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Los Rebeldes habían "ideado" un plan; en parte un desastre para ambas Jedi que tuvieron que sacarle provecho de alguna forma, como un diamante en bruto. Allí ambas Jedi se encontraban entre la multitud. Estaban en aprietos, iban a ejecutar al anterior rey, a Saw y a los demás rebeldes, que cuando intentaron hacer algo fallaron. Ahsoka y Aheda se miraban incómodas. Es decir, no podían intervenir directamente, pero por dios no iban a dejar que murieran.

Cuando fue necesario saltaron al rescate con ayuda inesperada de la guardia real, sin embargo escucharon una nave descender del cielo y no era de la República. Aheda se quedaría con el rey separatista mientras Ahsoka y los rebeldes huían. La togruta mayor encendió su lightsaber mostrando el hermoso color carmín. Estaba segura, esperando el ataque de droides o de un sith. Empero, sus piernas temblaron y su respiración falló en cuanto vio a alguien que creía conocer.

No era el Conde Dooku, era algo mucho peor. Dos Montrals se alzaban magníficos, ya en su absoluta madurez, blanco y bordo como los suyos. Esperaba encontrar unos ojos avellana como los propios de Hade, sin embargo encontró algo peor. Ojos tan amarillos como el dorado del desierto de Tatooine, y no eran para nada bellos, estaban vacíos con una leve mancha de furia.

–Rorho...hermano– susurró Hade conteniendo el aire. Aún así, conmovida, no apagó su lightsaber, estaba alerta. El togruta enfrente suyo entrecerró sus ojos, parecía no reconocerla. Extendió su mano hacia ella, y en menos de un segundo el cuello de Hade estaba siendo estrujada por la fuerte mano de su hermano, cubierta de cuero negro.

Hade pensó que moriría pero Ahsoka llegó para rescatarla. Apartó al togruta de su hermana y escaparon lejos de allí, a las afueras de Onderon, en unas montañas. Estaba intranquila, no era capaz de comprender la realidad. Su hermano, sangre de su sangre, intentó matarla, estaba claro. Lo que realmente no entendía era como Ro era un Sith, no sabía que podía usar la Fuerza, menos aún que fuera tan poderoso.

El rey anterior,Ramsis Dendup guió a los Rebeldes en lo que serían los próximos días. Aún así los rebeldes no tuvieron respiro alguno; días después el plan que habían ideado, salió mal. Ahsoka se fue con Lux, Steela y Saw. Aheda se quedó con el ex-Rey de Onderon, esperando un ataque separatista en su lugar. No escuchó nada, ni el viento, pero aún así alguien se las arregló para electrocutarla desde atrás, dejándola inconsciente. Cuando despertó alrededor suyo era todo una batalla.

Vió una nave enemiga disparar un misil donde Ahsoka estaba usando la fuerza para algo, se desconcentró, obviamente y escuchó un ruido sordo. Todo pareció estar en silencio y varios se lamentaron. Pronto Hade descubrió que Steela había muerto.

Todos estaban devastados en el funeral de Steela, incluso Ahsoka. Aheda estaba en un costado, sintiéndose culpable, sintió que el conductor había sido su hermano. Esperaban ambas togrutas tranquilas que volvieran sus maestros de hablar con el, ahora, Rey Ramsis Dendup. Una sensación helada escaló su espalda y sabía perfectamente quién era. Encendió su sable láser y volteó, poniendo en alerta a Ahsoka. Para su sorpresa no se encontró a nadie, pero el pequeño grito de dolor a sus espaldas, proveniente de su compañera, heló sus articulaciones. Con la fuerza empujo a su hermano lejos y sostuvo a Ahsoka en sus brazos, Rorho la había atravesado con su espada láser en un costado de su vientre, como le había pasado a Aheda una vez. Su hermano se acercaba una vez más y Hade no tuvo mas remedio que enfrentarse a él. Sus espadas láser chocaron haciéndolas chillar.

–¡Traidora! Eres escoria Jedi.– exclamó Ro mirando con furia a su hermana.

–¡Tu eres un traidor también! ¿Desde cuando peleas con tu propia hermana? Eres un monstruo.– gritó enfurecida Aheda. Escuchó pasos detrás de ella, eran Anakin y Obi-Wan.

–Hade, hermana, ven conmigo... no conoces el poder del lado oscuro. Vamos, únete.– propuso su hermano de forma neutral.

–¡No! Jamás.–

–¡Entonces morirás!– clamó su hermano con cólera. Con fuerza y odio hundió a Hade en espadazos, quedando ella de rodillas, resistiéndose como podía. Rorho aparto su sable con un movimiento de su propio lightsaber. Parecía que iba a morir, pero una espada láser azúl atravesó a su hermano, justo por su corazón. Se desplomó en ella, empapándola de sangre. En un débil gesto y con la mano impregnada de líquido bordo, su hermano acarició el rostro y susurró Mi d'bhem yeh, te quiero en su idioma natal.

La lágrimas no cesaban, miro una vez al asesino de su hermano y pensó que encontraría a Skywalker pero se equivocó, era Obi-Wan.

–¡Monstruo!– exclamó en un sollozo desgarrado. Ahora su shock había terminado, abrazaba a su hermano llorando su muerte. Los Jedi volvieron a cometer el mismo error otra vez. De una nave separatista descendió el Conde Dooku, Obi-Wan intentó apartar a Hade pero era imposible. Al contrario, ella se paró y empezó a pelear con él, se dieron espadazos mutuos.–Mi hermano no se merecía eso, ¿por qué lo hiciste?– preguntó desgarrada Hade. Sintió algo dentro de ella, una sensación de odio y sed de venganza. Ya no era lo de antes, y Kenobi se dio cuenta cuando sus ojos cambiaron de color avellana al amarillo de los Sith.

–Vaya Kenobi, bien hecho. El nacimiento de una Sith, que interesante... ven niña. Este es el lado al que siempre perteneciste, al cual tu hermano estaba unido y ahora tu también.– habló siniestro el Conde Dooku.

–Aheda no te vayas, por la fuerza.– suplicó Obi-Wan agarrando su mano, la empujo hacia él, envolviéndola en sus brazos. Ella no correspondió, y le susurró a su oído:

–Estas muerto para mi Kenobi.– se apartó de él y desprendió su adorno Padawan. Lo dejo en sus manos y marchó junto al Conde Dooku hacia la nave, el cadáver de su hermano abordo con ellos.

VanishedDonde viven las historias. Descúbrelo ahora