Carta N°13: ¿Por qué estabas en ese lugar?

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15 de mayo del 2014.

Querido Alexander:

Cuando desperté esta mañana toda inquieta, supe que este sería un día movido. Esta no era la primera vez soñaba con que algo te pasaba a ti, o a Catalina y David. Nunca te lo he contado, y hasta el momento a nadie, por miedo a quedar como una loca-que quizás sí lo era- pero al menos quería controlarlo por mi cuenta.

¿Qué sueño? Es variado, en ocasiones sueños muy felices, como en otros, me puedo despertar llorando y angustiada. Tratando de darle alguna explicación lógica, he llegado a la siguiente conclusión: Últimamente mi subconciente me estaba mandando señales y aunque no lo quiera reconocer abiertamente, ellas apuntan a que te he extrañado un montón, pues no le encuentro otra explicación para que andes rondando en mi cabeza en medio de sueños. Sin embargo hoy, el sueño no era felicidad.

Te veías tan triste, tan cabizbajo, que te preguntaba qué era lo que te tenía apenado, pero al parecer no me escuchabas, pues seguías caminando sin voltearte a mirarme. Trataba de alcanzarte, pero no podía llegar hacia a ti, pues caminabas cada vez más rápido. Te decía que me esperaras, pero de un momento a otro de sentabas en pleno suelo de la calle sin importar que pasara algún vehículo y te quedabas ahí. Finalmente, levantaste tú mirada buscando la mía. Te veías tan pálido, causandome bastante pena verte en ese estado, pues tus ojos no tenían ese brillo que tanto te caracterizaba. Luego de un momento a otro, todo se tornaba negro y el sueño terminaba.

Esto es tan extraño, pues alrededor de este mes, no era la primera vez que soñaba lo mismo. Sinceramente Alexander, tienes a una mejor amiga que tiene alguna falla en su cabeza, pues no es normal que se repita una y otra vez el mismo sueño. Sin embargo lo que aún no me explicaba, era porque soñaba contigo y no con Miguel, si se supone que me tiene ocupada gran parte del día, esperando su llamada, para saber finalmente que quiere de mí y darle punto final a todo.

Así había sido. Pensé en que todo esto sería más difícil, y que sentiría un vacío enorme. La verdad es que el vacío se ha sentido, pero lo he llevado mejor de lo que esperaba, me sentía en paz y tranquila con la decisión que había tomado. Hace tanto tiempo que no tenía un fin de semana para mí. Hace tanto tiempo que no me dedicaba una tarde entera a devorarme algún libro que tenía tantas ganas de leer, los cuales en varias ocasiones los terminaba aplazando. Esta era mi momento, y lo estaba disfrutando, pese a que aún me duelen las palabras de Miguel.

Mientras iba en el autobús camino a la universidad, escuchando la música brotaba a través de mis audífonos, pensaba en la mala suerte que tenía al encontrarme con un tráfico horrible, y en consecuencia, me haría llegar tarde a clases. En estos momentos desearía vivir a sólo pasos de la universidad.

Cuando llegué muy apresurada para alcanzar la lista, me senté en los primeros asientos, que son los que mayormente estaban vacíos, para que posteriormente estudiantes atrasados, como yo, se sentasen lo más rápido posible, para no interrumpir la clase y que el profesor no nos mire tan feo.

Entre tanto la clase pasaba, trataba de tomar atención, pero tus risas junto a Leslie, me distraían y de un momento a otro volteé a verte, para descubrir qué era lo divertido de la situación. Al parecer te reías de alguien, pues señalabas al frente en reiteradas ocasiones. Cuando nuestras miradas se encontraron, levantaste tu mano saludándome y sonriendo. Rodé los ojos y volví mi vista a la clase- antes que se me ocurriera sonreírte, pues se suponía que estábamos completamente distanciados- la cual estaba cada vez más aburrida, sumado al poco oxígeno que había en el interior de la sala, se volvía aún más pesado aguantar los 20 minutos que quedaban.

Alexander, ¿Qué haces cuando se te hace insostenible estar dentro de una sala de clases? Ya sé tú respuesta, nuestra salvación, el celular. Mientras sacaba mi celular y lo dejaba a un costado de mi notebook, para que no se notara que lo tenía sobre la mesa, me llega un mensaje de Isabel, diciéndome que en la tarde quería ir a comprar destacadores, los cuales habían muerto en su batalla contra las vírgenes hojas blancas llenas de conocimientos, esperando ser retenidos. La verdad era que a estas alturas del semestre, pasando la primera tanda de parciales, no hay destacadores que resistan, por lo cual sin pensarlo dos veces le dije que la acompañaba porque me hacían falta.

En tanto pasaba el día, pude ver que al parecer todo iba mejor con Pau, o al menos eso creía, pues no los había vuelto a ver peleándose. Eso es bueno y creo que, pese a nuestro enojo de un principio, el separarnos pareciera ser que fue la mejor decisión. Sin embargo Alexander, últimamente te noto un tanto ido. Quisiera ir a preguntarte que era lo que te preocupaba, pero ya sabes-El puto orgullo me gana gran parte del tiempo-. Ya al menos quedaba menos para que se cumpliera el mes y nuestro pacto acabara.

Cuando por fin tocó el timbre y salimos de clases, me encontré con Isabel que se encontraba animosamente hablando con Amanda y Catalina, quienes me esperaban para que emprendiéramos el rumbo en busca de una librería. De paso iba a comprar los infaltables post-it y todo aquello que fuese necesario para darte color y vida al estudio. No sé, hay quienes ocupan un simple lápiz y todo bien. Pero lo que es yo, utilizó un sinfín de colores. Entre más color mejor, pues se me hace más fácil acordarme de los apuntes -Es un arcoíris llevado al papel, literal-.

Sin embargo, cuando íbamos camino a comprar, les dije a mis amigas que se adelantaran, pues tenía ganas de comprarme una bebida y al rato las alcanzaba. Por lo general la librería estaba llena a esta hora y había que sacar número para que nos atendieran-Es decir, entre antes una de nosotras llegara, mucho mejor-. Pero cuando iba en dirección a un pequeño negocio, una mochila un tanto conocida y aquel atuendo se me hacía verlo visto esa mañana, y al mirar con más detenimiento me di cuenta que no era ni más ni menos, que tu Alexander caminando con tu madre un tanto apresurados.

Mientras pensaba en ir a saludarte o no, el tiempo pasó y era mi turno de pagar la bebida que tenía en mis manos, pero pese a que pagué rápido, ya habías cruzado la calle. Me quedé mirándote sin más, y cuando ya casi te estaba perdiendo de vista, alcancé a ver que entrabas en un gran edificio. Cuando vi a donde entrabas, me pregunté qué hacías en una consulta médica.

Me sentí lo más psicópata del mundo mirándote través de las calles. Pero algo de cordura me quedaba, y lo que sabía era que no tenía porque andar espiándote. Así que me dispuse a emprender mi marcha a la librería, pues a mis amigas les debería quedar poco para que las atendieran.

Querido Alexander ¿Estabas bien? ¿Por qué estabas en ese lugar? ¿Esto tenía algo que ver con mi sueño? Quizás me estaba pasando un sinfín de películas y sólo acompañabas a tu mamá a un control de rutina. Sabes que soy curiosa e impaciente, por lo que tarde o temprano iba a preguntártelo.

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Javi Al Habla: Buen día lindos <3 Les cuento que ando de viaje despejando mi mente y renovando energías. Un abrazo apretado y nos vemos mañana con un nuevo capítulo

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Las cartas que su corazón olvidó enviar©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora