¿Convertir los problemas en inspiración?

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Para emprender uno debe interpretar las señales de la vida, reconocer las oportunidades más fuertes para sacar adelante un proyecto que se extienda en el tiempo y que pueda, además de servir a los demás, ser económicamente viable. No se trata de montar cualquier cosa porque a todos les esté yendo aparentemente bien. Ese ha sido siempre un gran error. Abren una hamburguesería exitosa, al otro día hay 20 más por toda la ciudad, todas cojeando, luchando por subsistir, quebrando precios para superar a la competencia. El anhelado emprendimiento termina entonces convertido en un dolor de cabeza. Al final, subsistirán aquellas que tenían la idea más clara y mejor fundamentada. Las otras se sumarán a la larga lista de intentos fallidos y habrán mellado el animo de quienes invirtieron sus sueños y su dinero en ellas.

Si vas a empezar un emprendimiento, lo haya o no en la actualidad, el mayor valor se lo dará tu compromiso, la consciencia de brindar algo verdaderamente diferente: ¿qué voy a ofrecer para sostenerme en el tiempo y triunfar? ¿por qué alguien me va a preferir sobre la competencia? ¿cómo voy a ser solución y a mejorar la vida de los demás?

Mi encuentro como emprendedor empezó así, tratando de resolver un enorme problema para cientos de clientes de una marca de vehículos que se habían quedado sin respaldo en el país (1.998)... convertí ese problema en inspiración.

A mí llegada de EEUU, con Ale y la nueva vida que crecía en su barriguita, compre un auto nuevo en una concesionaria de Bogotá (yo no sabía aún que este sería mi futuro emprendimiento). En él nos vinimos para Medellín. A mitad de la carretera empezó a fallar: se había roto una manguera del refrigerante y la aguja de la temperatura estaba a mil. Como todos los hombres de aquella época, me creía mecánico (y tratándose de un "simple" recalentamiento), empecé a darle cuantas soluciones se me fueron ocurriendo: remendé la manguera fisurada con un pedazo de neumático, mojé el motor cada hora con agua helada (que desastre), y al mismo tiempo iba cubriendo con Coca Cola las partes más calientes (para lubricarlas, no me preguntes por qué). Conclusión: después de 11 horas de peripecias en carretera, el carro colapsó, quemado del todo, se detuvo gargareando frente a la puerta de nuestra casa, el acero casi caía como jalea sobre el piso, solo le faltó incendiarse... yo estaba tranquilo: "mañana lo llevo al taller y ya está"; pero lo que no sabía era que todos los almacenes y talleres de la marca habían cerrado en el país. ¿Lo puedes creer? Me vendieron un carro sin decirme que, a partir del día siguiente, no tendría garantía, ni talleres, ni mecánicos, ni repuestos. Prácticamente salí del concesionario y bajaron el cartel para que no me diera cuenta ("Huy Echeverry, como que nos tumbaron").

Con un hijito pidiendo pista para nacer, un carro desahuciado en la puerta de la casa y la ilusión de empezar una nueva vida fuera del mundo del espectáculo descubrí, que en vez de un timo, la vida me estaba dando la respuesta: "si esta marca ya no existe en el país, tienes una gran oportunidad. Habrá cientos, sino miles de clientes FIAT en la misma situación que tu. Soluciónalo ahora, por ti y por los demás", y así fue como empecé en el mundo de los carros, con la firme determinación de ser respuesta a los clientes de la marca que habían quedado sin respaldo en la ciudad.

Mira a tu alrededor. Todo lo que te cause problemas o lo que te parezca insuficiente y digno de mejorar en cualquier servicio o producto, será también solución para miles de personas como tú. No te dediques a criticar, como no lo hice yo, soluciona y demuestra que lo puedes mejorar. En vez de ponerte a pelear o a llorar tu mala fortuna, aprovecha las oportunidades y saca ventaja de las experiencias. Así encontrarás a tus primeros clientes. Apasiónate, prepárate y lánzate a caminar...

MANUAL del eterno EMPRENDEDORWhere stories live. Discover now