Tres años a tu lado y una vida recordando.

Capítulo 4: festín de brujas.

Lo que relatare a continuación ocurrió casi al cumplirse el año de nuestro primer encuentro, debería esperar un poco más para relatar este suceso tratando de seguir un orden cronológico, puede que no lo parezca pero al menos trato de trasmitirlos lo mejor ordenados que puedo y contando únicamente los sucesos más trascendentales, he tratado de seguir ese orden pero debido a ciertos acontecimientos ocurridos recientemente me es imposible alejar esta idea de mi mente, mi primer encuentro con el verdadero terror de una bruja un ser terrible y demencial en su máximo esplendor.

La puerta de la locura había sido tocada y alguien debía atender su llamado.

Aquel día era muy similar a cuando la conocí por primera vez, un hermoso verdor en su máximo esplendor y una sofocante bruma de verano únicamente aminorada por la frescura del bosque, las cigarras presentaban una suave melodía y el pueblo preparaba un festival para agradecer por la cosecha al dios de la región, lastimosamente esta hazaña no había sido gracias a dios si no a la bruja quien después de escuchar la situación con los cultivos decidió aceptar mi petición como un favor para evitar el precio que debería pagar y nuevamente esto quedaría en el anonimato mientras más calamidades se dirían de ella. Después de todo ella era la causante de todas las desgracias, el mal encarnado.

Las preparaciones me permitían ir y venir del bosque sin necesidad de preocuparme por atraer la atención de alguien y ser etiquetada como un monstruo o una bruja más. Caminaba nuevamente entre aquellos árboles, muchas cosas han cambiado después de un año una de ellas es el hecho de ver las diversas creaturas que habitan en la brecha, los susurros ahora son nítidos e incluso comienzo a sentir aquello que es invisible a los ojos de un humano aún me cuesta interactuar con ellos y muchas veces no es la visión más agradable que se puede pedir pero era un precio justo.

Finalmente llegue a la cerca, me escabullí como solía hacerlo casi todos los días parecía un día normal con una gran excepción, de la notable agitación por fortuna no era nada comparado a los días lluviosos o las noches de luna nueva, un leve rastro de preocupación me invadió lentamente aun así era calmada atribuyendo todo a mi imaginación. Sin embargo estaba completamente equivocada al llegar a la mansión comprendí que no sería un día ordinario.

La silueta de Naomi recorriendo el jardín era algo tan familiar que fue grabada en mis recuerdos y al cerrar los ojos aun puedo verla con completa nitidez no obstante esta vez tenía un aire algo diferente al acostumbrado normalmente ella siempre estaba presentable o obstante esta vez deslumbraba aún más que la primera vez que la vi, tenía el cabello semi recogido con una trenza que separaba el cabello del flequillo con el de la cabeza superior terminando en una coleta de la cual se deslizaban unos dorados y pronunciados risos, tenía unos hermosos pendientes de oro y rubí los cuales combinaban con el color carmín de sus labios, sus pestañas brillaban intensamente, llevaba un hermoso vestido morado obscuro con múltiples encajes y detalles dorados además de unos hermosos guantes blancos igualmente adornado con detalles dorados. Tarde algunos segundos en reaccionar ante aquella visión, fui descubierta casi inmediatamente, la bruja mantenía un abanico en sus manos, el cual lo estrujo al verme.

-Annya...

Su rostro demostraba un poco de preocupación, era notorio que llegaba en un mal momento, Naomi comenzó a caminar de un lado a otro, tal vez meditando y susurrando algo que era incomprensible para mí, se detuvo un instante antes de dirigir su rumbo hasta mí y arrodillarse quedando a la misma altura, no pude evitar encogerme de hombros debido a la culpa que sentía, no era mi culpa después de todo ella en ningún momento advirtió sobre visitarla aquel día. La bruja soltó un pequeño suspiro llamando a Shannon quien vestía un poco más elegante a lo que estaba acostumbrada.