三 アイトル 三

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-Eres un maldito fascista Santi.

-Era necesario Aitor -suspira-. Y te has negado durante meses.

-Me gustaba mi pelo tal y como estaba... ¡no tienes ningún derecho a obligarme a tenerlo como tú quieras!

-No quiero que mi hermano parezca un jodido vagabundo cuando no lo es. Y deja de quejarte, que al menos mantienes esa ridícula perilla...

-Es lo único que quería arreglar, pero... ¿quién tiene tiempo cuando hay que cumplir un plazo de entrega? -digo mientras me froto la ahora recortada barba que cubre mi mentón.

Su jugarreta ha sido de lo más sucio que he visto en mucho tiempo. Una auténtica traición que me ha hecho plantearme que seamos hermanos. Haciéndome creer que llegábamos tarde a mi reunión me ha metido en una barbería y, aprovechándose de mi estado adormilado inducido por un balium que me hizo tragar anoche, ha hecho que me corten el pelo. Cuando he despertado me he encontrado con una avería similar a la suya. Una especie de peinado hipster que no me ha hecho ni puta gracia. Es una mezcla de años 40 y el peinado emo que llevábamos ambos en el instituto. Al menos me ha dejado vestir mi kimono y no el asqueroso traje que se pudre en el armario en perfecto estado. Odio los trajes... es como si me provocaran urticaria...

Hostia, no puedo dejar de pensar en ello. ¡Traicionado por mi hermano! ¡Por mi propio gemelo! Es como si me hubiera traicionado yo mismo. Et tu Brute? Al menos tampoco vamos con prisa. Que fuéramos tarde ya sería imperdonable. Soy un poco obsesivo con eso (bueno al menos para un nativo español, creo). Es uno de los mayores crímenes , para mí, el llegar tarde a cualquier cita o evento. O hacer esperar a alguien o que me hagan esperar sin una causa razonable. Al menos aquí en Japón no me siento tan distinto en ese aspecto. La puntualidad de los trenes me resulta tan reconfortante... el no tener que mirar el reloj o andar preguntando si ya ha pasado, es algo tan agradable. Hasta el saber casi inmediatamente si tiene retraso el motivo de éste. Es como si hubiera venido al país de la puntualidad. En eso tengo que darle las gracias a mi hermano, por escoger un país al que irse a buscar trabajo como éste. Hace tres años no podían creer que hubiera tomado esa decisión, ya que siempre había sido el menos interesado en abandonar el país. Y ahora se desenvuelve como un nativo más en la otra punta del mundo.

Una repentina sacudida del vagón hace que aferre el sobre pardo que sostengo. El manuscrito y los bocetos están ahí sellados, guardados. Perder el sobre ahora sería... joder, sólo de pensar en perder tres meses de trabajo en los cuales apenas dormí un par de horas... Menudo escalofrío... La verdad es que el viaje es bastante tranquilo, ya que como no vamos a ningún centro poblacional de Tokyo ni en hora punta nos hemos evitado hasta tener que ir de pie. Santi bosteza, medio adormilado, recordándome su presencia y haciendo que se me encienda la bombilla de las ideas cabronas. El diablillo de la moral interno toma las riendas y empieza mi pequeña vendetta...



Saliendo de la estación


-Eres un jodido cabrón, ¿lo sabías? -me dice mientras se seca la cara-. Lo que cuesta quitarse esa mierda de la cara.

-Te lo merecías nii-san, ahora estamos en paz con esto.

-¡Pero qué edad te crees que tenemos! ¡Compórtate como un puñetero adulto maduro joder!

-Tranquilo, no te aceleres...

-¿¡Que no me acelere!? ¡Si me has escrito "pervertido" con un rotulador permanente sólo porque te he obligado a cortarte el pelo!

Solo quise olvidarteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora