Epílogo. No puedo casarme contigo

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Supongo que ahí fue donde perdí al amor de mi vida. Pensé para mí mientras caminaba por la estación.

Le perdí entre las guerras, el odio, la confrontación, los sinsentidos... Le perdí cuando más le necesitaba, y cuando él más me necesitaba a mí. Le perdí, y desde entonces, no le había vuelto a ver ni a sentir en ningún aspecto.

El juicio salió favorablemente para Draco. Dicen que fue gracias a mi declaración y a que como prueba de mi palabra les dejé mis pensamientos y momentos que había compartido con Draco. Todos. Recuerdo como si fuera ayer la sensación de vacio dentro de mi cabeza. Dentro de mi corazón. Me di cuenta entonces de que realmente estaba sola, de que sin él me quedaba así, vacía.

Desde el momento en el que mis pensamientos salieron de mí y quedaron guardados en un frasquito a la espera de la sentencia, tengo la teoría de que el hechizo que nos vinculaba se rompió con ellos.

Nunca lo supe con seguridad, ni siquiera cuando me los devolvieron.

Traté de recordar entonces si finalmente le di en algún momento el anillo que le iba a regalar por Navidad. Por mas que intentaba volver atrás en mis pensamientos, no fui capaz de saber qué hice con él. En algún momento llegué a sospechar que él me había dado otro, uno que yo no pude aceptar y, al final, puede que se quedara con los dos. A veces me odiaba por no haberlo aceptado, otras veces me alegraba de no seguir atada a él como si fuera un ancla y yo sólo quisiera ahogarme en él.

Creí que ese saludo en mi cabeza había sido imaginación mía porque me había centrado en la nostalgia que me producía ver el tren a Howgards marchar sin mí, otro año más. Yo había bajado la guardia, y él lo había aprovechado para volver a colarse en mi vida.

Draco, ¿qué haces? Cerré los ojos concentrándome en la familiaridad de esa sensación. Sintiendo cómo se me aceleraba el corazón y cómo tuve que controlar mi respiración para que no se me notara. Me centré en la felicidad que me producía saber por fin que yo había estado equivocada todo este tiempo. El amor amargo que me producían los recuerdos... La dulzura de sus caricias aunque no fueran físicas.

Llevo mucho tiempo pensando en que nunca debí dejarte ir, Hermione, y por fin me he dado cuenta de que quiero pasar el resto de mi vida contigo.

Me reí sin ganas.

Llegas un poco tarde, ¿no crees? Dije mirando a Hugo, mi niño pelirrojo. Había visto que Ronnald decía algo, pero no había escuchado ni media palabra.

Tú no amas a Ronald Weasley. Ambos lo sabemos.

No, pero amo a mis hijos, y tú deberías amar al tuyo. Draco, por favor, que tu mujer está al lado.

¿Cómo lo sabes?

Te ha dicho algo y no la has escuchado, pero yo sí.

Me di la vuelta, y ahí estaba. Draco Malfoy. La edad le había sentado sorprendentemente bien. Estaba imponente. Había ganado masa muscular y se había cortado más el pelo. Y yo volví a caer por él cuando me dedicó una sonrisa que hizo que se me para el corazón. Se me aceleró el cuerpo de nuevo y sentí unas repentinas ganas de abalanzarme sobre él, besarle, y no dejarle ir durante el resto de mi vida. Vale, seamos uno,quise pensar, pero me bloqueé. Ese pensamiento estaba fuera de contexto. Ya no era una adolescente, hacía mucho que dejé de serlo. Mis decisiones tenían consecuencias que afectaban otras vidas, y no podía perjudicar la de mis hijos. Así que sin pensar en el dolor de corazón, me dí la vuelta y me fui con Ron. Otra vez.

Hermione, por favor, dame al menos la oportunidad de hablar.

Tú y yo no tenemos nada que hablar Malfoy, por favor. Déjame y no vuelvas.

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⏰ Última actualización: Nov 11, 2020 ⏰

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