Capitulo 5

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-Agente, ¿Me copia? ¿Tiene información que deba saber? . -Louis apretó el botón de orden. Manejaba por las calles de Kaapa, con aquella sudadera negra. Mientras Liam intentaba revisar las cámaras de seguridad por última vez, deseoso de captar alguna maldita pista. Harry se les había escapado. Jodidamente su plan había resultado tan perfecto que ni siquiera Louis se había percatado de su ausencia, sin contar que había estado soñando con él antes.

-El presidente tenía que claro que un promedio de cinco mil hombres llegarían a invadir Washington, o por lo menos eso decían los estudios. Pero, no entendemos por qué, -Un pequeño ruido se escuchó desde la otra línea del intercomunicador. Alguien tecleaba. -solo han recibido a cuatro mil, en promedio cuatro mil ochenta. Escondidos estratégicamente en las afueras de la ciudad, están marcados. Pero nadie sabe dónde mierda están los demás.

Louis cortó la comunicación. Había escuchado lo suficiente. Otro jodido problema, ocasionado por él, por Harry y sus berrinches. Pero eso no lo detendría. El pueblo era pequeño. Y él, era más astuto que esos jodidos rusos.

Y sí, por supuesto que los tenía. Una jodida fábrica abandonada. No podían esconderse en otro lugar. Estados Unidos estaba esperándolos. Los tenían marcados. Y ellos, sabían perfectamente que el presidente no haría nada sin Harry, sin su luz, sin su hijo. Era peor que llevarse el 90% de su economía, peor que llevarse a la mismísima estatua de la libertad.

Estacionó el camión blindado.

-Ve por atrás. -Le ordenó a Liam. -Cubriré la entrada. Si encuentras a uno de esos hijos de puta no dudes en usar el arma.

-¿Por quién mierda me tomas? Por supuesto que lo sé. -Liam salió del camión, junto a Louis.

Desapareció a los pocos minutos. Mientras Louis quitaba el seguro de su Carabina. Estaba jodido, en el fondo lo estaba. Odiaba que Harry hiciera lo que quisiera, mientras él estaba a cargo. Y también, sin saber por que, no quería que el rizado sufriera rasguño alguno. No quería que ningún imbécil lo tocara.

Tiró la puerta. Adentro no se escuchaba ni el más mínimo ruido. Pero sabía que era ahí donde esos idiotas se escondían. Conocía a la perfección, debido a sus largos estudios, los camiones rusos. No podía fallar. No ahora.

Un par de hombres se asomaron por el pasillo más oscuro. Louis no dudo en disparar, sin ni siquiera saber de quién se trataba. Identifico perfectamente aquellos uniformes. Mierda, los rusos estaban allí. Se acercó, frío, hasta uno de ellos, que se retorcía en el suelo.

-¿Dónde mierda está tu jefe? -Le preguntó. Coloco sus piernas a ambos lados del cuerpo. La sangre empezó a brotar de su boca. -¿Dónde demonios están los demás?

Nadie respondió a su pregunta. Aquel hombre yacía muerto sobre el suelo, al igual que el otro. Continuó su camino. Veía a lo lejos una habitación. Luces prendidas. Escuchó gemidos. Escuchó risas. Maldijo para sus adentros, ojala esos gemidos no provengan de Harry.

Se pegó a la pared, escuchando más de aquellos ruidos. Necesitaba comprobar si él no estaba adentro, necesitaba saber si Harry no estaba ahí, no quería que fuera participe de aquella matanza. Se giró, y observó vagamente por el espacio de la puerta y el borde. Lo que pensaba. Prostitutas, y los hijos de perra. El asco recorrió su mente. Al menos nadie peligraba ahí adentro. Espero un par de segundos, para girarse, y abrir la puerta. Apunto claramente al gran grupo de imbéciles que tenían sexo en la menos indicada etapa de sus vidas.

-¡Aléjense! -Gritó él. Mirándolas. Gritos, provenientes de ellas. Cogieron sus cosas, ropas, mallas, juguetes, entre sus manos. -Lárguense de aquí ahora. -Ellas se apartaron. A la pared. Por suerte y solo eran tres. Maldita sea, ellos eran más. -¿Les gustó, hijos de puta? ¿Estuvo bueno, cierto? -Sonrió. Ellos no salían del asombro. Uno de ellos miró su arma por el rabillo del ojo. -Pues será el último polvo de sus putas vidas. -Disparó. Al unísono. Las balas parecían gotas en una lluvia. Cada una directa a cada uno de ellos. Las mujeres gritaron. Saliendo rápidamente de aquella asquerosa escena. Pero él había sido inteligente. Solo había dejado vivo a uno, un jodido cobarde que ahora se cubría el rostro con las manos. Solo, sin armas, frente a Louis. -¿Dónde está él? -Le preguntó amputándole a la cabeza -Dime, al menos que quieras terminar como ellos.

-Está en el cuarto de en frente. -Murmuró el ruso, con dificultad. La mandíbula le temblaba. Estaba a punto de mojarse los pantalones.

-Bien. -Sonrió Louis, asintiendo. -Lástima que sigues siendo uno de ellos. -Le disparó sin compasión. Él nunca tenía compasión. Observó cómo se retorcía de dolor, sin oportunidad de vivir. Pateó un par de veces a los que yacían muertos sobre el piso, por si las moscas. Todo en orden.

-¿Dónde mierda estás Harry? -Murmuró para sí mismo. Abrió la puerta, cerrada por el ruido de los disparos. Y sí, justo como lo había dicho el ruso, una puerta se ubicaba justo en frente de él. No se escuchaba ruido alguno ahí, ¿cómo saber si no se trataba de una trampa?

Una idea empezó a ocupar su cabeza. Golpeó la puerta con el arma, dos, tres, veces. Y espero a que los ruidos vinieran por sí solos.

Un grito se escuchó desde adentro. Sí, sí Louis, es él. Es Harry. Abrió la puerta de un tirón.

-Vaya, vaya. -Susurró, golpeando el arma con la palma de sus manos. -Con que aquí estabas.

No dudo en fijarse en lo que traía puesto. Aquellos boxers que él deseaba quitarle con los dientes. Pero, ¿por qué estaba así? Semi desnudo. Sus ojos, humedecidos, lo miraban al borde de las lágrimas. Una felicidad enorme embargó su corazón. Al menos lo veía ahí, con vida. Como quería.

Se acercó a él, atado de manos y pies, encadenado a la pared. Sus brazos, marcados por aquella asquerosa cadena, estaban a punto de caerse rendidos. Le jodía verlo así.

Lo miró de nuevo. A pesar de estar atado, se veía sensual, como siempre. Pasó sus manos por la cintura de Harry buscando alguna cadena que él perfectamente sabía, era completamente inexistente. Suave, lento, disfrutando al máximo de aquella sensación. Pasó sus ojos por sus pezones, redondos, perfectos. Mordió levemente su labio inferior. Sus manos, fueron a parar hasta su espalda, suave y preciosa, desatando el nudo que tenía en la parte de atrás de su cabeza, le quitó el pañuelo de los labios. Harry se tumbó a llorar. Louis sostuvo su duro, pero ahora frágil cuerpo. No podía ser que él hubiera permitido eso. Que él hubiera permitido que Harry llorara.

My Bodyguard《Larry Stylinson》Donde viven las historias. Descúbrelo ahora