Justo hoy

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Le di las gracias a Frula y me despedí, el luego se fue por la ventana y quedé a solas con Alex, que apenas terminó de fumarse un cigarrillo y de limpiar el desastre que yo había hecho por llamar su atención, me cargó, recogió las llaves y salimos del departamento.

Caminamos un largo rato, pero básicamente porque él caminaba muy lento. El día estaba hermoso, a excepción del lío en el que me había metido y que me cargaba un humano que me caía pésimo. Cada vez reconocía más el lugar por donde andábamos, las calles, algunas casas, algunos perros, gatos y palomas conocidas, hasta que llegamos a mi barrio . Alex enseguida encontró el edificio, pero había un problema, la placa no tenía el número del departamento. Alex se sentó en la escalera pequeña que había en la entrada y lo acompañé, ambos suspiramos.

Como era de esperarse, me había dormido, y me desperté a lo que el chico empiezó a acariciarme el pelaje. Pensé en rasguñarlo o morderlo pero se sentía bien, me acordé de Micaela, que por cierto ya debería haber bajado o llegado al edificio si es que estaba fuera. Cansado de esperar se me ocurrió otra gran idea, (qué impaciente soy, ni siquiera tengo tanta noción del tiempo). Miré al árbol que está justo a un costado de donde estábamos sentados y pensé, si pude bajar por el árbol, podré subir por el árbol. Así que corrí y lo trepé, soy un genio.

Oh por Dios, no soy un genio, quedé atrapado como era de esperarse, no podía saltar al balcón de arriba y me quedé solo en el árbol. Alex solo miró mientras me trepaba y cuando se dio cuenta que quedé atrapado largó una risa mientras llevaba uno de sus cigarros a su boca. Su voz era gruesa y pude ver sus dientes detrás de su barba colorada.

-Justo lo que me faltaba, que un humano se riera de mí.

-¡Eh! ¡Café con Leche! Bajá que tu dueño va a aparecer en cualquier momento, ya es raro que yo esté tanto tiempo acá afuera. Además tengo hambre, ¿vos no tenés hambre?

Por supuesto que afirmé eso último pero, el tipo me hablaba como si yo pudiera contestarle y que me entienda, nuevamente me hizo acordar a Micaela. Ya estaba semi-acostado en una rama cuando escucho una dulce voz, la de Mica, regañandome por supuesto.

-¡Café con Leche! ¡Ahí estás!

-¿Es tu gato?- pregunta Alex levantándose de la escalerita.

-Sí, lo estuve buscando toda la mañana, justo hoy tenia que escaparse.- responde Mica, dejando unas bolsas de compras que andaba cargando.

-Apareció en mi departamento al medio día. Él y mi gato se llevaron muy bien.

-¿En tu departamento? ¿Vos lo trajiste?

-Sí, menos mal que tenía la dirección en el collar, pero no tenía el número de departamento así que no pude tocarte timbre, de todos modos no estabas.

-Ay ¡Muchas gracias! Te lo agradezco en serio.

-No hay de qué. Le di alimento al medio día, digo, comió antes de venir, para que no te preocupes.

Para entonces Mica estaba roja como un tomate porque recordó quién era, el chico de la bici que repartía el diario, que ella admiraba desde lejos.

Yo estaba ahí de tonto esperando a que alguien recordara que me encontraba atrapado en el maldito árlbol. Empecé a llorar, digo maullar para que me prestaran atención. Ambos me ayudaron hasta que por fin toqué el suelo.

-Gracias de nuevo, ¿cómo te llamas?- comienza Mica.

-Alex, ¿vos?

-Micaela.

-Lindo nombre, Micaela.- responde Alex con una media sonrisa

-Gracias, tambén el tuyo.- ¿se dará cuenta de lo roja que está?- Por cierto, Feliz navidad.


Café con LecheDonde viven las historias. Descúbrelo ahora