Después de aquel día decidí desistir de mis visitas diarias, quería estar con Naomi, era difícil no permanecer a su lado en aquellos instantes donde una melancolía y una tristeza se apoderaban de cada centímetro de su cuerpo, pero era aún más doloroso verla forzándose a sonreír, sin poder desahogarse por temor a preocupar a los demás y así comenzó mi lento regreso hacia Celes cayendo en la rutina o al menos fue un intento. Trataba de ignorar las voces del bosque, esas voces que me llamaban de vuelta una y otra vez; esperando el momento que fuese indicado para volver al lado de Naomi.
El broche fue entregado a mi madre, se sorprendió un poco llenándome de preguntas sobre la procedencia de este, afortunadamente después de varios instantes termino aceptando, colocándolo en su cabello mientras mi padre no se encontraba ya que de ser advertido por el sin duda significaría problemas.
Tal vez se preguntaran el cómo lograba pasar los días en el bosque sin ser vista o levantar sospechas en el pueblo, esto había sido previsto por mi querida bruja quien utilizando a una vieja amiga suya lograba justificar mi ausencia como la compañera de juegos de su nieta, y en casos de emergencia, había creado un mueble con mi apariencia el cual solía jugar con aquella pequeña de nombre Akane. Este favor se debía a que aquella mujer estaba en deuda con la bruja y no dudo en ofrecer su ayuda, con esto en consideración decidí relevar a mi mueble jugando con Akane quien era algunos años mayor que yo y pese a tener diferencias lográbamos establecer algunas conversaciones algo acaloradas sobre diferentes temas siendo yo la defensora de mi bruja, por fortuna nada demasiado serio.
El primer día transcurrió con relativa normalidad y pese a que el llamado del bosque era constante solía ser un suave susurro, que llevaba algunas veces la voz de Naomi quien cantaba con melancolía, los minutos pasaron transformándose en horas y justo cuando estuve a punto de ceder aquella mujer de nombre Duel en compañía de Akane llegaron frustrando mi cometido, me ofrecieron alojo en su hogar mientras pasaba la tormenta, aquella tormenta era Naomi.
Acepte algo insegura, el simple hecho de ser amiga de Naomi le confería ante mis ojos cierta confianza y respeto, emprendimos el viaje hacia la propiedad de la señora Duel, algunos carruajes pasaban de vez en cuando por lo inusual que resultaba trasladarse una gran distancia y solo las familias más adineradas podían darse ese lujo, los niños corrían de un lado a otro jugando y susurrando cada vez que alguien se acercaba al bosque, estremeciéndose cuando la voz de Naomi era levemente apreciable; el viento solía llevar su voz como una invitación a incautos a los cuales reclamar, sin embargo mi bruja discernía con esta idea cantando únicamente por lo liberador. Tuve que bajar la mirada para evitar defender a mi querida amiga, aunque debía admitir que su voz era inusual, una parte de su corazón desconocida para mí.
Finalmente llegamos a una gran casa de dos pisos, su construcción era irregular logrando apreciarse todo tipo de figuras geométricas combinadas, el techo era de unas tejas negras y el resto era de un hermoso color crema, múltiples ventanas eran apreciables así como muchos detalles en ventanas, balcones, puertas y columnas, una casa algo grande en Celes pero no se comparaba con la mansión en el bosque.
Entramos en ella quedándonos solas Akane y yo mientras la señora de la casa atendía algunos asuntos, la sala poseía unos bellos sillones, las paredes blancas se encontraban llenas de retratos de quienes suponían eran su familia así como uno de mi querida bruja, los minutos pasaron y justo cuando dio el medio día la puerta de la entrada sonó, la señora Duel no tardo en abrir recibiendo a alguien conocido, mis ojos se abrieron como platos al observar aquella silueta traspasar la puerta.
-con permiso señora Duel-
-¡Kanon!-
No tarde más de un instante en reconocerlo, este me miro sorprendido antes hacer una leve reverencia acompañado de un "buenas tardes Señorita Annya, Akane", su piel se encontraba un poco más pálida de lo normal, correspondí el saludo, cuando ambos nos repusimos extendió una pequeña cesta cubierta por una servilleta blanca, la cesta rebosaba de postres desde los más sencillos hasta los que poseían un gran grado de dificultad.
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Tres años a tu lado y una vida recordando.
FantasiaEn lo más profundo del bosque existe el lugar donde todo inicio, el fin del mundo. ¿Realmente vale la pena morir por alguien? Los pecados consumen lentamente a la mujer del bosque, el peso de 1000 vid...