Hoy salimos a pasear. Hace mucho que Mica buscaba una correa para gato y finalmente la consiguió y la compró.
Fuimos a la plaza y caminamos un rato largo, a ambos nos gusta observar todo. Ella había llevado su cámara y empezó a sacar fotos, es toda una profesional en eso. Casi se había olvidado de que yo estaba ahí, pero me empezó a fotografiar también, soy todo un gato modelo, sin presumir.
En fin, siguió sacando fotos y me dejó, total ahí no había perros ese día. Caminé por ahí cerca hasta que algo llamó mi atención más que el árbol de navidad. Una hermosa gata siamesa. Me enamoré por completo, fue como amor a primera vista. Quise acercarme pero estaba del otro lado de la calle y no quería alejarme de Micaela. Algo tenía que hacer.
Pensé pero no se me ocurría ni una sola idea. No sabía si cruzar rápido o esperar a que ella me viese. Cuestión que ya me puse nervioso porque Mica empezó a llamarme para volver a casa, así que totalmente desilusionado de mi intelecto y mi capacidad para tomar decisiones por mi mismo, la seguí.
Llegamos a casa y después de cenar nos fuimos a dormir. Ya acostados y Mica durmiendo, escucho un ruido. Sin pensar me levanté y presté más atención. El ruido parecía haber venido de afuera, luego escucho un zumbido, no, no era un zumbido, era como... un ronroneo o varios ronroneos.
Me acerqué a la ventana, me metí dentro de la cortina y, como lo sospeché, eran mis amigos. Tenía bastantes, algunos eran callejeros y otros domésticos como yo. Me dijeron que salga así íbamos a pasear por el barrio.
Pensé. La humana estaba dormida, no se iba a enterar si no hacía ruido, oh sí, qué buena idea Café eres un genio. Me subí a la cocina y pasé por una ventana pequeña que siempre deja abierta y salí con cuidado para caer al balcón del vecino y luego bajar a la calle por el árbol que hay al costado.