Capitulo 7

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Confusión

Halago

Emoción

Repercusión

Sentimientos activos en ese momento. Palabras comunes e importantes como las otras, pero juntas forman las siglas de los síntomas principales del enamoramiento, caer.

El principal paso para enamorarse es, caer. Ser atrapado en las redes para robarse el corazón.

El acto seguido de leer la carta fue caer  en las redes secretas del desconocido admirador. Nuevamente, había sido conmovida otra vez  por sus palabras, dándome las inmensas ganas de saber de el. Quería conocerlo.

-Al parecer te apantalló la carta- dijo esa ronca voz olvidándome mis preocupaciones.

Levante mi vista para verlo a los ojos, él me estaba mirando atentamente con una tímida sonrisa.

-Ah si, es muy halagadora- dije casi inaudible. 

El sonido de la cerámica chocando y el metal tocando, me hizo volver a la realidad. Lo real me hizo ver la  lógica. Lo que sentía era una confusión.

-De seguro te enamoraste del remitente- sus palabras me lo mostraron mucho mas claro.

Uno no puede enamorarse de alguien que no conoce, no se puede enamorar de la apariencia. Nosotros nos hacemos la idea de creer conocer con información salida de otras bocas, con comentarios, pero esa información nos hace ver solo una faceta, no la realidad. 

Para enamorarte de alguien necesitas conocerlo personalmente, saber su verdadero ser. Notar sus gestos, manías, verdaderos gustos, inquietudes y mucho mas. Adaptarse hasta enamorarse de ellos.

En cambio cuando lo desconocemos verdaderamente, solo vemos una faceta pública y no nos enamoramos si no lo admiramos. Admiras a la persona, a la faceta, pero no es amor. Solo lo confundimos.

-No-, dije tomando un sorbo de mi té ya helado, - lo desconozco, no puedo enamorarme.

Dejo en el plato el croassant casi terminado que tenía en mano, me miro como si lo sucedido lo hubiera defraudado.

 -¿Por qué?- dijo frunciendo el ceño.

Guarde la carta en mi bolso y tome mi almuerzo ya frío, -simplemente no lo conozco, no se quién en realidad es- dije antes de por fin empezar a comer mi croassant.

-Bueno, creo que tienes razón- dijo algo confundido.

-Yo siempre tengo razón- dije divertida.

-¿Ah si?- dijo retándome con sus manos sobre la mesa.

-Si las mujeres siempre tenemos la razón- vacile sujetando mi taza con mi frente en alto simulando orgullo.

-Entonces me cambiaré de sexo para ver si es cierto- menciono provocando que estalláramos en risas.

En ese momento conocí su risa, empezaba grave para luego terminar en un agudo chillido, pero no solo eso, me di cuenta que estaba empezando a caer  verdaderamente por Harry.

~

-No me digas que enserio lo hiciste-

-¡Claro que lo hice! Tome el bote de pintura y se lo tire en su granosa cara- dijo sonriendo encantadoramente.

Su sonrisa desató las mariposas de mi estomago.

-No puedo creer que lo hiciste solo porque no le habló a tu hermana por dos días- dije riendo.

Me miró con sus esmeraldas provocando la falta de fuerza en mis piernas.

-¡Oye! Cuido y defiendo lo que amo, ademas, solo tenia doce años- dijo metiendo sus manos en los bolsillos de los jeans.

-¡Doce años, un completo puberto!- dije mirándolo divertidamente.

Harry se había animado para acompañarme a mi casa, con la escusa que alguien me puede robar.

-Pues llegamos- dije parándome en frente de la puerta del edificio.

-Hogar, dulce hogar-

Reí ante su comentario,- ¿Quieres pasar?-

-Oh no, gracias,- dijo dándome una tímida sonrisa.

-Gracias por traerme, Harry- 

Sentir su nombre salir de mis labios era tan dulce como la miel.

-No fue nada-

-Bueno adiós, Harry- dije dándole la mano para despedirme.

El jalo mi mano y se acerco a mi para luego sentir su suaves y cálidos labios sobre mi mejilla,- Adiós, Emilia que tengas buena noche-

Y si, yo ya estaba cayendo.

cartas a ella | h.s.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora