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20 de Marzo del 2014.
Querido Alexander:
Me siento realmente indignada. No puede haber un equilibrio en mi vida, si es una cosa es la otra.
Partiré mi monólogo contándote lo positivo. Con Miguel nos hemos reconciliado después de un buen polvo, dejando en claro que trataríamos de no tocar el tema futuro para no crear más conflictos innecesarios. Sinceramente es una solución "parche" como le dice mi madre. Dejas en suspenso el problema para que luego de un momento a otro vuelva a resurgir con más fuerza, no solucionando en nada la disputa. Pero ¿Qué más puedo hacer? No cambiaré su visión, y tengo que aceptarla. Sólo me queda esperar que al menos ya no diga tales comentarios en voz alta, o no me los diga directamente, porque, aunque me haga la fría si me afectan, y mucho. Al menos, el sexo de reconciliación, no es malo, al contrario, entre beso y beso, entre cada toque, se despeja la mente, pausando el caos que podría transformarse cada enfrentamiento. Cuando te conté esto en persona, me miraste pensativo, sólo te limitaste a decir que creías que las cosas se solucionaban hablando primero, llegando a puntos de acuerdo. Pero si para mí era la mejor forma de solucionar todo, que bien por mí. Quizás estabas molesto por mi actuar, o quizás sólo te fastidiaba que hablara de sexo mientras a ti no te iba bien con Pau. Quien sabe, sólo sé que al menos ahora la paz en mi relación había vuelto y eso era lo que importaba.
Lo malo, lo malo, lo malo... En casa las discusiones están cada vez peor. Mis padres discuten día a día y las peleas están subiendo cada vez de nivel y me asusta. Para mi hermano y para mí, no es ninguna novedad que mis padres siguen juntos simplemente porque les conviene económicamente a ambos, ya que que su amor murió hace mucho, inclusive diría que al momento de que naciera o quizás mucho antes. Cada cosa que se diga es motivo de discusión, hasta de porque no dejaron el control de la TV en su lugar, hasta el por qué hablamos por celular, todo es una molestia en esta casa, y están ambos completamente irritados. ¿Qué haces en una situación como esa? Me encierro en mis audífonos, y trato de leer para distraerme. Lo más triste de todo, es que la gran mayoría de las veces mi padre se desquita conmigo, y no encuentra nada mejor que criticarme por todo. Por como hablo, por cómo me visto, porque me cuesta en la universidad y porque soy estúpida la gran mayoría del tiempo por no pensar igual que él.
A veces pienso en llamar a Miguel y decirle que me venga a buscar y saliéramos para cambiar de aires, pero siempre cuando le comento el tema de mis padres, siempre se abanderiza por mi padre, diciendo que todos nosotros somos los complicados y que no lo entendemos. En ese aspecto, hablar con él me hacía sentirme mal y culpable, por algo que no sé si tengo realmente culpa, quizás sí, pero aún no sé a ciencia cierta la justificación correcta. De igual forma, entiendo a Miguel, al ser hijo único y tener buena relación con sus padres, no le cabe en la cabeza que mi padre me diga tales cosas, y si me las dice según él es para mi bien. Debe tener razón en cierto modo, los padres siempre quieren lo mejor para uno, pero siempre me cuestiono que, si es para mi bien, ¿por qué otros padres no tratan de estúpidos a sus hijos y a la vez siempre quieren el bienestar para ellos? Hay formas y formas de educar, pero creo que el denigrar no es necesario. ¡Qué más da! No podía hacer nada, es lo que me tocó y sólo me queda evadirme en la música y en los estudios.
Alexander, te cuento que al rato pensé en llamarte, pero estimo bastante egoísta de mi parte llamar por problemas en mi casa, si ya bastantes tienes en la tuya, por lo que descarté esta opción. Al fin y al cabo, nos veríamos al día siguiente, y aunque no te quisiera contar, igual terminarías sabiendo, pues contigo nunca he podido esconder algo, nos conocemos tan bien, que sabemos cuándo el otro está mal sin ni siquiera decir una sola palabra.
Volviendo a la evación, no te he contado de los estudios. LA universidad está cada día poniéndose más difícil. Estoy cansada, pero con ánimos de no dejarme derrotar aún. Las notas no han sido las mejores, pero creo que podré subirlas si logro concentrarme más en clases, cosa que me cuesta, porque me distraigo con tan sólo ver una mosca. Aún me pregunto cómo lo haces para tomar atención, dormir, y revisar tu celular en clases y todo a la vez. Algún día espero tener tu súper poder de concentración.
Ahora mientras escribo esta carta estamos en la hora de almuerzo. Estaba esperando a que salieras de clases, acompañada de Laura, Matías, Amanda, quienes aburridos escuchaban como Isabel reclamaba porque encontraba arbitrario a un profesor por ponerle una nota más baja de la que según ella realmente merecía, y por otro lado se encontraban David y Catalina que al otro extremo de la mesa, vivían su mundo mientras se abrazaban y se hacían cosquillas. Este par se ve igual que niños jugando, pese a que ya tenemos más de 20 años. Cuando los miro, pienso en lo lindo que puede ser encontrar a tu alma gemela, y lo bien que se han hecho el uno al otro. David antes de conocer a Catalina, era muy fiestero y no había tenido suerte en el amor, y cuyas malas experiencias ya lo estaban haciendo perder las esperanzas. Sin embargo, sin pensarlo, un día encontró a quien llenara sus días de alegría y llenara su vida de dulzura.
Mientras esperábamos, pude darme cuenta que Pau al igual que tú no aparecían, por lo que supuse que ya habías iniciado el plan de reconquista. Comprenderás que no estaba dispuesta a morir de hambre mientras esperaba a que llegaras, así que con los demás fuimos a comprar nuestro almuerzo.
Cuando fuí camino al baño a lavarme los dientes una vez terminado mi almuerzo te vi hablando con Pau por uno de los pasillos de la facultad. Pensé que todo iría bien, pero ella no te prestaba toda la atención. No quería quedarme de chismosa escuchando, por lo que me di la vuelta por el pasillo izquierdo para que no me vieran, sin embargo, justo cuando me volteaba Pau miró en mi dirección y no pude evitar notar su mirada fastidiada hacia mí. Creo que tú mismo te disté cuenta porque me percaté que dejaste de hablar por un instante.
Cuando ya íbamos en el metro camino a nuestras respectivas casas, nos pusimos al día. Me contaste que no sabías si Pau sentía cosas por ti y no sabías si declararte o no. Querido Alexander, creo que lo mejor que puedes hacer si aún sientes algo por ella, es decírselo todo de una vez. En clases se nota que aún está pendiente de lo que haces o dejas de hacer- Toda la hora o voltea a mirarte a ti o voltea a mirarme a mí- Pero tu problema es que no te veo seguro. Creo que todos nos merecemos a alguien que lo de todo por uno, ese amor que nos hace perder la cabeza, ese amor que puede elevarte al cielo y hacerte perder la noción del tiempo. Pero sino decimos nada, nada sucederá.
Luego de mirar por la ventana la puesta de sol que dejábamos a atrás para entrar al túnel que conducía a la siguiente estación del metro, me dijiste que habías tomado tu decisión, y que ibas a pedirle una nueva oportunidad a Pau. Terminado de decir esto, le mandaste un MSM por WhatsApp pidiéndole que mañana llegara temprano a la universidad, porque tenías algo importante que decirle.
Muy en mi interior sabía lo que implicaba eso: No nos sentaríamos juntos en clases, ni podríamos hablar tan seguido, y hasta quizás no podamos juntarnos como siempre. Pero ¿sabes? Estoy dispuesta a perder eso con tal de que estemos todos en paz y Pau no haga problema. Confío que ahora podrás darle la confianza que ella no tiene, para que podamos al menos relacionarnos tranquilos como personas adultas.
Querido Alexander, sólo me queda desearte éxito para mañana...
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Las cartas que su corazón olvidó enviar©
RomanceAmalia es soñadora, impulsiva y decidida. Alexander es racional, analítico e indeciso. ¿Qué tienen en común? No saben expresar lo que sienten. Pese a ser polos apuestos, son los mejores amigos y piensan que su amistad nunca tendrá fin. Sin embarg...