22 ABY
De pies y manos atada, con ropa bochornosa encerrada en una jaula, siendo transportada como si fuera mercancía. Lo era. Desde que toda su familia había sido asesinada ella solo se hundió en la pobreza. Aheda Siwii, togruta con 19 años era vendida como una de las esclavas mas caras del mercado, era joven y guapa, de buen cuerpo y exótica.
Hace 2 años, meses antes del comienzo de la Guerra de los Clones con solamente 17 dulces años vió como un Jedi mató a sus padres y a su hermano mayor. Cayó en la miseria, sin familia y en medio de la crisis de la guerra se quedó rápidamente sin hogar; los esclavistas aprovecharon de la situación que vivía Aheda y muchos más, el esclavismo aumentó de manera considerable durante los primeros años de la guerra, un dato que carecía de importancia para la República y los Separatistas.
Aheda, parada de mala gana, siendo exhibida a los viajeros de muchas partes de la galaxia sintió algo dentro de ella, una sensación latente que puso sus sentidos alertas. No era una presencia que causará escalofríos, era una presencia cálida y amable, como lo eran los rayos de sol en Shili, su planeta natal. En ese mercado podrido, lleno de gente putrefacta había algo agradable y ese algo la noto a ella. Analizó rápidamente quién podía ser. Vio razas distintas entre los caminantes, sin embargo a lo lejos detectó dos figuras encapuchadas en marrón. Estaban paradas, sin moverse, no podía ver sus caras pero era claro que la miraban a ella. En un abrir y cerrar de ojos ya no estaban allí. El esclavista, un horroroso Rodiano agarró su pequeño brazo, arrastrandola hacia un posible comprador Bith.
Pareció sobresaltado cuando los encapuchados de antes dejaron en una bolsa de tela suficientes créditos como para comprar a todos los esclavos.
–La queremos a ella.– dijo una suave voz, tan suave como su presencia. El esclavista no parecía muy convencido con el pago. Con un leve movimiento en su capa el comprador dejó ver su sable Jedi. La mirada de Aheda se oscureció, miró con remordimiento al comprador misterioso. El Rodiano prácticamente la empujó hacia ellos, liberándola de sus cadenas. Camino con ambos Jedi sin mediar palabra.
–Obi-Wan, no vinimos a comprar esclavos, tenemos una misión. Además, sabes que pienso sobre los esclavos.– dijo la voz a su izquierda.
–Calma, Anakin. Tu padawan ya completó la misión, además está chica puede usar la fuerza.– respondió el Jedi de presencia agradable. Aheda paró de repente, lo que alertó a los Jedi. Con toda la valentía del mundo corrió por los mercaderes ilegales de ese planeta desconocido. Con ayuda de la Fuerza movía obstáculos que estaban en su camino, armando también obstáculos a los Jedi detrás de ella. Uno de ellos la intentó movilizar con la fuerza pero con una simple mirada asesina lo contrarrestó, haciendo que el hombre pierda el equilibrio. Tropezó con varios puestos de mala fama, apenas armados con sobras de droides; dobló en una esquina corriendo por un callejón largo. Del cielo cayó en frente suyo una chica de su misma especie, Aheda intentó volver pero estaba encerrada, ambos Jedis la acorralaron.
–Vendrás con nosotros.– ordenó uno de los Jedis con voz autoritaria. Tenía el pelo largo y parecía joven. A su lado se paró la chica togruta de antes y a su izquierda el otro Jedi reveló su rostro. El pelo cobrizo rubio, prolijamente peinado acompañado por una barba prolija del mismo color. Aheda se detuvo en sus ojos azules como zafiros, parecían tratar de descifrar los ojos marrones de ella, algo imposible.
Los ojos de Aheda se habían aclarado bastante, eso lo veía en el espejo de la nave en la que se encontraba. Hace meses no veía su reflejo con total claridad. Estaba más grande, sus facciones cambiaron bastante, considerando como sus pinturas permanentes natales se habían modelado a su cara. Era similar a la togruta, aprendiz de Anakin, no por ser de la misma especie pero compartían color de piel y labios. Diferían en muchas cosas más, sin embargo. Los ojos eran diferentes y Ahsoka Tano era más alta. Además parecía ser una persona fuerte y hábil, Aheda se sentía un bebé a su lado, percibía a través de la Fuerza también que era una usuaria poderosa de la misma.
Luego de limpiarse y vestirse con la túnica de Obi-Wan por encima de sus ropas de esclava, fue invitada a sentarse en la cabina. Nunca había ido al frente, estaban ambos Jedis al comando y detrás estaban Ahsoka y ella misma. Miraba las estrellas fascinada y aún más abrió los ojos cuando vio un planeta. Vio luces nocturnas concentradas en distintos puntos donde estarían las ciudades. Bajaron Obi-Wan y Aheda dejando al comando a Skywalker y Tano; el Jedi de ojos azules explicó con tranquilidad y paciencia donde se dirijan. Una vez llegaron a destino Aheda quería ser tragada por el planeta, estaba en un templo Jedi.
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Vanished
FanfictionPorque las reglas de la Orden se pueden esfumar por unas horas, pero la confianza también se esfuma en un segundo. --- Linea de tiempo entre el episodio 2 y el 4. Incluye parte del argumento de la serie Star Wars: The Clone Wars. Puede haber errores...