Parte 2 / CORREGIDO

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MILES DE AÑOS ATRÁS...

El tedio y el cansancio se habían apoderado de mí, como una marea incesante de aburrimiento que amenazaba con ahogarme en su monotonía. La rutina con los humanos se había vuelto un sinsentido interminable; sus deseos, sus problemas, todo parecía girar en círculos, como un eterno retorno al mismo punto. Había momentos en los que la idea de desatar una gran tempestad y barrerlos a todos cruzaba mi mente, como una tentación para liberar la frustración que me estaba volviendo loco.

Y si eso no fuera suficiente, Hera, la misma que alguna vez había sido mi esposa, pero solo por ambición, ahora reclamaba constantemente sobre mis aventuras y relaciones con diosas y semidiosas. No importaba que ella supiera desde el principio cómo era yo, que mi naturaleza siempre había sido así. Ella no me amaba, solo deseaba ser la reina suprema entre las deidades, y eso incluía tener control sobre mí. Sus quejas y demandas me atormentaban como un zumbido constante en mis oídos, y francamente, me tenía harto.

Mi único refugio en medio de esta tormenta de fastidio era mi trono. Desde allí, podía observar todo lo que sucedía, vigilar los pasos de mis hijos, monitorear los eventos divinos y humanos. Pero incluso esa posición de poder había perdido su atractivo, como si la omnipotencia en la que una vez me deleité ahora fuera solo una ilusión hueca.

Hasta que por fin te encuentro, mi hermano -, interrumpió una voz gruesa en mis pensamientos, sacándome de mi ensimismamiento.

¿Necesitas algo? - pregunté sin ningún rastro de entusiasmo.

Vaya, qué alegría reina en este lugar - replicó Poseidón sarcásticamente mientras observaba al poderoso Dios de los rayos esparcido en su trono.

No empieces, hermano. Supongo que no tienes otro motivo para estar aquí - contesté con un toque de irritación.

¿Qué te pasa? ¿Por qué estás tan de mal humor? - preguntó Poseidón con una mezcla de diversión y curiosidad, acomodándose en su propio trono con una sonrisa juguetona.

Estoy harto de todo esto, Poseidón. Harto de los humanos, harto de Hera - añadí con frustración mientras me levantaba de mi trono y comenzaba a caminar de un lado a otro, sintiendo la necesidad de liberar mi inquietud.

Bueno, supongo que todos tenemos días malos - comentó Poseidón con un tono ligero.

No es solo eso - continué, mi voz cargada de cansancio. - Estoy harto de todo esto. De sus deseos efímeros, de sus luchas insignificantes, de las quejas constantes de Hera.

Si estás tan aburrido, ¿por qué no buscas una o varias amantes para distraerte y aliviar ese mal humor? - sugirió Poseidón con una sonrisa traviesa, disfrutando de verme tan fuera de lugar.

Eso ya no me satisface - admití, pasando una mano por mi cabello con frustración. - Incluso las diosas y las semidiosas que caen rendidas ante mí ya no despiertan mi interés.

¿Y qué tal las mujeres mortales? - sugirió Poseidón con un gesto pícaro, recordando mi debilidad por las mortales a lo largo de los tiempos.

Tampoco - respondí con un suspiro. - Ya no siento atracción por ellas, ya no encuentro placer en eso.

Entonces, ¿por qué no haces lo que se rumorea que está haciendo Eros? - sugirió Poseidón, su tono cargado de insinuación.

¿Qué está haciendo Eros? - pregunté intrigado por su comentario.

Se dice que Eros se ha obsesionado con un humano, un hombre - reveló Poseidón con una sonrisa juguetona.

¿Es eso cierto? - pregunté, genuinamente sorprendido por la noticia.

AMANDOTE OTRA VEZDonde viven las historias. Descúbrelo ahora