Capítulo 1

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"Entonces el señor le dijo a aquel hombre: Ven, te mostraré el infierno"

Durante los ultimos años, el paraíso a sufrido constantes ataques. Ya que, al no existir un rey o un antagonista, todos pelean por el derecho divino. Pero los ángeles no son enemigos fáciles. En especial uno de ellos...

Aquel silencio que antecede a la pelea final era sofocante, incluso para Damián, el heredero del infierno. Empuñaba una poderosa espada llamada Deimos obsequiada por su padre, sus alas negras se extendían a través del cielo desde su espalda, su rostro aún humano permanecía sereno, sus ojos rojos espectantes, su cabello negro y liso moviendose con el viento, su cuerpo de guerrero resguardado por una armadura que parecia hecha de obsidiana por el mismo Hefesto

Con escandalosos truenos y el sonido de las espadas chocando entre si, se anunciaba la invacion a la Tierra Prometida, la niebla espezaba sobre sus hombros, tan solo aguardaba en silencio pero con ansias.

- ¡Señor! !Denos la orden y acabaremos con todo a nuestro paso! ¡La Puerta pronto cederá! -exclamó uno de los soldados de Damián, emocionado a más no poder, la sed de muerte lo extasiaba. Un espectro cadaverico y putrefacto con un rostro irreconocible, con piel purulenta y descompuesta, llagas y heridas abiertas, literalmente, salido del mismo infierno. Damian comandaba a mas de diez mil espectros de diferentes legiones.

- ¿Los guardianes murieron? -Preguntó friamente.

-Si señor, tal como lo dijo su sangre desintegró algunos barrotes. -Sabía que su plan resultó.

Damian era muy inteligente, descubrió que para debilitar el candado de aquella fortaleza impenetrable, necesitaba de un líquido más caliente que el hierro fundido, más destructivo que la lava de los volcanes, la sangre ardiente de un ángel. Él mismo se infiltró sigilosamente, les cortó el cuello a los custodios de la puerta de San Pedro, tomó su sangre y ahora solo era cuestión de esperar. Lo hizo en silencio y para cuando alguien lo notó, ya era tarde.

-¡Si ... Los enemigos caídos están cruzificados en la puerta, tal como pidió! , mientras su sangre nos abre el camino... Si me permite príncipe ¡Deberíamos entrar ahora! - Pidió suplicante, nadie había llegado tan lejos desde la caída de Luzbel.
-Tengo un ultimo problema. Nuestro invitado sorpresa-Pronunció a la vez que daba un paso hacia un costado y empuñaba su espada ante la mirada confusa del sirviente.

-¡¿A quien estamos esperando señ...?! - En menos de un segundo una lanza misteriosa con la velocidad de un meteorito rosó el rostro de Damian, atravesó al soldado del infierno descontándolo al instante.

El campo de batalla se quedó atónito, incluso los truenos cesaron de repente, ante la mirada de todos, eclipsaba al mismo sol Gabriel, El Mejor Guerrero de Dios.

Una oleada de Arcangeles y Potestades lo respaldaban, era una estampida celestial que sin perder el tiempo arremetió unos espectros listos para matar.

-Gabriel, tanto tiempo... -Saludó el demonio, mientras el ángel descendía petulante y orgulloso.

Él ángel era todo un misterio, incluso para sus iguales, tenia algo que lo hacia diferente a todos, el don del Libre Albedrío, el como le fue otorgado era un secreto a voces, no obedecía mas que sus propios instintos y eso enfadaba constantemente a sus superiores, especialmente a los altos mandos. Era un arcángel, con hermosas y grandes alas blancas que salían de su espalda, cabello completamente gris y ojos azules, la faz androgena de un ángel pero letal como una hecatombe.

-¡Que honor! El príncipe de los Infiernos ha venido a visitarnos. -Respondió con tono burlesco- ¡Que pena que no estarás por mucho tiempo! ¿Acaso tu hermano no te dio el mensaje? Empiezan a fastidiarme.

Angelus MortisDonde viven las historias. Descúbrelo ahora