Carta N°12: Abre los ojos.

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27 de abril de 2014.

Querido Alexander:

Me encontraba sentada tomando un helado de menta chips, mientras que Miguel disfrutaba de su helado sabor a chocolate que tanto le gustaba. La verdad mejor amigo, he de contarte que no sabía cómo comenzar a abordar el tema. Cuando nos saludamos e íbamos camino a la heladería intuía que Miguel no tenía ganas de hablar y estaba haciendo tiempo hablándome de cualquier otra cosa, con tal de no mencionar lo sucedido.

La tarde pasó como si nada, nos divertimos y reímos, e inevitablemente me hizo acordar con nostalgia a nuestros primeros meses de novios. Recuerdos, que cada vez se iban tornando más lejanos, en la medida que las imágenes de aquel día en que me dijo que prácticamente valía una mierda y terminé tirada en el suelo, aparecían una y otra vez, abrumando mi interior. Sin quererlo, algo se quebró en mí y no he podido verlo sin olvidarme de sus palabras. Pensé que la pena y la decepción iba a atenuarse con el pasar de los días. Pero eso no ha ocurrido.

Cuando estábamos por llegar a mi casa, Miguel estacionó el auto, para posteriormente acercarse para despedirnos. Sin embargo, fue ahí cuando lo frené y le dije que teníamos una conversación pendiente, pues ya no podríamos hacer como si nada pasara. Mi novio por su parte perdió la sonrisa con la cual se dirigía a besarme y sus ojos se tornaron serios.

-Nos estamos reconciliando de lo mejor ¿y quieres hablar de lo que pasó con el metido de tu mejor amigo?-Dijo con cara de fastidio, mirando por el espejo retrovisor.

-Sabes que si le hubieras pegado a Alexander o a cualquier otra persona, tu reacción no estuvo bien. Pero no me refiero específicamente a que le golpearas, que estuvo mal por supuesto, sino hablo de todo lo que me dijiste y lo mal que me trataste.

-Amalia, sabes que fue de enojado, y que te amo como nunca he amado a nadie. Ya te he pedido disculpas, no sé que hacer para remediarlo- Respondió mientras extendía su mano para apagar la radio.

- ¿Es que acaso no lo ves? Esta no es la primera vez en que me tratas como la real mierda. Últimamente nuestra relación se ha tornado muy denigrante para ambos. Y es de lo más desgastante- Dije tratando de sonar lo más tranquila posible, pero estaba tan nerviosa, que empecé a morder mi labio inferior y sin quererlo un sabor metálico se apoderó de mi boca-Debía controlar ese tic, urgentemente-.

-Eso no es verdad, han sido sólo unas pocas veces aisladas. Siempre exageras todo. Y no olvides que tú también tienes toda la culpa en ello, ya que, si no me dejaras tanto tiempo solo, yo no tendría por qué sentirme mal y así no tendría por qué decirte esas cosas. En el fondo es para que reacciones-Contestó devolviéndome la mirada.

-Reconozco que yo igualmente puedo tener culpa, pero no es excusa suficiente para que me trates de ese modo. Y más allá de eso, Miguel tienes que ver que hoy en día nuestros intereses son distintos. O sea, ni siquiera estás haciendo el esfuerzo por ahorrar y últimamente ni siquiera conozco a tus amistades. ¿Hay algo que nos siga uniendo?-Exclamé, alzando mi voz.

-Claro que sí, y es el amor que siento por ti. Amalia perdóname, te prometo que esto no va a volver a pasar. No llamaré más ebrio, no me pondré a pelear con tus amigos y tampoco pienso decirte que vales una mierda, porque sabes que lo eres todo para mí.

-Este es el problema Miguel. Yo te tengo un cariño enorme, ni más ni menos, eres mi primer novio y mi primer amor. Pero hoy en día no siento que lo que nos una sea ese loco amor de adolescentes.

-¿Qué estas queriendo decir? -Preguntó arrugando su frente, manteniendo fija la vista en mis ojos.

-Terminamos Miguel. Es lo mejor para ambos. Te mereces ser feliz con alguien que cumpla todas tus expectativas, con alguien que te dé más tiempo y no te deje tan sólo como yo lo he hecho contigo. Abre los ojos, pues sabes que yo no soy aquello que andas buscando.

Las cartas que su corazón olvidó enviar©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora