Capítulo 7

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"Yo debería tener un infierno para mi cólera, un infierno para mi orgullo, y el infierno de las caricias; un concierto de infiernos".

Arthur Rimbaud

Narrado por Ana

¡Me cansé!  No puedo creer todo esto , me siento tan confundida y llena de preguntas. Estoy en la oficina de la Hermana Johana, Damian y Gabriel están en la sala de cuidados y a mi solo me bastó un poco de Ibuprofeno para sanar.

-¿Que soy? -Me dije mientras miraba por la ventana,  eran casi las 8 de la mañana. Llovía a cántaros y aunque ese olor a lluvia me cautivaba, tenia demasiado que procesar.

Para empezar, Gabriel. Nunca había sentido algo tan delicioso, algo que me hacía vibrar y sentir tanta culpa... con que eso es un beso. Él es tan hermoso, su cabello tan claro que resalta sus ojos como el cielo cuando las nubes aparecen, su boca cálida y rosácea, sentía un fuego interno de solo recordarlo y acaricié mi boca, su cuerpo tan fornido y trabajado que me hacían sentir segura, tanta tentación para mi en una sola persona. Mis mejillas se ruborizaron al recordarlo y respiré hondo.

También está la Madre Superiora que apareció en el bosque junto con el doctor Klaus y toda una brigada de enfermeros y aldeanos apagando el fuego, ella ni siquiera me vio, estaba tan fría y distante, nada que ver con la mujer que conocía.

-Tus nuevos amigos están estables, van a despertar en unas pocas horas. -De pronto volví de mis pensamientos, volteé a verla; entró rápidamente cerrando la puerta a sus espaldas.

Esa voz tan seria me incomodó.

Sus hábitos negros e impecables, sus ojos verdes y firmes, apenas veía su cabello rubio opaco cayendo sobre su rostro terso. Su piel blanca, típica de una mujer europea, alta, esbelta, de postura perfecta. Seguro estoy en problemas, muchos problemas.

-No son mis amigos... yo solo -Me interrumpió bruscamente.

-¡Tu solo pusiste en peligro a los niños! esos extraños quemaron el bosque y sus al rededores ¿Sabes cuanto dinero y tiempo tomará resarcir el desastre?

-¡Hermana... yo lo siento tanto! Gabriel apareció de la nada al igual que Damian, jamas los había visto... -Me ignoró.

- ¡Ah por cierto! Ada está muerta. La autoridades estarán aquí hoy por la tarde para interrogarnos sobre la muerte de esa joven, habrá reporteros, enviados del Vaticano y quien sabe quien mas. Sabes que siempre intenté cuidarnos del mundo exterior... ahora todo se fue a la basura

-Discúlpeme hermana, no fue mi intensión -Me arrodille a sus pies, esperando que acaricie mi cabeza como cuando era pequeña, lo hizo; lloré.

-¡Ay mi pequeña Ana! -Suspiró muy profundo.- Siempre supe que serías todo un reto y no me equivoqué, afronté la responsabilidad de criarte como a una hija; el Señor es perfecto y sabe porque hace las cosas... no pensé que tu llegada dolería tanto. -¡Auch! eso último si me llegó.

Me puse de pie y limpiando mis ojos me alejé de ella, mi corazón se estremecía mientras el nudo en mi garganta me impedía hablar pero debía hacerlo, así que tomé fuerzas.

-Madre Superiora... yo lamento mucho lo ocurrido... pero no lo planeé, todo esto es tan irreal y estoy tan sorprendida como usted, no creo que sea prudente taparlo como si nada

-Ve al grano.

-Necesito preguntarle sobre mi -Apreté mis puños, sabía que iba a enfadarse aun mas.

-¿Si, Ana? 

-Nunca he sabido quien soy... Y por mucho tiempo no me importaba, pues aquí siempre fue mi casa. Pero ahora se lo suplico, necesito saber  ¿Cómo es que me encontraron? ¿De donde vine? ¿Como es que terminé aquí? 

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⏰ Última actualización: Jul 06, 2019 ⏰

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