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–Entrenarla debes, Obi-Wan.– sentenció Yoda.–Quedarse en el templo debe, hasta completar el entrenamiento básico. Luego contigo ella irá, muy capaz es, sentirlo y verlo puedo.–

–Maestro Yoda, con todo respeto, no parece muy apta para ser Jedi. Usted mas que nadie sabe que a los Jedis se los entrena de pequeños y es por eso que tuvimos Jedis tan sorprendentes como Ahsoka.–

–Subestimar a la niña no debes, Maestro Kenobi. Más poderosa que muchos parece ser; deja que pase, deseo con ella hablar.– Obi-Wan asintió y abrió la puerta, señalando a Aheda para que ingrese al solitario salón del consejo Jedi. El maestro Kenobi se retiró y Yoda invitó a Aheda a tomar asiento.

La togruta Siwii le causaba gracia y ternura la apariencia y el modo de hablar del maestro Jedi, aún así, tenía mucho respeto por él, no solo por ser mayor sino por su gran presencia, Aheda era capaz de sentir el aura tranquila del Jedi, que fuerte era, sin embargo.

–Aheda, de tu pasado cuéntame, por favor.– la joven se removió en su asiento incómoda.

–No quiero ser irrespetuosa maestro, pero no es algo que me guste contar, prefiero incluso mantener mi apellido en secreto, al menos de todo el resto del consejo.–

–¿Por qué quieres mantener un secreto?– preguntó interesado.

–Verá, antes de empezar esta insufrible guerra, mis padres eran uno de los primeros conspiradores separatistas junto a mi hermano mayor. Una tarde estabamos tranquilos en mi casa, a las afueras de Shili. Aterrizó una nave a unos metros, en unos descampados; yo pensaba que eran amigos de mis padres.– río amargamente, mirando al vacio, rota.– Recuerdo que mi hermano me pidió que entrara a la casa y me escondiera, que eran unos políticos problemáticos. Obedecí, cuando escuché escándalo fuera no pude evitar mirar por las cortinas de mi habitación.– su voz se quebró y fijó sus ojos avellana en los de Yoda.– Ví como un Jedi mataba a mis padres, mi hermano fue secuestrado o asesinado luego, pero no lo volví a ver. Pocas semanas luego empezó la guerra y con ella, mi esclavitud y servidumbre.–

–Entiendo joven, una tragedia has pasado. En cuanto a tu pasado, nadie se enterará. Necesito saber aún tu apellido y luego un consejo te daré.–

–Mi apellido es Siwii, Aheda Siwii.– respondió la joven adulta. Yoda asintió y miro sabio a la chica en frente suyo.

–Al pasado aferrarte no debes. Rencor, dolor, venganza y odio solo al lado oscuro llevan. El joven Skywalker aún el pasado recuerda y un obstáculo es.– ejemplificó Yoda. Aheda asintió, el maestro Jedi entonces prosiguió.– La padawan de Obi-Wan serás, sin embargo antes deberás pasar las pruebas básicas.– Aheda se sobresaltó ante el comentario, no estaba preparada para esto psicológicamente.

–Maestro Yoda, es un honor, creo, pero... no estoy lista para ello. Siento que en parte sería traicionar a mi familia, no sé si quiero ser Jedi. Además, no entro aquí, conozco las reglas de los Jedi y no encajo aquí. En un futuro quiero formar una familia, soy muy emocional, no soy capaz de controlar mis emociones y de ponerlas a un lado.–

–Es por eso que Obi-Wan tu maestro será; no solo un gran maestro es, paciente y muy cuidadoso, sino que tiene experiencia con padawans con tus características. No temas Aheda, de dejar la orden Jedi cuando quieras libre eres, es solo que tu potencial desperdiciado sería si no lo entrenas, creo que capaz de muchas cosas serás.– concluyó Yoda.– Obi-Wan los detalles te dará, cualquier duda o inquietud venir a hablar conmigo puedes, de guiarte hacia el mejor camino trataré.– Aheda reverenció al maestro Jedi y salió de la sala del Consejo. Apoyado contra la pared con brazos cruzados, relajado se encontraba su futuro maestro. Parecía perdido en sus pensamientos.

–Creo que no pudimos presentarnos formalmente aún.– comunicó Aheda trayendo a Obi-Wan de vuelta a la realidad.– Aheda, 19 años; me decían Hade.– Obi-Wan sonrió hacia su espontaneidad.

–Obi-Wan Kenobi, 32 años*.– respondió de la misma forma.Estaba sorprendida por la edad de la joven. Juraría que tenía la misma edad que Ahsoka, aunque de todas formas no estaban tan lejos ahora que lo pensaba.–¿Damos un paseo? Así te explico como serán estos meses para ti aquí dentro.– Aheda asintió, siguiendo el suave paso de Obi-Wan.–todos los días tendrás entrenamiento físico, alguno de los Jedis del templo te enseñara a parte del grupo de jóvenes. También tendrás algo de historia y políticas.–

–No creo que haga falta, estoy graduada en ciencias diplomáticas, por suerte. Adelanté mucho mis estudios, mis padres siempre me habían enseñado sobre política, historia y diplomacia, naturalmente me terminó gustando.–

–¡Son buenas noticias entonces! Eso es mucho tiempo adelantado. ¿Tienes alguna habilidad más además de tus estudios?–

–Mi hermano mayor me enseñó algo de artes marciales, muy básico para el nivel de los Jedi.– afirmó Aheda. Se quedó mirando un grupo de pequeños entrenando con un bastón al compás de las órdenes de un Jedi. Sabía, sin embargo, que su entrenamiento sería mucho mas duro que eso. Odiaba ejercitar, pero era inevitable.

Siguieron el paso de Obi-Wan hasta su nueva habitación en el templo. Era modesta, pero hace tanto que Hade no dormía en una cama decente que cuando Obi-Wan la dejo a solas no pudo evitar tirarse en la cama. Suspiró ante la suavidad de las telas y la mullidez de la almohada, recordó su vieja casa y como había sido saqueada por ambos, clones y separatistas. Intentó apartar ese pensamiento de su cabeza, y se concentró en todo lo que pasó hoy. Lo único que parecía recordar era a Obi-Wan, y eso era un problema.

No sabia que era, tal vez fue por el simple gesto de que él la había rescatado. Tal vez porque era el primer hombre guapo que veía en su vida, es decir, los togrutas eran muy guapos pero Obi-Wan era demasiado atractivo para el bien de cualquier chica. No solo se veía bien, era suave y amable, todo un caballero. Aheda además de notar sus ojos azules, y su hermoso pelo, noto los gestos que solía hacer. Cuando pensaba o meditaba un solo segundo, llevaba su mano derecha, generalmente, a su barba y con sus dedos recorría la longitud de su mentón. Luego apoyaba los dedos ligeramente sobre sus labios; cuando quería volver a hablar, bajaba su mano y cruzaba los brazos. También solía acomodar su pelo hacia atrás con una sola mano rápidamente, pero era mucho menos frecuente.

Aún con la capa Jedi de Obi-Wan puesta podía sentir una especie de olor masculino agradable, parecía colonia o perfume, embriagante y exquisito, un elixir para Aheda. Envuelta en la gran capa Jedi durmió plácidamente por primera vez en mucho tiempo; no se dio cuenta, sin embargo cuanto había estudiado a Obi-Wan y solo significaba una cosa. Kenobi le agradaba mucho y empezaba a cavar un pequeño pozo en su corazón, como todas la otras personas importantes para ella lo habían hecho.

VanishedDonde viven las historias. Descúbrelo ahora