Reencuentro

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-James - lo miró con reproche y las manos en las caderas - no puedes retenerme aquí para siempre.

-Solo hasta que pueda levantarme - le sonrió con fingida inocencia.

-Llevo cinco días sin poder salir de esta habitación soportando tus delirios - lo acusó - Necesito tomar aire fresco por un par de horas.

-Ya, solo aire fresco - entrecerró los ojos.

-¿Crees que aprovecharé para escaparme? - no podía culparlo por ello pues tenía intención de hacerlo en cuanto tuviese ocasión. 

James había superado la fiebre y su herida comenzaba a cicatrizar bien, necesitaba huir antes de que recuperase todas sus fuerzas y decidiese seguirla. Aquella salida era una tentativa y estaba comprobando que no sería tan fácil evitar que sospechase de cada uno de sus movimientos. 

-Bueno - continuó al ver que no respondía - supongo que el guardia que has puesto en la puerta lo dice todo. Deberías tener un poco más de confianza en tu esposa.

-Ah, pero ahora eres mi esposa - dijo divertido - Creía que seguías pensando en anular el matrimonio.

-Debí dejarte morir - lo amenazó - Llevo los últimos cinco días cuidando de ti noche y día. 

-Eso ya lo has dicho, esposa.

-Lo repito porque parece que no te has enterado - cruzó los brazos sobre el pecho.

-Acércate - le pidió.

-No.

-Vamos - insistió - No muerdo.

-Permíteme que te recuerde que sí lo haces - se mantuvo firme en su sitio.

La risa de James endureció su expresión porque ahora ambos recordaban la segunda noche en que James había tenido una fiebre tan alta que Aileen temió realmente por él. Lo había metido en la bañera, con ayuda de un par de hombres que John había mandado llamar, para bajarle la temperatura. En cuanto se quedaron solos de nuevo, comenzó a escurrir agua por su rostro con delicadeza pero James la sujetó por el brazo sin previo aviso y la lanzó a la bañera con él.

Antes de que pudiese protestar ya la estaba besando. Sorprendida por aquel arrebato, le correspondió al beso hasta que lo notó hacer una mueca de dolor. Se había levantado enfadada y lanzando todo tipo de insultos hacia él por ser tan insensato, pero lo que más la molestó fue la sonrisa de satisfacción que le mostró James. Y lo que su corazón hizo tras ella.

Había evitado el contacto visual con él después de aquello hasta que se serenó pero ahora, al recordarlo, bullía de rabia. Cuando James insistió en que se acercase moviendo una mano en su dirección, lo miró cejuda y se negó.

-Déjame salir y tal vez luego te contente - probó suerte.

-¿Me contentarías en todo lo que yo quiera? - alzó una ceja.

-En acercarme a ti - matizó.

-Acércate primero y tal vez luego te deje salir.

Podría haber salido directamente pues sabía que James no podía levantarse todavía de la cama, pero temía precisamente que lo intentase y por eso se contenía. No quería que se lastimase porque eso significaría alargar sus días allí. Sus ganas de respirar un aire que no compartiese con él eran tantas, que finalmente claudicó y se sentó en el borde de la cama. Su mano fue automáticamente a su frente, tantas veces lo había hecho en los últimos días. James se la tomó y la besó.

-Prométeme que volverás para comer conmigo y te dejaré ir.

-No eres mi dueño - protestó - No puedes gobernar mi vida. No...

Un highlander a la altura (Viaje por las Highlands 2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora