Con menos frecuencia que los otros, se presentaban en la parada un señor y quién creo es su hija. El hombre debía tener unos 45 años,mientras que la niña era todavía pequeña, y seguramente tenía menos de 12 años. Jamas los vi hablar entre sí, ni siquiera para subirse al colectivo. Siendo honesta, el hombre nunca me agradó.Siempre que los veía (que era solo los Miércoles, asumo por problemas matrimoniales), se lo podía encontrar mirando su reloj impacientemente, con una terrible mueca en su cara como si estuviese maldiciendo al colectivo, a su conductor, y a todos los que se le ocurriesen. La niña, en cambio, simplemente observaba el constante pasar de los autos con la mirada perdida. A veces me sentía mal por ella, no se bien por qué. De vez en cuando deseaba que su padre mirase mas allá de sus sucios anteojos y se diera cuenta de que su hija se encontraba al lado suyo.
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Paradas.
Non-FictionCada mañana era lo mismo. Siempre me dirigía hacia la misma parada de colectivo que me llevaba hasta el colegio, sin excepciones. No pasó demasiado tiempo hasta que comencé a notar ciertas peculiaridades en mi rutina.
