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–¡Hade! Por quinceava vez, no le tengas miedo a una sola pirueta, nuestra especie es capaz de hacer esto y mucho mas. Vamos, recuerda usar la fuerza y sentir tu Montral.– repitió Tano otra vez.

–Perdón Ahsoka, no puedo, soy inútil. Jamás me va a salir.– dijo Aheda sentándose en un escalón hundiendo su cabeza entre sus brazos. La mano fría de Ahsoka reconfortó su hombro cuando le dio un suave apretón.

–Nunca debes darte por vencida. Tienes que ser persistente y tener confianza en ti misma, además un tropezón no es caída, y si te caes te vuelves a levantar.– alentó la togruta menor levantando a la mayor.–Te voy a decir una sola cosa que cualquier maestro Jedi te dirá: Paciencia. Vamos, veo cual es tu problema; no solo tienes miedo, tampoco inclinas bien la espalda, cuando entrenes debes estirar todo tu cuerpo, eres bastante flexible asique no tendrás problema en moverte de las formas en las que te enseño.– explicó Ahsoka. Así estuvo entrenando Aheda toda esa semana; la mitad del día aprendía a como usar una espada láser y como usar la fuerza, luego a la tarde Ahsoka se prestó a enseñarle intensivamente algunos movimientos evasivos que le servirían tanto en un combate uno a uno como en la guerra.

La semana después de las enseñanzas de Ahsoka, Hade ya dominaba casi todos los movimientos de manera sorprendente, era una aprendiz rápida. A pesar de todos los halagos por parte de la togruta Tano, Anakin parecía molesto al momento en que Obi-Wan le pidió que le enseñara como pilotar básicamente un caza de guerra.

–Obi-Wan ¿por qué no lo haces tu? Tengo cosas más importantes que hacer, además no es mi padawan, es tuya.–

–Anakin, no seas asi. Sabes que eres el mejor piloto de toda la galaxia y además fuiste mi estudiante. No olvides que detesto volar, sería un suicidio que yo le enseñara ¿No te parece?– le preguntó sabiamente. Skywalker pareció sonreír arrogante ante tal halago, suspiro y se subió a una de las naves. Aheda, que escuchaba todo perfectamente, ya estaba sentada en su caza, esperando que el orgulloso maestro le enseñara. Cerró la cápsula tan pronto encontró el botón. Escuchó una orden de Skywalker en su transmisor, mientras encendía motores, como en una nave normal. Una vez en el cielo, Aheda admiro el hermoso paisaje desolado a sus pies. Por razones obvias de seguridad, estaban en un lugar donde no había habitantes del planeta Geonosis. Podía ver montañas alzándose en mares de arena debajo suyo, arriba podía ver el cinturón de asteroides orbitando el planeta. Siguió el caza de Skywalker por entre las montañas para probar y ver la velocidad de este tipo de naves. Aheda volaba excelentemente, mantenía un buen control y estabilidad;

–Muy bien Aheda, ahora te mostraré como disparar y usar el monitor de tiro. Verás no es muy complejo, de hecho facilita las cosas al tener tu unidad R2.–

–¿Maestro?–

–Por favor no me interrumpas, como decía-–

–¡Maestro hay naves enemigas detrás nuestro! ¡Y no creo que sean parte del entrenamiento!– Aheda miraba nerviosa a las naves que empezaron a disparar.

–¡Vuelve al punto de partida! Intentaré destruirlos.– ordenó firme Anakin. Aheda dió un gran giro. Dos naves la siguieron a ella, trataban de tirarla abajo; hizo muchas maniobras de evasión, pero al no quitárselos de encima llevó el caza hacia arriba para dar una vuelta de 180 grados y ponerlos delante suyo. Activó los escudos y en una maniobra increible destruyó una de las naves. Vió que se acercaba a Obi-Wan y Ahsoka, decidió advertirles.

–Maestro Kenobi, Ahsoka, busquen refugio si no quieren pedazos de naves en sus cuerpos.– comunicó Aheda por su transmisor. Recibió el OK de ambos y al no verlos más en la zona de peligro empezó su maniobra de ataque. Derribó a la nave enemiga enfrente suyo pero perdió un motor a causa de otro caza, el cual Anakin debía destruir. Todo pasó tan rápido, tuvo que hacer un aterrizaje de emergencia el cual no salió del todo bien. Estrelló la nave contra las arenas de manera suave pero Hade salió herida debido a un metal roto que atravesó el frente de la nave, apuñalando un costado del vientre de la togruta.

Nunca nada le dolió tanto como esa puñalada, solo la memoria de sus padres siendo asesinados. Abrió la cápsula para respirar algo de aire fresco. Se encontraba lejos del punto de inicio, lejos de Obi-Wan y de Ahsoka, lejos de Anakin también, seguramente había aterrizado donde debía. Con gritos desgarradores se separo del metal. Su musculosa de entrenamiento blanca estaba oscura en su lado izquierdo, fría e impregnada con su sangre de color bordo. Como pudo se arrastro fuera de la nave, cayó en la arena rasposa y para nada cómoda. Expulsó a la unidad R2 de color amarillo y blanco quien preocupado emitía sonidos agudos. Hade se apoyó apenas en el robot y caminaron algunos metros hacia donde deberían estar. Inevitablemente, Siwii cayó de rodillas al suelo, su vista se estaba oscureciendo y a lo lejos vio a Obi-Wan quien pareció preocuparse el doble al ver como se desplomaba al suelo.

La togruta giró quedando boca arriba, Obi-Wan llegó a su lado, habló por el comunicador y luego alzó a la joven adulta.

–Quédate conmigo Hade, no te desmayes, vamos.– murmuraba Obi-Wan al momento que la gran nave donde habían viajado aterrizó. En cuanto entró, el maestro Jedi corrió a dejarla en una cama donde un droide médico operaba. Su túnica crema impecable estaba manchada con la sangre de su padawan.

VanishedDonde viven las historias. Descúbrelo ahora