Me tiemblan tanto las manos que casi se me cae la bandeja con los cafés. Aunque creo que voy a acabar derrumbándome igualmente, ya que las piernas me tiemblan como a un cervatillo. No sólo me llevo bronca por parte de Nimura-senpai si no que tiene que pasar esto... No puede ser... Ese es... ¿Cómo... ¿Cómo puede haber dos? De espaldas a mí, y alejándose, marchan dos chicos rubios casi idénticos. Mismo peinado, misma altura, pero uno con traje oscuro y el otro con un kimono. De pronto, el de la derecha gira la cabeza lo suficiente para que pueda ver su pendiente de madera en el lóbulo. El del traje, entonces, ¿es su gemelo? Ni si quiera sabía que tuviera hermanos... ¿Tan poco sé de él? Después de tanto tiempo sigo dándome cuenta de lo poco que lo valoré... Joder, pero un gemelo... ¡Oh dios! Estoy acabada... Es seguro que sabe lo de la estación de ayer y se huele que ando por aquí... ¿Cómo podría si quiera poder...
Intento forzarme a caminar tras él pero mis pies no quieres responderme. Es como si se hubieran fusionado con el hormigón. Quiero gritar su nombre para llamar su atención, pero el nudo de mi garganta hace que se ahogue antes de si quiera salir. ¿Qué me pasa?
Vine tras él según me enteré a dónde se había marchado. Tardé unos meses en descubrirlo y aun así ni lo pensé. No podía dejar las cosas así y menos tras el mensaje que me encontré el correo. Ha sido un maldito y jodido año buscándolo, ¡joder!... Y sólo pude deducir la ciudad más o menos. Y ahora que está delante de mí, con una sonrisa de oreja a oreja... Jamás le vi como le veo ahora... Duele...
No puedo controlar las manos ya y los cafés caen al suelo...
¡Moveos putas piernas! ¡Haced algo!
Alzo la mirada y ya no está... Mi vista se enturbia por las putas lágrimas de impotencia que me salen.
Se ha ido... otra vez...
Prácticamente al alcance de la mano y...
Las piernas ya ni me sostienen y caigo de rodillas al suelo....
O-otra vez...
Otra puta vez...
