por qué no estás en el colegio? -me preguntó.


-¿Por qué no estás en el colegio? -gritó Tatiana que se arrastraba por la alfombra.


-Por Ilse -dije yo. Tenía de nuevo la voz de ratón de bosque.


Mamá encendió un cigarrillo. El fósforo temblaba en sus manos.


-¿Qué dijiste? -la Trabajadora Social se inclinó hacia mí.


Ella es un poco sorda. No entendía mi voz de ratón de bosque.


-¡Por su hermana! -dijo fuertemente la abuela.


Habló en el mismo tono en que habla con el abuelo.

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