Día 1

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27 de Julio de 2017

Caigo por una pendiente que termina golpeándome con las piedras y la tierra áspera que me lastima, mientras mi cuerpo rueda sin poder detenerlo. Todo gira en círculos, hasta que llego al final del terrible recorrido y choco con el pasto. Por suerte, no pierdo la conciencia. Me levanto lentamente por el dolor, creo que me torcí el tobillo pero puedo caminar.

Avanzo por aquel bosque mirando a cada lado. Los árboles son muy altos, lo que produce una visión oscura del ambiente lúgubre, que no me deja ver con claridad el deseado sol.

―¿Hola? ―digo mientras doy un paso adelante ―¿Hay alguien?

Sigo caminando con el dolor que aumenta en mi pie y sostengo una herida en mi hombro, que con anterioridad no había percibido, ya que mi tobillo está peor, incluso hinchado.

―¿Hay alguien...? ―intento aumentar la voz.

No tengo idea dónde estoy, pero es evidente que me encuentro sola. El temor se apodera de mí. Respiro agitada, trago saliva, cierro los ojos, los abro y suspiro.

―Cálmate Aneliz, solo recuerda como llegaste hasta aquí... ―me digo para mí misma y continúo camino.

No sé ni cómo tropecé. Estoy confundida, me siento perdida. Giro mi vista hacia lo poco que he avanzado. Aquella pendiente sería imposible de subir otra vez, pero tampoco me acuerdo que hay del otro lado.

Salir de casa, es lo único que pasa por mi mente, lo último que hice en el día de hoy, pero jamás se me cruzo por la cabeza, pasar por algún lugar silvestre, ni mucho menos que mi hogar este cerca de un bosque. Me golpee la cabeza seguro, como para no recordar tal cosa.

Toco mi cabello oscuro y dejo de moverme cuando oigo un sonido.

―¿Hola? ―muevo la cabeza rápido.

Algo se está acercando y no parece amistoso. Se oye como... ¡Un gruñido! Me doy vuelta visualizando un lobo.

¡¿Desde cuándo en mi pueblo hay esa clase de animal?!

Doy un paso atrás retrocediendo, mientras el lobuno me muestras sus dientes. El dolor en mi pie se agrava cuando hago un mal paso, la bestia aprovecha y se acerca.

« ¡Reacciona! » pienso y actúo.

Hago mi mejor esfuerzo con el dolor que conlleva mi tobillo y me giro lo más que puedo para comenzar a correr. El animal me sigue sin piedad mientras yo intento huir no con mucha suerte. Termino por tropezar, es más que obvio quién tiene la ventaja. Cuando levanto la cabeza, el lobo ya está muy cerca de mí y me sorprendo cuando en el mismo suelo, en frente de mí, hay una pequeña navaja.

La bestia se abalanza sobre mí y me doy la vuelta para defenderme con el pequeño objeto. Logro lastimarlo y mancharme de sangre, pero el animal no quiere dejarme en paz.

Voy a morir...

Lloro por la desesperación de sacármelo de encima, y de un momento a otro no sé qué ocurre, pero una piedras caen sobre este, lo que provoca que el animal deba alejarse.

Me reincorporo y levanto la vista, una chica baja de un árbol con nerviosismo hasta que lo logra.

―No pensé que se iría... ―opina la rubia cuando se me acerca.

―Gracias... ―me refriego los ojos ―. Sabes... ―miro hacia todas partes ―¿Dónde estamos?

―Ni idea ―niega con la cabeza y alza su mano ―. Por cierto, soy Marian y supongo que tú tampoco lo sabes.

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