"Es curioso como la lluvia, la tormenta, los rayos, coincidieron con lo que estaba próximo, nadie lo esperaba, claro, pero el adoquín mojado, los techos prendidos fuego, el pasto pisado y los lagos de sangre parecían algo normal ese día.
La tromba de flechas que cayó sobre tantos Humanos en tan pocos segundos, yo no lo podía creer, menos mal que no me crucé con ellos mientras los buscaba, esos seres, tan parecidos a mi, acaban de derrumbar Reliquia Argenta." -Esas fueron las palabras de Marius, quien se encontraba en una torre élfica, observando todo lo que sucedió en la capital Humana.
Ante el aviso del ataque, los No-Muertos, en especial Bram Filosangriento, acudieron rápidamente, fueron los únicos que llegaron a tiempo, y Bram, el único en presenciar la tragedia. Ellos no estaban preparados para la guerra, pero ahí estaban, siendo masacrados.
Se especializaban en usar arcos, puesto que su capacidad para disparar flechas era más veloz de lo que ningún Orco había alcanzado jamás, Bram no estaba seguro si Mai'ath-ali o Laf'ith-athlar podrían haber detenido al menos una de ellas, pero no era momento para pensar en ello.
Ferozmente, los Humanos y No-Muertos, juntos, se defendieron de esos seres que eran iguales a los Elfos del Noroeste, pero, su esencia, se sentía diferente, era claro que LyVil no habría atacado bajo ningún término a Reliquia Argenta.
Bram llegó cabalgando hasta donde encontró a su hija, cuando alcanzó su torre, se abrió la puerta, y una muchacha hermosa, de pelo negro y unos ojos de color marrón cautivante, con su melena que flameaba con el viento, armada con una espada y una armadura plateada, decidida a luchar, salió de la torre.
-Padre. -Dijo Creya
-Hi...¡HIJA! -Bram estaba sorprendido por lo que acababa de ver, pero no era momento de halagos tampoco.
-No dejes que nuestro pueblo muera, ¡No lo permitiré yo, si hemos de morir, será matando! -El grito de guerra dio galope a su corcel, y como padre e hija, partieron hacia las filas enemigas.
Entre ambos y las tropas Humanas que aún no habían sido reducidas, lograron hacer que los invasores retrocediesen, salvaron la ciudad, los empujaron hasta las puertas.
-¡No sé quiénes son, pero juro venganza! -Fueron las últimas palabras de Creya antes de morir, en ese momento, encima de su caballo y con su espada en alto, los ojos de la Reina se cerraron, su cuerpo cayó al suelo como un saco de basura, una flecha atravesó su corazón.
-En Dim nunca hubo una noche tan oscura, el cielo nunca se puso tan negro como ese día, nadie podía creerlo, nadie podía entender porque a ella, luego de pasar tanta pena y tristeza, no tuvo la oportunidad de ver a su marido nuevamente, ¿por qué? ¿Por qué la vida fue tan cruel con ella? ¿Por qué fué este su destino? ¿Por qué ella? ¿Qué traería consigo la muerte de Creya Filosangriento? ¿Por qué esa flecha tuvo que atravesar su corazón? ¿Por qué la Reina?
¿Por qué la Reina?
¿Por qué la Reina?
¿Por qué... la Reina? -Dijo Bram. Posteriormente a Creya, Bram, murió degollado, en el momento que se descuidó, alguien logró alcanzar su cuello y cortarlo de lado a lado, la sangre ensució toda la puerta principal de los Humanos, y con esa última muerte, los invasores se retiraron.
Reliquia Argenta estaba a salvo, pero al costo de dos Reyes.Las desgracias de ese día no terminaron, no eran los únicos que iban a caer.
Un guardia entró desesperado a avisar a LyVil que Creya y Bram estaban muertos, que alguien había invadido Reliquia Argenta, que murieron defendiendo a su pueblo, cuando LyVil se levantó, sólo sintió una vez más el dolor de extrañar a su hijo y no darle lo que merecía, sus lágrimas cayeron junto a la sangre debajo de sí misma, al menos llegó a decir "Hijo, te... amo" antes de morir, una hoja helada hirió de extremo a extremo su espalda, fue tan rápido, tan inesperado, cayó desde el techo, desde las sombras, como un rayo y se fue de la misma forma, LyVil, la Reina de Cyred-athem, el reino más poderoso, murió, dejando un estado sólo y desprotegido, pero también, dejó atrás el dolor de extrañar a su hijo, para siempre.
Las escalera que dirigían hasta el trono se tiñeron de rojo, ese día, jamás sería bien recordado.
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La Guerra Oscura
FantasyLaf'ith-athlar, Apsel y Fel'koz se fueron en busqueda del Archimago Mai'ath-ali a través de los mundos, mientras que, una facción de dos personas trajo de nuevo a la vida a Koeh'ion y a Keth'aera-ali, pero antes de eso, una raza desconocida sale de...