Y en Kapaa, él estaba herido, junto con la tropa de diez hombres. Estaba contando el tiempo, el lugar explotaría en un par de minutos.
Observó al cielo ¿iría a parar ahí? No había sido un mal hombre. Y sonrió, observando a Liam a su lado, con el brazo herido, este le palmeó la espalda, y rieron juntos, pronto acabaría, miró al cielo una vez más, el helicóptero había desaparecido, Harry ya no estaba, su bebé se había ido y ya no iba a volver a verlo. Al menos se sentía seguro, porque sabía que Harry lo estaba. "¿Iría a parar al cielo después de morir?" Se preguntó de nuevo, ojala que sí, dijo, "Pues solo los del cielo podían visitar a los de la tierra."
Y los ojos se le envolvieron en lágrimas. "No", pensó, "A Harry no le hubiera gustado verte llorar" Y no lo hizo, y sintió el cuerpo desplomándose por dentro, sin fuerzas. Y aunque no pudiera verlo, y no lo vería nunca más, dónde quiera que estuviera, siempre lo protegería. Porque Harry fue su salvación, Harry entró a su vida como un ángel. Harry llegó a hacerlo feliz, y lo logró. Harry había cumplido su misión. Ahora le tocaba a él terminar con la suya, protegerlo siempre, cueste lo que cueste, y lo había hecho mientras estaba vivo.
Pensó en esos ojos esmeralda una última vez, en lo tanto que amaba contemplarlos, esos ojos llenos de vida que se habían metido en su sucia alma hasta purificarla. Pensó en cómo se sentía tenerlo entre sus brazos, como desearía poder tenerlo en sus brazos en ese momento, en otras circunstancias, tal vez mirando una pelicula romántica en el sofá, a pedido de Harry, ya que el las odiaba, y solo le daría el capricho al rizado porque amaba hacerlo feliz, aunque fuera con una mínima cosa.
Recordó lo bien que se sentía acariciar sus rizos, esos esponjosos rizos que tanto lo volvían loco. Se quedó allí, estático, recordando... Recordando a Harry. Cada uno de sus momentos juntos, cada risa, cada lágrima, cada beso, cada abrazo, todo lo que lo había hecho feliz en ese período corto de tiempo.
Su vista se estaba nublando, lo último que vio fue a Harry, su bebé, el amor de su vida, por el que había dado todo, parado frente a él, sonriendo, diciéndole que todo iba a estar bien, y que lo amaba, que siempre lo amaría.
-Siempre estarás en mi corazón, Harry Styles, siempre cuidaré de ti, siempre te protegeré. –Le dijo al cielo, con el último aliento que le quedaba.
Han pasado años, y la pequeña niña que Harry había criado estaba cumpliendo siete años. El rizado se reía a lo lejos, mientras observaba cómo ella se divertía. Aunque no tiene sus genes, le hace recordar a él, en todo sentido. Conserva los ojos y la sonrisa de Louis, sus sonrisas son realmente parecidas, y no había nada en el mundo que le encantara más. La miraba a lo lejos, y también ve a Alex a su lado, riendo con ella.
Como había dicho Louis la última vez que lo había visto, Harry iba a encontrar a alguien. Aunque no mejor que él, nunca nadie iba a poder reemplazarlo. Alex se volteó a mirarlo, sonriéndole, Harry le devolvió la sonrisa.
Dejaba que el aire le desacomodara el cabello. Estaba allí... lo sentía, estaba observándolo, de alguna forma lo estaba haciendo. Louis lo estaba mirando, y puede sentir sus manos abrazarle la cintura, acariciarle la piel. Había venido. "Te amo, cariño, siempre lo haré." susurra, pero nadie podía verlo. Solo Harry. De pronto Alex lo llamó a lo lejos, la sesión de fotos con los invitados había comenzado. Louis lo suelta, y el viento sopla tranquilo. Aunque ya no estaba, lo estaba viendo todo, y aunque Louis no estaba con él en ese momento, sabía que Harry lo sentía. No había perdido la mirada, ni tampoco ese deseo que siempre sintió por el menor, el único hombre de su vida. Y lo ve reír. Y se ríe él también. Le hace feliz. Joder, está más hermoso que antes. Cuanto le hubiera gustado demostrárselo. Pero solo sonríe. Aunque nadie lo vea, aunque nadie lo vería nunca, él estaría ahí, protegiéndolo siempre, desde cualquier parte del universo.
