La primera hora se paso volando, claro que se paso volando si estaba ahí yo sin prestar atención a la maestra Karenina; él se había sentado detrás de mi, podría sentir como su mirada quemaba en mi espalda. Estaba preocupada, tal vez se había dado cuenta hace mucho tiempo que yo siempre estaba embobada con él cada día en la cafetería y ahora él se esta queriendo matar así mismo por no querer estar en la misma clase o más bien en la misma universidad con una loca.
Pero algo me agrado, a él también le interesaba la literatura, si no le interesara no estuviera ahora en esta universidad, pero me alegraba saber que el también tenia un amor a los poemas, los cuentos o las novelas. Rayos. Hasta ya me estaba imaginando mi vida con el, casados, dedicándonos poemas, inspirándonos con cada beso, esa seria mi vida soñada con el.
Tonta enamorada.
Pensando en eso recordé la carta. Mi admirador secreto me había escrito un hermoso poema en prosa sobre mi, algo que siempre había soñado, que alguien me dedicara un poema, aunque fuera horrible apreciaría el bello detalle, pero en este caso este poema era hermoso uno de mis favoritos. Gracias a ese poema me sentí bella y amada. Me subió el autoestima.
Estaba tan concentrada con mi dilema, que no me había dado cuenta que había una hoja doblada en mi mesa. Mire a los lados para verificar si no se habían equivocado de persona, pero para mi sorpresa, todos ya estaban saliendo.
Pues como dicen, la curiosidad mato al gato.
La desdoble encontrándome una caligrafía similar:
Tu cabello brillante, inundo mis pupilas, deja una llama apagada de oscuridad. Deseo, deseo, que mis flores tuvieran tu aroma, con solo inhalar poder sentir tu cálida presencia. Alegría siento, al tener el privilegio de estar cerca tuyo, todos los días. Que hermoso ser eres, ojala algún día me notes.
Sueño ser tuyo, Tu Admirador Secreto.
Otra vez volvemos a lo mismo, pero con una pista, es alguno de mis compañeros. Solo falta saber cual de estos asquerosos chicos es. Maldita sea, no sabia que tener pretendientes fuera tan difícil.
Aturdida de este problema, me levante en busca de algo que me haga olvidar esto, y que mejor lugar que el paraíso, o mejor dicho la biblioteca. Siempre estaba sola la biblioteca, todos solían tomar los libros para leerlos en el patio al aire libre o en la cafetería. Yo prefería leerlos en la soledad del paraíso. Abrí las puertas para entrar al lugar mas hermoso y preciado para mi, ahí todo era perfecto, silencio, soledad, y libros. Pero hoy, la soledad no estaba presente; al fondo de la sala de estar se pudio presenciar una melena castaña, tenia posado un libro abierto en su regazo. Ignore su presencia y fui a tomar un libro que me había prometido leer, Orgullo y Prejuicio.
Durante mi lectura daba algunas miradas al ladrón de mi soledad en el paraíso, pero en una de esas me respondió, devolviendo un contacto visual, demostrando su identidad. Me sorprendió su detalle, una sonrisa, con sus hermosos hoyuelos, y las blancas perlas. En ese momento, me pregunté, como seguía viva, al ver tanta perfección.
-¿Qué lees?- dijo con su lenta ronca voz.
No sabia como reaccionar, no podía creer que me había hablado. Enserio, necesitaba un tanque de oxigeno.
-Orgullo y Prejuicio- respondí con la poca voz que me quedaba, -¿y tú?-
-Cuentos de Oscar Wilde- dijo alzando el libro, -y ¿te puedo preguntar algo?-
Con mis ojos conectado a los suyos asentí, -Claro.-
-¿Debo suponer que tienes el mismo buen gusto en literatura y en música?-
Eso fue lo mejor que alguien me haya preguntado en toda mi vida, hasta ese momento.
-No se, ¿por que lo dices?- dije deseando que este momento nunca acabara.
-Tu playera lo dice todo,- dijo señalando la prenda. -Queen es una gran banda, con solo verte sé que tienes un gran gusto en musical. A no ser que solo la uses porque te gusta el diseño del estampado.-
-Pues si tengo buen gusto, ¿qué hay de ti?-
-También tengo buen gusto, a mi me encanta Queen, Freddie Mercury es mi idolo!- dijo exclamando con sus manos.
-Tu ídolo es mi ídolo,- dios! mismo gustos, - él era Dios.-
-Para mi no era Dios,-dijo con semblante serio y un fuerte contacto visual,- yo ya tengo una diosa.-
-¿Y se puede saber quién es?-
-Es personal pero no te preocupes, muy pronto lo sabrás,-dijo cerrando su libro levantándose demostrando su gran altura para luego ofrecerme una mano, y por supuesto que la acepte, -Harry Styles.-
-Emilia Hoffman- dije tratando ser tranquila.
-Que nombre tan más bello, pero creo que es más bella la que lo posee- dijo con una sonrisa que pintaba mis mejillas,- ¿Vas a la misma cafetería que yo, verdad?-
Oh no! Osea que el ya me había visto antes, de seguro se dio cuenta que pasaba todo mi tiempo libre viéndolo.
-¿ A la cafetería Beckson?- dije tratando no ser tan obvia.
-Si, tu siempre pides el té de frambuesa.- ¿cómo sabia el que yo pedía ese té?
Fruncí, cosa que el noto logrando ponerse nervioso y empezó a rascarse el cuello. Oops! Creo que habló de mas
-No es que yo sepa es que ...mm...pues yo....- dijo mirando al suelo, pero aun así se podía apreciar sus mejillas rosadas. Que ternura.
-No hay problema.- dije tratando que no se sintiera humillado.
Me voltio a ver lanzándome una portentosa mirada con sus hermosos ojos verdes que combinaban muy con el rosa de sus mejillas.
-Te veo luego, Emilia- dándome una tímida sonrisa con un peculiar brillo en sus ojos.
-Hasta luego, Harry, bye.- dije devolviéndole el gesto para luego dirigirme a la puerta.
-Bye hermosa- dijo para luego abrirme la puerta como tal caballero que era.
Ese fue un momento maravilloso, el comienzo de mi paradoja.
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cartas a ella | h.s.
FanfictionQue pasaría si te enamoras de un chico que ni si quisiera sabes su nombre y a la ves te estás enamorando de las cartas de tu admirador secreto. A quién elegirías?