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–Vamos, Aheda, ¡tenemos que correr a casa! Creo que una tormenta se avecina.– grito el pequeño encima del furioso viento. Llegaron a la casa de Luke, en silencio. Luke pidió que se escondiera, que se podría meter en problemas si la descubren. Espero sentada en silencio, con la promesa del pequeño de partir cuando la tormenta cesara.

La puerta del cuarto se abrió, mostrando al pequeño rubio con pan y un vaso de agua. Se los ofreció a Aheda, quien los aceptó gustosa. Hablaron por lo bajo, por suerte los tíos de Luke no se encontraban en su casa, aparentemente estaban en la casa de unos viejos amigos. Aún así, por precaución fueron silenciosos. Hade observo maravillada como Luke inventaba historias con aviones de juguetes, alas X. El joven niño preguntó casualmente a la togruta:

–¿A quién buscaba? Nunca me dijo señorita Hade.–

–Mi viejo amigo, el maestro Kenobi.– sonrió ella.

–¿Ben Kenobi?– preguntó Luke mirando hacia afuera, la tormenta había cesado antes de lo normal. Aheda asintió, no sabía quién era Ben Kenobi, pero al menos era un Kenobi.–Vive algo lejos, pero con gusto la acompaño... vamos ahora, la tormenta de arena termino bastante rápido.– dijo corriendo fuera del cuarto.

Una vez fuera, vio que el niño empezó a caminar pero Aheda vió una speeder y tuvo una idea.

-¡Luke! ¿No quieres ir en la speeder mejor? ¡Se conducir!– exclamó la ex-Jedi. Luke asintió. Profesionalmente Aheda encendió el vehículo y alcanzó a Luke. Lo ayudó a subir y siguió las indicaciones del pequeño. Escondido entre los altos valles deserticos de Tatooine había una casa, de la cual salía humo. La chimenea estaba encendida, alguien estaba en casa. Luke fue dentro de la casa a llamar al maestro.

Hade estaba de espaldas. Retorcia sus dedos, llevándolos a su boca ansiosa. Pensó en huir, pero había dejado pasar mucho tiempo. Tocó su lightsaber, nerviosa buscando conforto en el metal blanco y negro. Escucho pasos detrás de ella, y su corazón paró, un tirón en el fondo de sus entrañas, retorciéndose. Se sentía mareada.

-Hade...– escuchó el inconfundible acento de esa voz aterciopelada. La mencionada dió un respingo y giró, encontrándose con un Obi-Wan no muy diferente al que conocía. Presentaba leves canas, pero apenas algunas esparcidas en su típica barba.

Al mismo tiempo él la observó, fascinado. Era una joven adulta, madura hecha y derecha, y aún así parecía mantener su esencia. Algo insegura, retorciendo sus dedos, mordiendo sus labios. No pudo pensar claramente mientras caminaba hacia ella, tranquilo al principio, acelerando desesperado, temía que fuera una alucinación de la Fuerza. La estrujó en sus brazos, lo suficiente para que no se le escapara, soltando un suspiro de alivio y alegría cuando la sintió, aún bajita y delgada. Una corriente eléctrica recorrió su columna al sentir como era correspondido, la togruta hundiendo su cabeza en su propio pecho, suspirando de la misma forma que él lo había hecho.

Luke miraba a lo lejos algo incómodo desde la entrada de la casa, le daría asco que se dieran un beso. Pero no lo hicieron, se miraron por un tiempo, no muy largo y caminaron hacia el rubio. Entraron todos juntos, Obi-Wan sirvió té para los tres, mientras Hade reía ante algunas cosas que Luke le contaba. Le informaba de sus experiencias como piloto, y como quería algún día explorar las estrellas. Aheda quiso preguntarle muchas cosas a Obi-Wan, pero no lo hizo en presencia de Luke.

Los tres se encontraban llegando a la granja de Owen, el tío de Luke. Lo dejaron a salvo y ambos adultos partieron de vuelta a la casa de Kenobi. Hade se agarró fuerte del ex-jedi, con mucha confianza, como lo hacía antes, sintiendo su esencia minuciosamente. Este se tensó un poco, pero disfruto del peso de la cabeza de la Togruta, de su sola presencia. Tranquilos, como solían ser antes, prepararon la cena. Una comida simple, que mientras se preparaba Aheda tomaba un baño super rápido. Obi-Wan le cedió una de sus túnicas cremas Jedi, que a Hade le quedan grandes, como un vestido. Relajada, con ojos brillantes y una sonrisa que no se despegaba de sus mejillas comía con Kenobi, quien tenía media sonrisa cada vez que la miraba, aunque fuera un segundo.

-Así que... ¿Ben Kenobi?- preguntó Aheda antes de llevarse una verdura a la boca. El mencionado soltó una pequeña carcajada y asintió.

-Es un buen nombre.- se defendió encongiendose de hombros. Aheda rió ante su defensa. Se creó un silencio pequeño mientras la togruta se discutía por preguntar, pero decidió contarle de esos años buscandolo y vagando por el universo.

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⏰ Última actualización: Aug 21, 2017 ⏰

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