Abro la puerta y el silencio del piso me abraza como un cálido abrazo, aunque hace un frio terrible. Por la hora que es esperaba que Eneritz estuviera ya en casa, pero casi mejor que ande por ahí. Apenas le hablo desde que hace unos meses me encarase con el puto vídeo de la estación. Le mentí, obviamente, pero no tenemos tanta confianza desde que nuestros caminos se separan al acabar el instituto. ¿Acaso espera que le cuente todo así de buenas a primeras? En fin, debería haberme marchado a algún otro sitio de alquiler. Si me he quedado ha sido por la pereza que me da hacer todos los papeleos... y por el hecho de que al día siguiente le viera a él y a su gemelo. El otro motivo por el que sólo he salido de mi cuarto para ir a trabajar y cuando mi compañera de piso no está en casa. Es una maldita mierda... no sé por qué no he regresado a España... Soy una maldita ilusa...
Tiro a la basura, sin leer, el postit con la nota de Eneritz. Paso de leer sus tonterías. Es como si fuéramos desconocidas. En fin, es mi día libre y aun así tengo que acabar un buen tocho de informes de contabilidad de la editorial. Por mucho que me esfuerce y mis compañeros intenten explicármelo, no entiendo este absurdo sistema de hacer que pase por todos los departamentos de la empresa antes de dejarme fija en el que se supone que debo trabajar. Estos japoneses y sus extrañas maneras de hacer las cosas... Me meto bajo el kotatsu, planto el portátil frente a mí, acerco los aperitivos y me sumerjo en los panfletos y en teclear. El sonido casi constante de las teclas llena el ambiente. En momentos como este doy gracias a mis padres por obligarme a hacer cursos de mecanografía, por mucho que los odiara en su momento. De lo contrario estaría llorando ahora mismo en una esquina por ser incapaz de escribir con la rapidez que exigen mis jefes. Posiblemente este sea el único motivo por el que mi senpai me ha felicitado alguna vez. En fin... otro día libre encerrada en casa...
Cuando me estiro por sentirme agarrotada, me tumbo y veo que el reloj marca las ocho y cuarto de la tarde. Qué raro... es raro que aún no haya llegado... Mejor recojo y me meto en el cuarto antes de que llegue, que al menos he terminado y enviado los resultados de mi trabajo. Hora de ponerme con música y pasar olímpicamente de toda la mierda del mund...
¿En serio? ¿Una parejita feliz bajo mi ventana? Cómo odio que la gente vaya casi gritando por la puta calle a estas horas. Se van a... ¿eh? ¿Esa es Eneritz? ¿Con quién va? Creo que es obvio por la altura que no es ninguna de sus amigas (ya las he conocido alguna vez). Y también es obvio que es un tío, pero está de espaldas y fuera de la luz de la única farola del tramo así que me cuesta diferenciar el color del pelo o la ropa. Se despiden y mientras ella sube el chico se gira...
¿Es una puta broma?...
