Me desperté y me quedé un rato en la cama como todos los días, aunque a veces dormía en el sillón que también era cómodo. Pero prefería la cama porque era más cómoda y además dormía con ella.
Se llama Micaela y es lo mas preciado que tengo. Muchas veces no sé cómo demostrárselo, pero cuando lo hago sé que siente lo mismo.
Al fin se despertó, me miró unos minutos, sonrió y se levantó de la cama. Ya era hora de desayunar, así que la seguí.
Me gustaba que lo primero que mirara al despertar sea a mí, tal vez por eso me gustaba más la cama.