Un ruido me despierta y parpadeo, aturdida, mientras intento enfocar la vista. Me incorporo ligeramente y la manta cae hasta mi cintura. La televisión está sin volumen y la luz de la cocina me llega desde detrás. Oigo unas voces pero no las entiendo al hablar en un tono bastante bajo. Eso o que ni asomo la cabeza sobre el sofá. Sólo los recuerdos de la intensidad de lo sucedido, ¿cuánto hace, dos horas o tres?, hacen que sonría como una tonta. Es como si sintiera aún los besos de Aitor sobre mi piel y labios. No he hecho más que despertarme de la siesta y me subo a la nube camino al séptimo cielo. Vale, una de las voces es la del susodicho. Me asomo de repente con intención de darle un susto y me lo llevo yo. De hecho las dos caras, idénticas, se giran hacia mí. Es como ver dos gotas de agua. Si Aitor no llevara la perilla o el pendiente... Definitivamente sólo sería capaz de diferenciarlos por el color de sus ojos. Tras fijarme un poco y hacer que uno de los clones se ría, veo que a mi izquierda está mi... espera... ¿puedo llamarlo de esa manera ya?
-Ohayou dormilona –me levanto del sofá y me acerco a él, sentándome a la mesa junto a él-. Antes de que llames a la policía mejor os presento: este es mi hermano gemelo Santi...
-Nunca lo habría dicho... -digo sarcástica-. Soy Eneritz, encantada de conocerte...
-Igualmente. Veo que no soy el único al que le ha ocultado algo importante –su risa es muy parecida a la de Aitor, pero hay una clara calidez que la acentúa.
-¿Cuándo pensabas decírmelo? ¿En la boda?
Hasta para reaccionar son idénticos. Santi se atraganta con un trozo de karaage del ataque de risa que le entra y Aitor escupe el refresco tanto por la boca como de la nariz. Los ataques de tos y carcajadas suceden a la escena cómica. Le extiendo un pañuelo al pobre Aitor, ya que aún tose como un descosido. Santi le lanza pullas que parecen haber estado guardadas años, como si su hermano se hubiera cebado con él durante toda la vida. Creo que he encontrado un aliado para cuando quiera tomarle el pelo a esta bolita amorosa que Aitor. Cuanto más le miro más coladita me quedo. Igual es un efecto exponencial por tener al otro lado al reflejo de ojos azules. De pronto algo hace que baje de la nube y me centre en la conversación:
-... a ver si así terminas de pasar página. Me gustaría que nuestros padres te vean como un hombre rehecho, no como llegaste. Ni si quiera te dignaste en avisarles, tuve que hablar yo con ellos. Cuando tomas decisiones por impulso...
-Nii-san, ¿no hay alguna manera de hacerte callar?- Aitor tiene una sonrisa forzada. ¿Qué pasa?
-Sé sincero.
-Nii-san... Te lo advierto.
-Pues hazlo o lo haré yo.
-¿Me he perdido algo? –en serio, estoy realmente confusa.
-Aitor tiene algo que contarte.
-¡Santiago!
-Por mucho que uses mi nombre completo y no el diminutivo no voy a dejarlo pasar...
Joder, ambos dan miedo. Aitor enseña los dientes y se ha levantado de golpe, mientras que Santi ha cruzado los brazos y tiene un gesto imperturbable. Ahora que lo pienso, esto parece una escena de la novela ligera de Aitor. Creo recordar que hay una escena similar en la que el protagonista se pelea con el miembro del grupo que le resulta más cercano. Solo espero que no acabe mal como en la historia. Agarro a Aitor por el antebrazo con suavidad, no quiero que se altere.
-Aitor... tranquilo... -digo con voz suave, logrando que su expresión se relaje y me mire a mí. Su colérica mirada se suaviza al instante-. No sé qué ha pasado porque he desconectado un rato; pero si hay algo que me concierna, quiero que sepas que puedo esperar a que tú estés listo.
Puedo ver la duda en sus ojos, también remordimientos. Una rápida mirada a Santi me confirma que el gemelo se ha tranquilizado también, hasta parece suspirar aliviado. No sé cómo será Aitor más allá del punto al que habían llegado, pero tampoco tengo ganas de verlo por mí misma. Pero, ¿qué cojones será lo que Santi quería que me contase?