–¡Maldición!– susurró Aheda quitándose un fragmento de vidrio embebido en sangre. Su maestro estaba protegiendo a la duquesa, siguiendo protocolo como era de esperarse. Vieron un holograma con un escudo raro.
–Fueron los de la Guardia de la Muerte, esa es su insignia.– acusó Satine parándose del suelo con ayuda de Obi-Wan. El maestro de Aheda divisó un mandaloriano sospechoso que al ver su sable láser azul salió corriendo. Siguió con esfuerzo a su maestro debido a su pierna lastimada, encontró al terrorista acorralado, su única salida sería saltar hacia atrás y caer desde una gran altura. Al ver a la duquesa rubia eso intentó, pero Aheda fue mas rápida agarrando ambos brazos del culpable. Este vio la sangre de su pierna, pateó allí y la empujó hacia atrás, alejándose de ella. Finalmente se tiró, seguido de Aheda y su Maestro quienes sobrevivieron a la caída gracias a la Fuerza. La duquesa Kryze se acerco al moribundo terrorista y le habló en su lengua materna. Este le respondió en otra lengua, la cual Satine luego comento que era la legua de la luna Concordia.
–¿Concordia? Quisiera ir, parecen estar directamente conectados con la Guardia de la Muerte.–señaló Obi-Wan. La duquesa asintió en un gesto de comprensión.
–No habrá problema, siempre y cuando me lleves contigo, mi queridísimo Obi-Wan.- propuso, mas bien ordenó, Satine. En el trayecto desde el templo, ahora destruido, al palacio de la duquesa Obi-Wan dedicó algo de su atención a su alumna.
Aheda ya no se molestaba en ocultar su raza, ahora ocultaba su herida que había sido provocado por un descuido muy estúpido por su parte. Cuando su Maestro quiso inspeccionar su herida ella se negó rotundamente.
–Es solo un rasguño, parece peor de lo que realmente es.– mintió mirando hacía la ciudad y el sol en el horizonte. Obi-Wan no insistió y prosiguió su parla con la Duquesa, mientras Hade abrazaba sus piernas, vulnerable. Quería volver a Coruscant, cuanto antes mejor.
Estaba lejos de cumplir su deseo. Aheda estaba en su cuarto del palacio de Satine, una parada rápida para vendarse la pierna. Limpia y protegida fue hacia el hangar donde la nave de la duquesa estaba siendo preparada. Entró y se sentó en el asiento del copiloto esperando silenciosamente a su maestro y a Kryze. Los escuchó llegar debatiendo sobre algo de la misión. Aheda fingió estar meditando.
–Obi-Wan, ¿Cómo irás solo? Es riesgoso por más que todo esté abandonado.–
–No tengo otra opción Satine. Aheda está lastimada, solo haría las cosa más lentas, y no quiero que te pase nada malo a ti, eres importante para Mandalore y para mí.– explicó entrando a la cabina, sorprendido de la presencia de Aheda.–¿Hade?–
–Ah, hola maestro Kenobi. No los escuché entrar. Ya vamos a partir ¿verdad?– inquirió con la voz formal, falsa.
–Si, ¿Revisaste tu herida ya?–preguntó normal.
–Si maestro, tengo edad suficiente para entender cuándo una herida tiene que ser tratada.– respondió algo enojada la togruta, saliendo de la cabina hacia otro punto de control.
El trayecto fue corto. La gota que rebalsó el vaso fue como escuchó a Obi-Wan entregarle a Satine un comunicador. Aheda no tenía uno, y aún cuando bajaron de la nave no le entregó uno, ni cuando se fue. Solo le dijo, «cuida de Satine en unos minutos estoy con ustedes» y allí estaba, frente al gobernador Pre Vizsla, un hombre tan pálido como la duquesa. Sin embargo, había algo sobre el que no inspiraba confianza, era la fuerza alrededor de él que era oscura. Empezaba a sospechar de Obi-Wan hasta que la duquesa se excusó, por culpa del comunicador, dejando a Hade sola con el gobernador. Este le ofreció una bebida alcohólica, la cual podía tomar, era mayor de edad después de todo. No se negó pero pidió por favor que fuera suave, no acostumbraba a tomar alcohol.
–Y dígame, ¿Como es que usted es Padawan? ¿No es mayor ya?–
–La verdad, depende de cada Padawan en completar su entrenamiento y pasar las pruebas para convertirse en maestro Jedi. Yo fui encontrada hace poco por Obi-Wan, no creo que mi entrenamiento terminé muy pronto.– explicó con paciencia la joven Padawan. No le molestaba la pregunta, mucha gente no sabía realmente como era el entrenamiento para convertirse en un Jedi, Aheda lo había aprendido y lo vivía en ese momento. El gobernador se apoyó en la mesa elegantemente, al lado de Hade, quien estaba sentada en una silla.
–Si alguna vez sientes las necesidad de dejar la orden Jedi, a mi lado tendrás un lugar seguro. La duquesa halago tus ideales sobre la política, nunca me vendría mal una consejera, más si es tan bella como tú Aheda.– elogió tocando el pequeño ornamento que indicaba que era Padawan, como si fuera un mechón de cabello.
–Me halaga que piense así de mi gobernador, pero no quiero abandonar la orden, nunca pensé sobre ello a decir verdad.– mintió la togruta de Montral bordo y blanco. Ya el tiempo transcurrido desde que la duquesa se fue era inquietante. La "hermosa" velada fue interrumpida por un soldado que entro como una tormenta por la gran puerta del salón.
-Señor, dos intrusos se encuentran en nuestra base, un Jedi y la duquesa Satine.– reportó el soldado sin notar la presencia de la Padawan. Hade quiso escapar pero con un golpe efectivo el gobernador Vizsla la dejó inconsciente y la cargó cual princesa. Ella sería su rehén para que Obi-Wan y la duquesa se rindieran.
Cuando Aheda despertó estaba atada de pies y manos, aún con el sable láser de Obi-Wan por alguna extraña razón. Creía que no lo habían visto porque tenía la capa Jedi marrón sobre ella. Decidió quedarse quieta y meditar. Sintió la presencia del gobernador quien apareció por la puerta de la carpa donde se encontraba. La agarró sin esfuerzo, llevándola donde había disparos de los blasters que cesaron de inmediato.
–¡Hade!–exclamó Obi-Wan preocupado.
–Haremos un cambio, Jedi. Tu aprendiz por la duquesa, es simple.–
–¿Que le harás a Hade?–
–Me aseguraré de que no la vuelvas a ver.– amenazó agarrando el mentón de la Padawan.– Se convertirá en una de nosotros, después de todo necesito una esposa, y que mejor que una Jedi joven y guapa.– explicó con sorna mientras Aheda se apartaba de su mano. Solo miraba con odio al gobernador, un brillo de tristeza en sus ojos. Obi-Wan no preguntó por su rescate, solo que pasaría si no la cambiaba. Pensó en rendirse, por un solo segundo.
No, claro que no. No dejaría que Obi-Wan la apartará de su destino,cualquiera que ese fuera. Con lentitud y mucha agilidad atrajo su sable láser a sus manos cortando todas las ataduras. Pre Vizsla intentó atacarla pero no solo Hade detuvo su ataque, también lo empujo con la fuerza.
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Vanished
FanfictionPorque las reglas de la Orden se pueden esfumar por unas horas, pero la confianza también se esfuma en un segundo. --- Linea de tiempo entre el episodio 2 y el 4. Incluye parte del argumento de la serie Star Wars: The Clone Wars. Puede haber errores...