La Reina de los Elfos Oscuros

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Laf'ith-athlar y Mai'ath-ali salieron disparados hacia Zeth'kur, que estaba siendo invadida. Entre Laf y Mai habían miradas profundas, se sentían diferentes, Mai ya no tenía a Creya, y ahora era Rey, pero no podía pensar en eso. Laf era la Jefe de Guerra de Cyred'athem, anunciada por LyVil, la madre de Mai, pero tampoco podía pensar en eso, era un viaje corto, pero largo, y no pensaba en que tendría que asesinar entes desconocidos, pensaba en su pasado, no en cómo se volvió fuerte, sino, en cuando era débil, cuando era niña, cuando jugaba y estudiaba con Mai. 
El corazón de Laf temblaba y ardía, todavía sentía amor por Mai, aunque sus deseos fuesen imposibles, se sentía culpable, no quería dar indicios a Mai, él atravesaba una pérdida, un duelo, Creya estaba muerta, no quería aprovecharse, él ni siquiera pudo rendirle un tributo, no pudo hacer nada, apenas volvió se enteró de la muerte de ella, pero tuvo que inmediatamente defender a su pueblo aliado, que había perdido a Duralion. 
Mai se hallaba distraído, preocupado y atento, también miraba a Laf en silencio, quería enfocarse en la batalla, quería recordar a Creya, quería sentirse angustiado, pero no podía, la mirada de Laf lo llenaba de seguridad, ella fue quien lo había ido a buscar, pero no era momento para pensar en eso, debía luchar contra Aza, alguien que ya conocía, pero no en batalla, ¿qué iba a pasar?. Miró un momento hacia la ventana del carro y vio a un Humano, era raro, porque estaba en la tierra de Zeth'kur. Parecía que estaba perdido, miraba hacia los lados hasta que lo vio a Mai. La mirada del Humano se posó en él, Mai sintió enojo, no entendía porque, aún así, fuese lo que fuese, el carromato dejó atrás a ese Humano que vagaba sin sentido por esas tierras. 

Llegaron a la puerta trasera de Zeth'kur, bajaron del carromato y corrieron hasta donde estaba Perim Halcón. Mai saludó a Perim y este suspiró -Al fin están aquí, -Dijo el Orco- estamos resistiendo, la batalla se frenó en uno de los frentes. 
-Buen pliegue defensivo, -aduló Laf- una resistencia contundente, cubrirse de escudos detendrá todas las flechas que puedan lanzar. 
-Gracias, pero necesitamos hacer algo. -Perim mostró una sonrisa seria, estaba feliz de que estén sus aliados en su ayuda. 
-Sin embargo, no servirá por mucho. -Mai dio un paso adelante y explicó- En cuanto Aza desenfunde su arco y saque una flecha de su carcaj, tu defensa se verá diezmada. 
-Buena observación, mi Rey, y acertada fue tu predicción. -Laf señaló adelante, Aza había sacado su arco y apuntaba al centro de la línea defensiva, todo ese montón de Orcos con escudos saldrían volando en cuanto esa flecha haga contacto con el suelo. Perim quiso tomar su cuerno para indicar a la retirada, pero Mai lo detuvo. Negó con la cabeza su acción. 
-Los orcos no se retiran, tanto tiempo cazando con Duralion, ¿no aprendiste nada? -Mai sonrió, la batalla lo ponía contento, pero a Perim no le gustó lo que dijo y replicó. 
-No me digas qué hacer con mi pueblo, Elfo, puedes ser tan fuerte como quieras, pero esa flecha acabará con la vida de cientos. 
-No quise ofenderte, aún así, te aconsejo mantener esa defensa, Laf y yo nos encargaremos. -Mai sintió el desagrado, había faltado el respeto de Perim, aunque no era momento para disculparse. Miró a Laf, ella simplemente asintió, entre ellos casi no hablaban, pero se entendían. Levantaron un muro de oscuridad que cubrió el impacto de Aza, al ver esto, la Reina se sorprendió.
-¡Cesen el ataque, posición defensiva! -Exclamó, al oírla, todos los Elfos Oscuros obedecieron y la batalla se detuvo, ambos bandos quedaron enfrentados y armados, nadie hacía nada, todos estaban helados. -¿Quién osa levantar muro de tal poder y detener la flecha de mi Ocaso?.
-¡Aza'fir-la, como Rey de Cyred'athem, sucesor de LyVIl a quien vos mataste, esposo de Creya Filosangriento que fue víctima de tu arco y flechas, yo, Mai'ath-ali, hijo del Rey Fera'ael, te exijo que retires tus tropas y aceptes una negociación si no quieres ver a tu pueblo caer ante el poder de la Maga Oscura más fuerte de todo Dim, la Archimaga Laf'ith-athlar, acompañada por el asesino de Gorrum y exorcista de Cieri! -Mai tomó su espada, todavía enfundada, tomaba una posición de ataque esperando la respuesta de Aza. 
-¿Mai'ath-ali? No tengo opción, -Hizo una seña y todo su ejercito abrió un camino hasta ella- camina en paz hasta mi lugar, si es que tienes agallas, no hagas nada raro, no es mi intención asesinarte. -Mai sin dudar, soltó su arma y caminó hasta Aza, acompañado de Laf. El ambiente era agresivo, olía a sangre y fuego, cadaveres por todo el campo, las bajas eran todas de los Orcos, enfrentarse a todo ese ejercito de Elfos habría sido un error. Los del otro bando revisaban el aspecto de los Archimagos, los conocían, Aza había hablado de ellos, sostenían una posición de guardia. 

-Estoy asustado. -Susurró Mai, era la primera palabra que le había dicho a Laf en todo el camino. Ella se sorprendió, pero ocultó rápido su expresión. 
-Si, no sabemos qué puede pasar, pero como en los viejos tiempos, pelearemos juntos. -Le contestó. 
-Tu presencia me calma, Laf, no te separes. -Dijo Mai, mientras sostenía su caminata firme. 
-S... si, mi Rey. -Laf tartamudeó, notaba el temblor de su amigo, aunque ella no le preocupaba morir ante Aza, estaba demasiado nerviosa por la presencia de su Rey, de su amigo.

La Guerra OscuraWhere stories live. Discover now